Capítulo III: Hechizo

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Ugh... De todas las cosas nunca pensé que vería algo así.

—¿Qué es lo que lleva puesto?

—... No lo sé —respondo con sinceridad.

Mi pequeña hermanastra, Lara, llevaba puesto un vestido... Feo. Que me perdonen, pero es horrible sin poner otras palabras.

—Eli, ¿nadie le dijo como vestirse?

—No sé, Ana. Su madre pudo estar al tanto de eso, no es como si ella misma hubiese organizado la boda.

—Incluso yo siento vergüenza.

Me mantenía en una esquina apartada de la iglesia, junto con Ana. Ambas mirábamos como Lara se paseaba como un pavo real entre los invitados, se miraba tan feliz que el gesto de las personas cambiaba a simpatía y a veces sentía su mirada. ¿Por qué verme de esa forma hostil? Es una adolescente que no sabe guardar sus sentimientos y lo expresa muy libremente en su rostros.

—¿No crees que hace más calor de lo normal?

—A decir verdad sí. Es una locura pensar en que sería tan caluroso.

—Por momentos me alegra que la fiesta sea de noche y en un lugar abierto.

—¿Y por qué no estás completamente feliz?

Señalo con mi barbilla las personas con cámaras que hay por todos lados y Ana me mira con ojos de un cordero degollado.

—¿Por qué están en silencio?

Miro a Malcom y suspiro. Su cabello azul parece resaltar más con su ropa blanca.

—¿Por qué de blanco? —le pregunto con curiosidad y él sonríe.

—Cuando supe que el vestido de la novia sería algo así como color oro busque algo fresco y lo más fresco fue esto.

—Es un infierno.

—Pero tu vestido no es algo asfixiante ¿o sí?

No, no lo es. El vestido verde es de mangas de gasa, la falta es amplia y me da a la altura de las rodillas, sin mencionar que la parte de mi espalda está expuesta con un gran ovalo.

—Ah, por cierto. ¿Qué sucede con la niña? ¿Por qué usa esa ropa ridícula?

—¡Malcom!

Anastasia cubre su boca, la boca de Malcom, como si lo que él había soltado provocaria la muerte o alguna cosa similar a un pecado. Pero, él tenía razón, era ridícula.

—Déjala ser. Se ve contenta con eso, y recuerda que hay muchos oídos esperando la oportunidad de usar todo a su beneficio propio.

—¡No seas tan grosero! Es la boda del padre de Eli, se está casando otra vez después de veinte años.

Veinte años era demasiado, incluso para los políticos. Había algunos que terminaban su matrimonio por la amante, o bien estaban en trámites o divorciados ya tenían una amante y en otros casos se casaban al poco tiempo.
Entiendo el punto de que el ser humano no puede pasar tanto tiempo solo porque sufrirá un quiebre, pero ¿por qué? Seguía con la misma pregunta desde hace días, incluso después de haber ayudado un poco en los preparativos y de mirar las felicitaciones que recibía papá, aún no entendía porqué carajos se tenía que casar con una mujer como ella.

—Amelia, te ves horrible.

—Gracias por el halago.

—Malcom, eres un grosero.

—La pequeña Ana no soporta las verdades.

Me froto la mejilla frustrada y cansada ahora que ambos comienzan a discutir en voz baja.

Deseo Incontrolable  (#4 R.P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora