Capítulo 1

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King Country.

Danielle entró en el desolado pueblo que la había visto crecer. Conduciendo con cuidado por las devastadas calles se dirigió hacia su casa. Aunque estaba segura de que no iba a encontrar a nadie tenía que asegurarse, después de comprobar la casa de sus padres iría hasta el hospital. Tenía que estar segura de que su padre no estaba allí. Cuando lo hirieron ella estaba fuera del país y para cuando pudo regresar el infierno se había hecho presente en la tierra.

Aparcó el Hummer ante su casa y con el arma en ella mano bajo con cuidado, procurando no hacer ruido y entró en la casa. Nada más traspasar la puerta supo que no había nadie, pero según revisaba las habitaciones una pequeña esperanza se encendía en su pecho, faltaban fotografías y ropa, era posible que no hubieran muerto, aún.

Un ruido en la planta de abajo la puso alerta, alguién o algo se movía. Se movía en silencio y con cuidado cuando oyó.

– Lori, Carl – el sonido era desesperado.

Sin poderlo creer Danielle bajó con cuidado, al llegar abajo lo vio. Estaba tirado en el suelo, en posición fetal, vestido únicamente con un camisón de hospital.

– ¿Papá? – susurró, procurando no asustarle.

Rick se levantó sin poder creer lo que veía.

– ¿Dani? – el hombre se tambaleó mientras intentaba acercarse a su hija.

La joven al ver el estado de su padre se acercó rápidamente a él y lo sostuvo.

– Tranquilo, estás muy débil. Pero ¿cómo?

– Me desperté. Estaba en un hospital. Había mucha sangre y cuerpos, unos encima de otros. ¿Qué pasa Dani?

– Nadie lo sabe exactamente. Yo estaba en Corea, en una misión cuando todo empezó, pero el infierno parece haberse desatado. Se que estás muy confuso y desorientado papá pero luego te lo explico mejor, ahora tenemos que salir de aquí, esto no es seguro – dijo la joven viendo en la distancia cuerpos que se acercaban tambaleantes.

– Pero ¿y tú madre? ¿Y Carl?

– No lo sé papá. Acabo de llegar, pero los buscaremos. Ahora necesitamos encontrar un sitio seguro donde puedas descansar un poco.

– La comisaria.

– Ok, vamos a ver en que estado está. No te separes de mi.

La joven abrazó a su padre por la cintura y se dirigió con él hacia el coche. Al ver el coche al que su hija lo llevaba, Rick no pudo evitar una sonrisa.

– ¿No lo había más grande nena?

Danielle sonrió.

- No tenía mucho donde escoger – dijo mientras ayudaba a subir a su padre sin perder de vista los cuerpos que se acercaban.

En cuanto acomodó a su padre fue deprisa al otro lado y se subió para poner en marcha el vehículo agradecida de no haber tenido que disparar, no quería atraer a más caminantes. Cogiendo una botella de agua se la pasó a su padre.

– Bebe despacio.

Rick sonrió débilmente a su hija mientras bebía un poco de agua. Cuando llegaron a la comisaría la joven le indicó a su padre que se quedara dentro del coche, le dio un arma y ella salió con su pistola en la mano e inspeccionó la zona, solo había dos caminantes vestidos de uniforme, sacando un cuchillo de su cinturón atravesó sus cabezas y terminó de asegurarse que el lugar era seguro antes de volver a buscar a su padre e indicarle que podía bajar. Ella cogió una mochila de la parte de atrás y entro en el edificio con su padre.

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