Prologo

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P.O.V: Samantha

Salí de la sala de registro del departamento ¿Qué pasaba con esa niña? Lo que consta en su registro era la partida de nacimiento y poco más. 

Catorce años, cuatro meses y ocho días, esa era su edad exacta. 

-¡Eh , Oficial Rose!- Genial, el secretario se me acerca corriendo- Tiene que rellenar el informe sobre la chica, y adjuntar un tutor legal temporal de nuestra lista para que se encargue de ella hasta que el caso termine.

-¿ No iba a quedarse en la sala de interrogatorios... o en una de las celdas esta noche?

-No, la sala de interrogatorios la está usando el Inspector Roger con un traficante de drogas y las celdas están llenas de camellos.

Mierda, es verdad, hace poco hubo una redada antidrogas y las celdas estaban a reventar. 

-Bien, ¿ y protección de menores?-

-Me han dicho que ahora no puede venir nadie, que como todos los policías han pasado la prueba física y psicológica hace poco, son aptos para quedarse con ella.

¡¿Que demonios?!- Y bueno, en casos como estos, ¿Quién se queda con la niña?-

-Bueno... ejem... usted...-

-...¡¿Qué?! ¡No voy ha meter en mi casa a una niña y menos si esta involucrada en un caso!-

-Lo siento Oficial Rose, pero son órdenes del jefe, tengo las manos atadas.

Emití un bufido por lo bajo mientras iba a la sala de interrogatorios y maldecía que fuera Jaime el jefe y no cualquier otro imbécil con el cerebro del tamaño de una mosca. Si hubiera sido cualquier otro, me la habría quitado de encima, pero no, James era el único de todo el departamento que sabía que no tenía hijos.

Y ahí estaba ella, tenía la mirada baja y su pálida piel junto con su pelo negro largo le daba un aspecto fantasmagórico. Cuando me acerque, levantó la vista, dejando ver unos ojos pardos enrojecidos y con ojeras debajo de ellos , supongo que era normal en estos casos, que los niños no estuvieran en las mejores condiciones.

-Te vas a quedar en mi casa mientras tu padre esté desaparecido, o hasta que alguien se haga cargo de ti.- Dije mientras me apretaba el entrecejo tratando de mantener la calma- Primero iremos a tu casa para recoger tus cosas. Ya han hecho todo lo que tenían que hacer y un compañero está vigilando la casa por si tu padre vuelve, así que entrar y salir será fácil.-

Ella solo asintió para luego levantarse del banco, yo, por mi parte camine hacia la salida, mi coche estaba aparcado en una de las primeras plazas, fue un regalo de mi padre cuando me saqué el carnet de conducir tras graduarme del instituto, de eso hace siete años y el coche nunca me ha dejado tirada.

Era de color azul oscuro, algo viejo y las marchas tenían su truco, pero era, sin duda, mi mejor opción.  

Una vez nos metimos en el coche, ella se sentó en uno de los asientos de atrás y yo en el asiento del conductor, poniendo rumbo a la escena del crimen. El asesinato había tenido lugar en una casa alejada del centro de la ciudad, parecía que había tenido días mejores, pero bueno, el tiempo y la falta de cuidado le habían pasado factura. 

Decidí que sería bueno hablar un poco con la niña, total, iba a vivir en mi casa, tendría que conocerla .

-Bueno, ¿Cuál es tu nombre?- Genial, hurra por mi, pregúntale cosas a la niña que ya salen en el informe que te has leído.

-Hiro... me llamo Hiro

 - ¿Eso no es nombre de niño?

-... No, bueno si, pero mi nombre completo es Hiroko, Hiro es como me llama... Como me llamaba mi madre. 

Y... genial , ya la cagué, nuevo récord, esto va de mal en peor.

-Es... Un nombre curioso.

-Es japonés, mi abuela amaba las historias japonesas, lo sacó de uno de sus libros favoritos, o eso me dijo mi madre.- La chica sonrió de lado y me miró por el retrovisor- ¿Cómo se llama usted? 

-Me llamo Samantha, y deja de referirte a mí de manera tan formal, me haces sentir vieja.

...

Entre un aire menos tenso llegamos a la escena del crimen, ahí estaba el Oficial Muñoz, un colega que amaba las vigilancias nocturnas, nótese el sarcasmo. 

Nos recibió con un vago saludo con la mano mientras bebía de su café, le echaba una mirada a Hiro y señalaba la puerta de la casa.  

Una vez entramos, la escena daba miedo, botellas de alcohol vacías, cristales rotos por el suelo... En resumen, un estado horrible. Varias de las entradas a algunas habitaciones estaban bloqueadas con cinta policial. 

La niña parecía estar acostumbrada a ese ambiente y caminó sin alguna duda hacia una puerta blanca con la pintura algo desgastada, para proceder a abrirla. 

Una vez entró, una habitación pequeña y oscura apareció ante las dos. Traté de encender el interruptor pero no se encendía nada. 

-No hay luz.- Dijo Hiro.

Genial, al final acabé alumbrando la habitación con la luz del teléfono.

En menos de dos minutos ya había recogido todo, lo metió en una mochila, desgastada y con más de un agujero. 

Cuando termino, se levanto del suelo y se me quedó mirando fijamente. 

-¿Ya lo tienes todo?

No me contestó, solo asintió en silencio. 

Con cuidado, abandonamos la habitación de la niña, me despedí del agente Muñoz con un gesto de cabeza, para después volver a meternos en mi coche, saqué mi teléfono nuevamente y avisé a Alex, mi pareja, de la situación en la que me habían encasquetado, le pedí que prepara la habitación de invitados y le dije que iría a por comida china. 

Una vez me dispuse a arrancar el coche, mire el teléfono al sentir la vibración que emitía al recibir un mensaje esperando que fuera Alex. Me sorprendí al ver que el mensaje era de parte del secretario. La madre de Hiro había aparecido.


Número de palabras: 980


Asesinato en la casa de campo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora