El principio del final...

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Bueno mis queridos lectores, aqui nueva actualizacion de la cuarentena y si, esta vez no va a haber NINGUNA BROMA ESTUPIDA de mi parte asi que empiece el cap.

PD: Leer hasta el final.

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Soma se removia insesantemente sobre la cama inquieto, incapaz de calmarse o de dormir; el mero hecho de descansar le parecía imposible en ese momento. Intento hundir su rostro lo más posible en la almuhada, el amaba la luz del sol pero si este mismo implosionaba en ese momento, no le importaria en lo absoluto. Aunque eso no funciono ya que, su cuerpo no logro acostumbrarse causando que, no logrará dormir ni un segundo mas. Suspiro rendido contra la almuhada, mientras que estiraba su mano en busca de su compañera de cama, Erina.

-Carajo...- susurro, enfadado.

Se levantó de golpe al enterarse que Erina, no se encontraba con el; en este punto la ansiedad empezó a esparcirse por todo su cuerpo a la velocidad de un rayo. Sus ojos se abrieron de par en par, al mismo tiempo que salia de la habitación  y su mente volaba pensando que Erina...se había ido. En cuestión de segundos, ya se encontraba cruzando el pasillo a la máxima velocidad que sus piernas le permitían.

Sin embargo, sonido de una puerta cerrarse tras de sí lo desconecto por completo. Se podía ser más idiota que el? No lo creía, ni siquiera se detuvo a revisar el cuarto del baño, tampoco se le ocurrió llamar a Erina. Se abofeteó mentalmente, con la esperanza de que su cerebro volviera a funcionar, tal vez un par de neuronas volvieron a funcionar...o eso espera.

Desepcionado de si mismo, Soma giro su cuerpo en busca de su reencuentro con Erina. Al enfocar su vista al final del pasillo, sus ojos se abrieron a tal punto que facilmente podrían desprenderse de su cara, la imagen frente a el se podría catalogar con una sola frase " belleza divina ". Su cara no podría estar más sonrojada, Erina salía del baño vistiendo su camisa manga larga; el rostro adormitaba de Erina era tan adorable que podrías derretirte por dentro. Sus amatistas adormitados, su pelo despeinado y sus mejillas sonrojadas; le encantaban a tales niveles que no pudo contenerse y se lanzó a abrazar al ángel que tenia enfrente.

No estaba seguro si su cerebro funcionaba pero, su corazón estaba a punto de explotar mientras apretaba el cuerpo de Erina contra el suyo y hundía su cabeza en el hueco de cuello, impregnado con ese sabor a lavanda que lo tenía tan encantado.

- Buenos dias, Soma - susurro Erina en medio del abrazo y esa fue la gota que derramó el vaso de la cordura de Yukihira Soma. El cual no resistió ni un segundo mas y desesperado unió sus labios junto a los de Erina, el beso era simple, tierno, tan calmado que a la vez transmitía un dulce " Buenos dias." El corazón de Erina se encogió en su pecho ante el tacto, y la oxitocina del aire acompañaba la atmosphera. Ambos podrían acostumbrarse a eso, y tal vez podría ser el inicio de una nueva rutina sin sobresaltos al despertar, obviamente.

El sol que se erguía en el amanecer era solamente un destello, comparado con la luz de felicidad que irradiaba la pareja. El ambiente era tan comodo que el único sonido que era posible escuchar eran los acompasados latidos de sus corazones mientras hermosas sonrisas se adornaban en sus rostros.

Momentos después la pareja emprendió una caminata hacia la cocina, tomados de las manos sin emitir sonido alguno. Tal vez, habían llegado al punto de ni siquiera tener que hablar para saber lo que el otro quería o solamente no querían romper el ambiente, solo ellos conocen la respuesta a tal pregunta.

Llegaron a la cocina con un solo deseo, sus cerebros pedían a gritos un poco de cafeina, bueno la palabra "poco" se queda realmente corta. Entonces, Soma empezó a preparar café mientras Erina preparaba unos panqueques para acompañar. Veinte minutos después ambos se encontraban sentados en la isla de la cocina, disfrutando de su desyuno, hasta que Erina volvió a tomar la palabra.

En busca de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora