Capítulo 4: Odio a primera vista

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Aburrimiento era la palabra que mejor definía cómo se sentía en ese momento.

Sentado al lado derecho de su padre, veía como guardia por guardia pasaba al frente con una rigurosa marcha hasta inclinarse frente al rey quien le agradecía por los servicios prestados para la nación. Luego de que se despedía a uno, se presentaba a quien tomaría su cargo, recordando todas sus hazañas y logros, porque claro, no cualquiera tenía el honor de pertenecer a la guardia real y era algo digno de admirar.

Su mañana entera se trató de eso y ya estaba cansado de mostrar esa sonrisa dulce y delicada, digna de un príncipe, pero por nada del mundo podía llegar a soltar ese bostezo que luchaba por salir de su boca cuando la mayor parte de los nobles y plebeyos asistentes lo miraban con detenimiento cada cinco minutos.

Finalmente era el momento, su padre pidió silencio a todos quienes orgullosos festejaban y aplaudían cuando se presentó a la renovada guardia real que protegería el reino. En su cara la sonrisa se volvió más brillante y buscó con su mirada al doncel que lo cuidaba -con el sólo propósito de indagar sobre la supuesta sorpresa que al final nunca llegó-. Tarde se dio cuenta de que algo iba mal cuando un caballero atravesó la puerta y el adorable doncel le guiñó un ojo antes de mirar disimuladamente al recién llegado.

Su mirada en ese instante fue a su padre, que, al terminar de dar los agradecimientos correspondientes, dio a conocer que daría un anuncio de suma importancia.

–Es de mi agrado compartir, con el fin de resguardar el bienestar del futuro de los hijos e hijas del reino, la asignación del general Min YoonGi, quien desde el día de hoy fungirá como guardaespaldas personal del futuro rey de...

Y dejó de escuchar, por supuesto que el resto del pueblo aplaudió al rey por tomar esos niveles de protección con su amado príncipe, especialmente cuando existían tantos riesgos ahí afuera que lo pondrían en peligro. Él quiso morir, no, eso no podía estar pasando ¿Él? ¿Un niñero?

–El reino entero deja en sus manos al más precioso de sus tesoros...

Bla, bla, bla, las palabras no pudieron ser más absurdas para él. Frunció el ceño mientras escuchaba a todos aplaudir, quería insultar y perder todos sus modales en ese condenado instante ¿No tenía derecho a decir que no? ¡Así es! No, él debía apegarse a las órdenes del rey y del pueblo, no era justo y estuvo refunfuñando oculto mientras todos se iban del castillo y ese sujeto se acercaba a él.

–¡Papá!

–¡Hijo!

–¡No puedes hacerme esto! –Se quejó, abultando sus esponjosos labios hacia su padre, tirando un poco de su atuendo como si se tratase de un niño pequeño que hace una rabieta.

–Puedo hacerlo, soy tu padre y conozco que es lo mejor para ti

–¡Pe-!

–Pero nada, SeokJin, es hora de que comiences a considerar tu bienestar, eres el único heredero al trono y el ángel de los pobladores.

–¡Papá!

–Es mi última palabra, no seas infantil y permite que el general Min te conozca antes de que comiences con tus tareas del día de hoy.

Sus ojos llorosos fueron incapaces en esa ocasión de convencer a su padre, ahora lo único que le quedaba esperar era que ese chico fuera agradable como JiMin, el doncel que lo cuidaba, y al menos la pasara bien con su compañía.

Con esto en mente respiró profundamente y se calmó antes de girarse, lo que no esperaba era que un inmenso torso le cubriera el paso y le diera el susto de su vida ¡Terminó en el piso y con el corazón en la boca! Grato descubriendo el que logró al ver una sonrisa burlesca e hipnotizante en la cara del guardia que "resguardaría su vida" mientras le tendía una mano para ayudarlo a ponerse de pie.

–Dudo que en este castillo existan conejos como para que se lance de esa manera a cazarlos, joven príncipe.

Rechazó su mano y se paró al instante mientras acomodaba su ropa y su cabello, orgulloso.

Era definitivo.

Eso fue odio a primera vista.

Una promesa a la luna [YoonJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora