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Música irreconocible retumbaba en sus oídos, podía sentir en los muebles la vibración con cada beat de la canción, las luces de colores que recorrían el oscuro lugar apenas le permitían analizar a las personas a su alrededor y eso le frustraba en demasía, le impedía identificar a las personas más vulnerables y manipulables para llevarse a la cama. A duras penas escuchaba lo que un par de chicas pegadas a sus costados intentaban decirle. Terminó recargándose por completo en el respaldo del sillón, disfrutó del largo trago que le dio a la bebida  que sostenía en su mano derecha. Las chicas, aún pegadas a sus costados, parecían la mejor opción para divertirse esa noche.
Entonces una figura cruzó frente a él sin siquiera voltear a verlo, no hizo falta mirar nada más que su cuerpo para decidir que era su nueva presa. Hipnotizado por la larga melena meciéndose de lado a lado con cada paso que daba, se puso de pie sin decir nada al par con el que estaba hace tan sólo unos segundos. Caminando detrás, como un depredador, seguía analizando el cuerpo contrario, perdiéndose en las esbeltas piernas enfundadas en unos ajustados pantalones.

Le persiguió hasta la azotea, donde con la luz de la luna pudo ver a través de la camisa de seda, apreció su pequeño cuerpo. Sea quien sea, estaba seguro de que era modelo, con su alta estatura y un cuerpo tan delgado podía verle claramente desfilando en una pasarela con un extravagante vestuario. Le estaba dando la espalda, con los brazos apoyados en una de las bardas que evitaban que cayeras al vacío. Observó el cigarrillo entre sus dedos y su diestra buscando en los bolsillos de su pantalón, JungKook sonrió fascinado por lo sencillo que estaba siendo y sacó su encendedor del bolsillo de su camisa.

— ¿Necesitas fuego? —ofreció a unos pasos de distancia para llegar a su lado.

Le era complicado saber si era hombre o mujer. Su larga cabellera ocultaba su rostro casi por completo y su menudo cuerpo no era tan delicado como creyó haber visto hace un momento.
Era un chico. El chico más ardiente que había visto en toda su estadía.

— Gracias —dijo el extraño mientras acercaba su boca con el cigarro entre sus labios a la llama del encendedor. Dio una calada para encenderlo y exhaló el humo en otra dirección.

Todo el cabello negro cubría su rostro del escrutinio de Jeon. Moría por apreciar el rostro del chico que lo cautivó en un instante. Coqueto, quitó el cabello de un costado y lo atoró detrás de su oreja y lo repitió con el lado contrario. El contrario simplemente se dejó hacer mientras se concentraba en apretar bien el filtro entre sus labios y no dejarlo caer.
Sus ojos felinos brillaban por las luces de la ciudad, su pequeña nariz de bolita le daba un aire de ternura y sus finos labios sosteniendo el cigarrillo mientras le daba una calada le fascinaron. Con sus rasgos delicados, cabello largo y piel blanca parecía una figura de porcelana, pero había algo en sus ojos que no lograba identificar. Eran atractivos, parecían retarte e intentar seducirte al mismo tiempo. Robó el cilindro blanco de la boca ajena para darle una calada y luego devolverlo a su antiguo lugar.

— ¿Tienes algo que hacer? —la distancia entre sus cuerpos era cada vez menor por culpa del pelirrojo que no dejaba de acercarse discretamente cada vez.

— Acabar mi cigarro —dijo tajante. Al contrario de su tono, su gesto era seductor— ¿Tienes una propuesta mejor? —esta vez fue su turno de avanzar, eliminó por completo cualquier distancia. Sostuvo el cigarro entre su índice y medio para acercarse a rozar con sus labios la oreja ajena.

YoonGi se quedó sin aliento al escuchar la risa gruesa que soltó el contrario por su atrevimiento.
Sintió sus alas removerse y su piel ponerse de gallina cuando con una sensual sonrisa dejó sus narices rozarse y sus labios estar a unos centímetros. Llevó su mano izquierda hacia la mandíbula del contrario para acunarla y deshacerse del espacio entre sus bocas. Fue el inicio de un beso húmedo y caliente, la manos ajenas envolviendo su cintura y apretando un poco mientras chupaba su labio inferior. Fue casi inevitable gemir cuando lo apretó más contra su cuerpo, dejó caer su cigarro al suelo, harto de cuidar no quemar la camisa del contrario con la ceniza. Se alejaron un poco para recuperar el aliento, jadeando sobre la boca contraria mientras se miraban a los ojos.

Llévame al cielo |KookGi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora