C U A T R O [Segunda parte]

1 0 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

YANI EVERS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

YANI EVERS

[SEGUNDA PARTE]

Decepción...

Es lo que estoy experimentando en este momento.

Sabía ya cómo era él; una persona egoísta y egocéntrica que sólo piensa en sí misma. Alguien que le encanta imponer reglas pero que no le gusta acatar ninguna. Y con una exagerada atención a todo aquello que antes me traía paz y que ahora es un tormento. A Ruud le fascina el suspenso, misterio y todo lo que conlleva a eso. Y sí, cuando me propuso hacer el ensayo basado en Gerlach lo supe. Ya yo sabía que lo propondría antes de habérmelo dicho, solo bastaba verle sus dos cristalinos brillando de emoción al pronunciar tal nombre, yo me negué, pero verlo tan desesperado y decepcionado de mis constantes No me hizo replantearme mi decisión, y termine aceptando, porque no quería quitarle esa luz y emoción que pocas veces tenia el placer de ver en él. Terminé diciendo lo que sabia que quería oír, por miedo a que tomara represarías contra mí... o esa es la excusa que suelo darme cuando me cuestiono acerca de mis decisiones. Eso es mejor que decir en voz alta lo anterior.

Que me gusta ver sus ojos brillar en emoción, soy una idiota.

Desde que nos conocimos en aquel patio trasero le di siempre lo que quiso; Ruud pedía que le contara mis experiencias siendo alguien que podía moverse en ese mundo desconocido que tanto le atraía. Y yo, como tonta lo alimenté con ello, tal vez lo hacia por dos razones:

La primera. Me gustaba poder desahogarme con alguien sin remordimientos o miedo de que me llamasen "loca", tenía a mis amigas a las que igual les hablaba sobre ello, pero no era lo mismo, nunca lo fue. No estaba ese brillo y fascinación que se cargaba Ruud, él de verdad se jactaba de la información, y ami me gustaba que me brindara esa atención, me gustaba que me escuchara. Pero nada me gustaba más que ver sus ojos brillar por algo que salía de mi boca, incluso me vi a mi misma mintiendo acerca de algunas cosas que no había experimentado solo para maravillarme una vez más con su mirada.

La segunda razón. Comodidad. Sí, suena extraño decirlo. Visualmente no luzco como una chica cómoda en su entorno, pero yo lo siento. A pesar de sus malas palabras y comportamiento yo seguía ahí, porque aunque él no lo supiera, inconscientemente me transmitía esa confianza y fuerza que tal vez yo necesitaba más de lo que me atrevería decir.

Peligro en las Tinieblas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora