Delphini Riddle

1. Los vampiros dan mala suerte

Sola.

Así se sentía Delphini Riddle, al despedirse de su arrogante primo, bella esposa y sus espléndidos y amados pollitos.

Ya estaba sentada en un compartimiento del tren escarlata, o como era conocido; El Expreso Hogwarts. Dirigiéndose al que sería su nuevo hogar en los próximos siete años.

Delphini se encontraba sola en un compartimiento del fondo, o como ella decía "el medio-fondo", (ya que se encontraba ni muy en el fondo ni muy en medio, "el medio-fondo"), cada niño y adolecente que abria la puerta del compartimiento, nada más verla se asustaba como si ubiensen visto a un dementor. Y salían hullendo, dejando la puerta abierta y haciendo que Delphini tuviese que pararse y cerrarla.

Ya se estaba cansando de que constantemente dejasen la puerta abierta. Ella se preguntaba mentalmente de si les enseñaron cerrar una puerta.

Ella ya conocía el porque de la forma de actuar de ellos, bueno, quien no se asustaría de ver a la hija de un mago tenebroso. Pero aunque sea, si iban a irse o salir corriendo como gallinas, se dignaran a cerrar la bendita puerta.

Ya había pasado una hora desde que salieron de la estacion, ella se sentía aburrida, ya había terminado de leer el libro de criaturas mágicas. Y comenzaba a sentirse hambrienta.

En ningún momento la señora del carrito golpeó su compartimiento para verificar si se encontraba un alumno allí. Ella había pasado de largo, dos veces.

Paso media hora más, y cuando escucho el sonido de ruedas. Con la poca fuerza de voluntad que tenía en ese momento, se levantó y abrió la puerta que tanto le había fastidiado una hora atrás.

La señora del carrito, que no había mostrado sorpresa alguna ante ella. Le pregunto con una sonrisa amable si quería algo del carrito.

Delphini se pregunto si esa señora tenía experiencia al no sorprenderse, ni aunque le pasase un centauro vestido con un tutú frente a ella.

La niña le sonrió, y pidió tres ranas de chocolate y un cupcake de calabaza. Al pagar, noto que el compartimiento de enfrente también estaba abierto, y varios niños la veían con miedo y otros miraban confundidos a sus compañeros de cabina.

Tomo sus dulces, se despidió con un asentimiento de la señora y volvió a su compartimiento. Ya en el, tomo una caja de rana de chocolate, y la abrió lentamente. Siendo ella una experta en el tema de evitar que saltase y hullera.

Metió sus dedos en la pequeña caja, tomo a la rana rápidamente y para evitar de que se moviera. Llevo rápidamente su mano a su boca, y sin piedad alguna le arrancó con sus dientes la cabeza a la pobre rana de chocolate.

Cada que hacia eso se sentía la Reina de Corazones. Porqué, ¿Quien arrancaría la cabeza de su comida sin piedad alguna?. Pues ella.

Luego de degollarla, la termino comiendo con tranquilidad, sabiendo que ya no podía moverse. Miro la cajita para saber quién le tocaría esta ves.

En la caja apareció un vampiro. No se molestó en leer lo que decía su inscripción. Por fin tenía ese maldito vampiro y no más Dumbledore's.

Quería gritar de la emoción, bajarse del tren e ir volando a la mansión Malfoy, para presumirle a su primo Draco de que ella había conseguido el vampiro y él no.

Pero, no podía. En ese momento se estaba dirigiendo a Hogwars, lejos de la civilización muggle. Y no había vuelta atrás, tendría que esperar a Navidad. No más internet, no más música y no más pollitos.

En verdad extrañaría todo eso, en especial a sus tres pollitos, el más grande, Scorpius, o como ella le decía el pollito come libros. Y a los pollitos gemelos, Regulus y Zaniah. La princesa pollito y el pollito obsesionado con el quidditch.