Apareció en medio del mar, y a pesar de no saber qué estaba pasando o cómo había llegado allí, se descubrió pensando que el agua que la rodeaba era la más cristalina y azul que jamás había visto.
Nadó hacia la orilla y desorientada, miró alrededor. No estaba asustada, sentía que pertenecía a ese lugar aunque sabía que nunca había estado allí antes.
Y no estaba sola. Había otra mujer, sentada en la arena, cerca de la orilla.-Te estaba esperando, ¿por qué has tardado tanto?- espetó con impaciencia.
-¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí?
-Para responder a esa pregunta, debo contarte una historia- dijo mirando hacia el mar.
-¿Una historia?- no respondió, y ella frunció el ceño- ¿de quién?- insistió.
-Del creador- y sin hacer ni siquiera una pausa, comenzó a narrar:"Le hicieron daño. El tipo de daño del que nace un cambio. Se juró que jamás le volverían a herir, así que cambió a las personas por despiadados soldados de batalla. Se prendió fuego a sí mismo y renació convertido en otra cosa; en algo que ni siquiera era humano, o al menos, no lo parecía. Sus ojos pasaron de ser de un dorado brillante a un azul gélido y distante. Enfermo de ambición, no le importaba dejar cadáveres a su paso si así conseguía pasar. Ya no tenía piedad, y de quedarle alguna pizca, jamás la mostró.
Un día salió a navegar con sus mentiras por bandera, todo a babor, cuando se desató la tormenta. De un momento a otro se encontró perdido. Se dio cuenta de que era bueno para llegar a ser el líder, pero no para liderar. Y entonces, el barco naufragó."-¿Y qué pasó?- preguntó curiosamente en un susurro, inclinándose hacia adelante. La mujer alzó la mirada, y por primera vez, la observó de verdad.
"Cuando su cuerpo estaba rodeado del agua ennegrecida y sucia, se preguntó si había merecido la pena. Si todo el mal que hizo estuvo justificado por el mal que le hicieron. La respuesta le dolió tanto que murió llorando, no ahogado. Y el agua del mar se coloreó del azul frío de sus ojos.
Así se creó este mar."Su mente estaba colapsada. Tenía tantas preguntas que le era imposible elegir una sola, así que le repitió la misma pregunta que le hizo al principio:
-¿Por qué estoy aquí?.
Y aquella mujer le respondió:
-Necesitas perdonar.