Capítulo 8

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Capítulo 8

Beatrix

Morir de vergüenza no es algo que suelo hacer, lápiz-y-papel.

En general, prefiero todo lo de no-morir a lo de morir. Tengo mucho que hacer con mi vida: convertirme en una psicóloga famosa, una muy buena con un buen título, investigar cómo curar la depresión o, al menos, cómo tratarla mejor, y ayudar a muchas personas alrededor del mundo. Incluyendo a mi papá. Especialmente a él.

Así que morir realmente no está en mi lista de prioridades, por no decir que no está en mi lista. Estudiar sí. Obtener buenas calificaciones definitivamente sí. Recuerdo una vez, cuando morí de vergüenza; mis amigas de la escuela secundaria y yo fuimos a un concierto de una banda de chicos y perdimos nuestras mentes, lanzando nuestros sujetadores al escenario, y luego el miembro de la banda de chicos con el que estaba obsesionada, miró en mi dirección, luego al sujetador sobre sus pies y arrugó la nariz con disgusto. Morí en ese momento. Soy como un fantasma. Un fantasma muy inteligente y amante de la comida. Me estremezco pensando en lo estúpida que era en ese entonces, pero la sensación es definitivamente la misma. Excepto por el hecho de que Wolf no es un miembro de una banda y definitivamente NO soy su fan y también es muy difícil actuar normal cuando tu cerebro se niega a dejar de pensar en el mismo momento una y otra y otra vez.

—¿Bee? —preguntó papá por encima de su desayuno de jugo de naranja—. ¿Estás bien? No has tocado tu cereal.

Contar con papá para estar consiente de cómo me siento cuando lo necesito parece ser lo menos.

—N-no, estoy bien. —Tomo un masivo bocado de cereal—. ¿Ves? Metiendo comida en mi boca como siempre. Jaja.

Papá suspira.

—Está bien. Si tú lo dices. Siempre puedes hablar conmigo, sabes.

Mi corazón se hunde un poco. Es una mentira, y ambos lo sabemos, pero él lo dice de todos modos, así se siente como un papá.

Decir que temía poner un pie en la escuela ese día era como decir que un muñeco de nieve le teme a una fogata. Estaba aterrada. Ayer sucedió algo en la piscina, algo entre Wolf y yo, y no sabía cómo manejarlo. Fue solo un pequeño toque, dice una voz en el fondo de mi mente. ¿Cuál era el alboroto? No lo sabía. Quiero decir, ahora sé lo que era, pero en aquel momento, no tenía idea. Se había sentido... increíble. Ese extraño escalofrío recorrió mi columna, la forma en que mi sangre se sentía como si comenzara a hervir a fuego lento, todo sucedió de golpe por un solo dedo sobre la piel.

Estaba horrorizada. Por mí misma, por lo que había hecho y en cómo reaccioné. Pensé que me importaba un carajo lo que Wolf pensara de mí, pero resulta que sí.

Especialmente si iba y le contaba a toda la escuela al respecto. Me imaginaba los rumores mientras conducía esa mañana: “A la becada le gusta”. Podría manejar los rumores de que soy rara, que soy pobre, que estoy pasada de moda. Pero que, ¿me gusta alguien? No tenía tiempo para eso. No estaba aquí, en esta estúpida escuela, para eso. ¿Y me gustaba Wolf de todas las personas? ¿Después de que públicamente declaré mi odio por él y toda su familia? Parecería que había caído bajo su hechizo como todas las demás en cuestión de días. Como si hubiera sucumbido. Como si fuera como todas las demás. No podría manejar eso. No quería ser como la demás, obsesionada con su aspecto y alta costura y su confianza en el dinero de sus padres para sobrevivir en la vida.

Salí de mi auto, y en el momento en que lo hice pude sentir a la gente mirándome. Ellos lo sabían. Por supuesto que lo sabían. Me picaba la piel y me ardía el rostro. Quería gritarles, a alguien. Diría: ¡No me gusta! ¡Para mí es tan sexy como el chicle extra en la suela de mi zapato!
La única razón por la que no dije nada de eso fue porque Kristin Degal se acercó a mí.

Quemar Antes De Leer - Burn Before Reading (By Sara Wolf) [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora