- Ya levántate - recibió el impacto de una almohada en su cara. Con esfuerzo y adolorida por los golpes que había recibido de su madre la noche anterior, levantó la mirada para ver a su progenitora en el umbral de la puerta. Verla ahí de pie, tan fría, con una mueca de asco en su rostro, le hizo encoger su corazón.
¿Todas las mamás cuando están enojadas, miran así a sus hijas? " se preguntó, tenía la leve sospecha que no todos tenían una madre como ella, lo había visto en el en el parque, cuando miraba por la ventanilla del auto. Las otras madres siempre les sonreían a sus hijos cuando estos les preguntaban algo, en cambio ella no se le tenía permitido hablar, mirar, sentir o pensar. Esa mujer que estaba parada justo enfrente de ella, era su madre pero ¿Por qué ya no la sentía como tal?. Horas antes puede darse cuenta que no conocía a Petra Willians. Su madre, una respetada diseñadora de interiores; con su cabello amarrado en un moño perfectamente peinado, un maquillaje natural que acentuaba su mirada, destacando sus ojos verdes, llevaba puesto un vestido blanco y en los bordes de la falda estaba decorado con un delicado bordado en dorado, combinado con un blazer celeste. Estaba de mal humor, "Por mi culpa "se dijo, no puedo evitar pensar que nunca la había escuchado reír y menos a verla visto sonreír, no con ella, que era su única hija.
Con miedo, se levantó de su cama, tratando de no forzar mucho su cuerpo. Sus piernas temblaron y con mucho esfuerzo trato de enderezar su torso, sus manos se encontraron para formar en un pequeño puño que descansaba en su vientre. Su espalda se quejó por el esfuerzo, pero aun así se mantuvo derecha, bajo la cabeza en un gesto sumiso. Aunque su cuerpo estaba lastimado y entumecido por lo golpes, Lena soporto el dolor, se mordió la lengua para no soltar ningún quejido. Su mirada se enfocó en unos pequeño ojitos que se ocultaban detrás de unas cajas, no pudo evitar la mueca de preocupación que se formó en su rostro, si su madre se daba cuenta que esa pequeña criatura estaba a solo unos centímetros de ella, sería su fin.
- Damián traerá a su socio, y a su hijo a cenar. Quiero todo listo a más tardar a las 21:00 p.m. - miró fijamente a su hija, cabello rizado, en ese momento enredado y seco, de un color castaño con algunos reflejos rubios, su rostro era redondo y pequeño, su piel era blanca lo que resaltaba los morados hematomas, y sus mejillas tenían un tono rosado natural. Sus ojos marrones eran decorados por pestañas largas y arqueadas, sus labios eran pequeños pero gruesos, secos y agrietados, estatura media. Se volteó para salir de la habitación, al dar un paso se detuvo y la miró de reojo - Arréglate ese nido de pájaros al que llamas cabello, me da dolor de cabeza de solo verlo - asintió, eso era lo único que se le tenía permitido hacer, no podía hablar, casi no conocía su voz. Cuando estaba sola lograba tener breves momentos de valentía, y trataba de cantar la canción de Rapunzel, la princesa que estaba escondida en una gran torre porque su cabello era mágico y cuando cantaba una canción en especial su cabello brillaba. Pudo memorizar la letra de la canción pero su voz no era bonita,era grave y desafinaba, aunque estuviera sola, se avergonzaba por escuchar ese espantoso ruido, por lo que dejaba de cantar. En esas ocasiones una voz infantil le susurraba en su mente que siguiera intentado encontrar su voz, pero pocas veces le prestaba atención y con el paso del los días, los susurros dejaban de escucharse.
Es una ironía pensar que hasta ese momento todo era mejor, todo estaba bien. Hasta que ese animalito llegó. Desde ahí todo comenzó hacer peor, mucho peor.
° ° °
El sol brillaba, un día particularmente mágico, ya que el sol brindaba una sensación de calidez, mientras que el soplo del viento era tan frío como el hielo que congela hasta los huesos. Dos sensaciones tan opuestas, pero de una forma peculiarmente agradable. El otoño estaba llegando a su fin, advirtiendo que el invierno estaba cerca. En algunos lugares del país, el invierno traía consigo la nieve. En las nevadas, pequeños cristales de hielos caían del cielo, produciendo copos de nieve. Estos cubrían la superficie con un manto blanco, suave y frío.
ESTÁS LEYENDO
Biografía de un Amor
Ficção GeralLos ciruelos en flor estaban floreciendo, hermosas flores me deleitaron con su belleza, su suave fragancia era transportada por la brisa del viento. El color de sus pétalos eran blancuzcos y en el centro de ellos un leve toque de rosa lo decoraba...