Mi corazón

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A mi memoria le haces mal.
Fue hermoso cómo surgió espontáneamente nuestra amistad, nuestra hermandad. Yo estaba mal, perdida entre malas movidas, las pastillas que me estabilizaban y juraban que todo sería lúcidez, entre las sombras de mi ego ignorando que yo no era el centro; odiaba presentarme al instituto, adolescentes enmascarados, y la soledad me repudiaba cada vez que le sonreía.
Esa tarde me escribiste, te respondí, y todo parecía indicar que nos conocíamos de una vida pasada; esas horas se duplicaron con el paso del tiempo...
Tus confesiones y las mías cerraron el pacto temporal. Fue mi culpa porque yo rompí el contrato ríendome de tus revelaciones. Lo siento.

El dolor me fragmentó cuando me di cuenta que fui yo quién jaló el hilo que destejió todo nuestro amor, ¿Por qué no me perdonaste? Todo pudo continuar pero no me lo permitiste.
Estuve parada enfrente de tu corazón y lo golpeé con toda la rabia que mis venas drenaban pero tú me pateabas hasta que yo terminaba vomitando tristeza.

Pero ¿Sabes? Ya nada va a importar.

Se escucharon dos balazos, la muerte entró a recoger dos almas jóvenes: Ella abrazaba a un cadáver atado de pies y manos; si ella huebiese sido menos egocéntrica y él más comprensivo todo sería distinto.

Cuento pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora