13.

25 0 0
                                    

Capítulo 13.

Dejé de respirar unos segundos debido a la sorpresa que me llevé por escuchar su voz, ronca y sexy.
No contesté, en mi cabeza parecía una y otra vez la palabra "Cuelga".

— ¿Estás? —Tan frío como siempre.

— ¿No te pedí acaso que no volvieras a hablarme en tu vida? —Mi estómago estaba loco, sentía nervios, coraje, emoción, un lago de colores y emociones, como una paleta de arcoíris de esas que se ven deliciosas pero al probarlas son extrañas.

— Te pedí que me dejaras compensar mi error, paso por ti mañana a las 6, llegaré puntual, ¿de acuerdo, bestia? —Será imbécil.

— ¿A caso viste que haya contestado tu maldito mensaje? No, ¿Cierto? Entonces deja de joder, la respuesta a tu pregunta es... deja de hablarme por el resto de la vida, no quiero saber de ti, me tratas como si fuera de tu propiedad y no es así, ¿ves que tenga tu puto nombre en mi zapato como Woody con Andy?, ¿No?, Perfecto, yo tampoco, así que, por lo tanto no quiero que estés cerca de mi, ni que me des órdenes, vienes y golpeas a mi amigo en la casa de MI madre, no tuya, no puedes venir aquí a hacer lo que se te pegue en gana, no puedes ir por la vida diciéndole a todo el mundo que te pertenezco porque NO ES ASÍ, la próxima vez que hagas algo similar a eso voy a humillarte frente a sea de quién estemos, ¿vienes con la cola entre las patas a pedir perdón después de que tu madre me haya dicho que soy una de tus "rameras"? ¿Y tú? No dijiste absolutamente nada, me ofendiste, me insultaste de una manera en la cual yo no estoy dispuesta a soportar, no te quiero cerca, jamás, ¿Vale?, Gracias. —Casi se me va el aire con tanto, no me gusta quedarme callada con cosas como esas, menos con un idiota que solo por qué logró chantajearme siente que lo volverá a hacer, no, conmigo no funciona, espero le haya quedado bien claro.

— Amber, yo dije, paso por ti a las seis, y a las seis voy a pasar, fin, descansa —Colgó.

¡Que te den!

¡Te odio idiota!.

Me levanté de la mesa furiosa, con las mejillas rojas del coraje, no entiendo si está tonto o le falta un tornillo o si acaso yo hablo chino y no me entiende lo que le digo, pero de verdad, lo odio con todo mi ser, es tan pesado, tan jodidamente sexy, parece un imán, pero, yo no soy compatible con el y nunca lo seré.
Subí furiosa y me plante como un vil árbol furioso de los que salen en Shrek viendo la puerta de la habitación de mi hermano cerrada.
Quiero que el le ponga un alto a su amigo, no lo quiero cerca, no quiero seguir sintiéndome débil, no quiero seguir sintiéndome de él, toque su puerta tres veces y nadie contestó, no hubo reacción, ni siquiera un grillo.

— Mark, abre. —Volvi a tocar su puerta, siguió ignorandome —. ¡Mark! Ábreme ya.

Iba a tocar nuevamente pero la puerta se abrió bruscamente con un furioso ogro mirándome con repugnancia.

— ¿Que quieres? —Se limitó a decirme.

— Es sobre Evan, necesito que le pongas un alto, no lo quiero cerca de mi —Lo ví a los ojos esperando una respuesta positiva hacía lo que le acababa de decir.

— ¿Porque? ¿Me ves cara de tu mensajero personal? Si fuiste capaz de acostarte con un tomate imbécil en casa no creo que te cueste mucho decirle que te deje ¿no? ¿O acaso eres incapaz porque solo sabes abrirle las piernas a todos y no puedes decirle que no a una segunda vez? —¡Que ofensa de verdad! Me miró de arriba a abajo con asco.

•Tan Diferentes•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora