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La felicidad y emoción que siento son muy notorias en estos instantes; ya me estoy dirigiendo hacia la universidad para encontrarme con Chan para ir a la biblioteca.


Ir a la biblioteca puede parecer algo aburrido, tal vez muchas otras personas preferirían salir de fiesta, ir al cine, dar un paseo por el centro, ir de compras... Y quizá yo hoy habría optado por salir de paseo con mis amigos, pero en este momento se trata de salir con Christopher Bang, mi crush.


¿Quién no saldría a un sitio que no le entusiasma demasiado por su crush?


Además, quiero saber qué tipo de intereses tiene Chan con respecto a la lectura, y también tengo ganas de empezar a leer algún libro, ya que a lo largo de mi vida solo he leído como cuatro, y eso sin contar los que mandaban a leer por obligación en el instituto y la universidad.


En conclusión, conocer más sobre la persona que te gusta y pasar tiempo con ella siempre es algo bueno. La comunicación es mágica y une a muchísimas personas, por lo que es muy necesario que él y yo comencemos a hablar más sobre gustos e intereses, y no solo para meternos el uno contra el otro.


Visualicé a Chan varios metros antes de llegar a su lado y me sentí con muchas ganas de abalanzarme a su cuerpo y darle un abrazo, pero era obvio que eso no puedo hacerlo. En cambio, hice una reverencia y le regalé una sonrisa. Él solo me saludó con un simple hola y comenzamos a caminar.


Los primeros minutos fueron algo incómodos. Ninguno de los dos hablamos y cuando le miraba de reojo no le veía con ninguna intención de sacar algún tema de conversación. Era obvio que él no tenía ganas de estar aquí, no quería perderse un viernes con sus amigos por ir a la biblioteca conmigo. Pero yo no le había obligado a venir, él mismo acabó ofreciéndose y por eso ahora estábamos juntos, así que no entendía del todo su actitud.


Decidí cortar el silencio que incluso me estaba poniendo nervioso y empezar cualquier conversación.


-Siento mucho amargarte el viernes. Sinceramente, no era mi intención.


¿Por qué soy tan estúpido y me disculpaba? De nuevo me tenía que recordar el hecho de que no le había obligado a acompañarme.


-No te preocupes, yo fui el que acepté.


Oh, ¡gracias por no echarme la culpa! Ya lo estaba haciendo yo solito.7


-Está bien. ¿A qué biblioteca vamos?


Conozco un par de la ciudad, pero nunca he entrado. Bueno sí, pero hace años.


-A una genial. No es la más grande ni conocida, pero tiene de todo.


De nuevo volvió el silencio. Ahora no sé qué más decir, porque con él no sé cuales temas sacar para poder mantener una conversación fluida y no tan corta.


Recordé de repente que yo estaba muy interesado por saber sobre sus gustos y pasatiempos favoritos, por lo que la mejor opción sería preguntarle algo respecto a eso. Tal vez así él comprobaba que conmigo se podía hablar de todo y le empezaba a caer mejor.

Conquistando a un HomofóbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora