C A P I T U L O IV

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Antes que nada les debo una gran disculpa por no subir ningún capitulo, pero con todo esto del covid-19, la cuarentena y la pinché tarea, me eh enredado entera. Así que aquí les traigo otro cap! Espero lo disfruten

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Dobby, inquieto, miró a Harry y parpadeó.

"Harry Potter no debe enfadarse... Dobby pensaba... que si Harry Potter creía
que sus amigos lo habían olvidado... Harry Potter no querría volver al colegio, señor"

Harry no escuchaba. Se abalanzó sobre las cartas, pero Dobby lo esquivó.

"Harry Potter las tendrá, señor, si le da a Dobby su palabra de que no volverá a
Hogwarts . ¡Señor, es un riesgo que no debe afrontar! ¡Dígame que no irá, señor!"

"¡Iré!" dijo Harry enojado "¡Déme las cartas de mis amigos!"

"Entonces, Harry Potter no le deja a Dobby otra opción" dijo apenado el elfo.

Antes de que Harry pudiera hacer algún movimiento, Dobby se había lanzado como una flecha hacia la puerta del dormitorio, la había abierto y había bajado las escaleras corriendo.

Con la boca seca y el corazón en un puño, Harry salió detrás de él, intentando no hacer ruido. Saltó los últimos seis escalones, cayó como un gato sobre la alfombra del recibidor y buscó a Dobby.

Del comedor venía la voz de tío Vernon que decía:

"... señor Mason, cuéntele a Petunia aquella divertida anécdota de los fontaneros americanos, se muere de ganas de oírla..."

Harry cruzó el vestíbulo, y al llegar a la cocina, sintió que se le venía el mundo encima.

El pudín magistral de tía Petunia, el montículo de nata y violetas de azúcar,flotaba cerca del techo. Dobby estaba en cuclillas sobre el armario que había en un rincón.

"No" rogó Harry con voz ronca "Se lo ruego..., me matarán..."

"Harry Potter debe prometer que no irá al colegio"

"Dobby..., por favor..."

"Dígalo, señor..."

"¡No puedo!"

"Entonces Dobby tendrá que hacerlo, señor, por el bien de Harry Potter."

El pudín cayó al suelo con un estrépito capaz de provocar un infarto. El plato se hizo añicos y la nata salpicó ventanas y paredes. Dando un chasquido como el de un látigo, Dobby desapareció.

Del comedor llegaron unos alaridos y tío Vernon entró de sopetón en la cocina y

halló a Harry paralizado por el susto y cubierto de la cabeza a los pies con los restos del pudín de tía Petunia.

Al principio le pareció que tío Vernon aún podría disimular el desastre («nuestro sobrino, ya ven..., está muy mal..., se altera al ver a desconocidos, así que lo
tenemos en el piso de arriba...»).

Llevó a los impresionados Mason de nuevo al comedor, prometió a Harry que, en cuanto se fueran, lo desollaría vivo, y le puso una
fregona en las manos. Tía Petunia sacó helado del congelador y Harry, todavía
temblando, se puso a fregar la cocina.

Tío Vernon podría haberlo solucionado de esta manera, si no hubiera sido por la lechuza.

En el preciso instante en que tía Petunia estaba ofreciendo a sus invitados unos bombones de menta, una lechuza penetró por la ventana del comedor, dejó caer una carta sobre la cabeza de la señora Mason y volvió a salir.

°Segunda Temporada° /UHD/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora