En las clases a pesar de su presencia, su mente no conectaba con lo que su profesor de cálculo hablaba y al parecer el hombre lo noto, pero decidió no molestar a su alumno estrella. Una vez las clases habían dado fin significaba que era hora de dar lo suya propia, sabía que ahí se desahogaría y como si hubiera un escritor que planeaba el rumbo simétrico de la vida, hoy hablaría sobre el sentimiento en la música, pero al llegar al salón ella no se encontraba ahí.
Su sitio lo habitaba la soledad y por alguna razón presentía que sería así por mucho tiempo. Un par de horas después la clase finalizo, la lluvia azotaba las calles y el frió amenazaba a su piel, poniéndose la capucha de su abrigo se dirigió a la salida del instituto, no habían muchos estudiantes y se sorprendió al ver a alguien resguardándose de la lluvia en el techo de la puerta. Al llegar ahí reviso en su mochila para sacar su paraguas y al no encontrarlo se reprochó a sí mismo.
-Mierda...
Y en ese instante sintió una mirada encima de si, su sorpresa fue demasiada al ver que aquellos ojos eran los mismos que hace unas horas desprendían lagrimas potentes, ella solo desvió su mirada al frente ¿Por qué lo evitaba? ¿Por qué lo ignoraba?. Yoongi no podía evitar querer la respuesta estos interrogativos.
La incomodidad del momento fue callada por sus pensamientos con las múltiples dudas que tenía mientras la lluvia cesaba un poco, no siendo consciente del pasar del tiempo hasta que la bocina de una camioneta negra lo despertó de sus pensamientos y la frialdad de una pequeña mano en su muñeca lo tomo desprevenido, ella lo estaba arrastrando hasta el interior de la camioneta pero antes de poder poner resistencia ya se encontraba dentro del elegante automóvil, el hombre al volante parecía sorprendido pero antes de poder bajarse ella lo detuvo, saco su celular y abriendo notas escribió
-" ¿Dónde vives? Pediré que te lleven"-. Fingiendo desconfianza el pelinegro hablo.
-¿Qué? No te diré donde vivo, podrías ser una psicópata.
Ella rodó sus ojos y envió un mensaje, a los instantes el conductor reviso su móvil y comenzó a conducir.
-Disculpe, señor. ¿A dónde me lleva?.
-Al hogar de la señorita Rose.- respondió con seriedad el hombre de pulcro traje.
En aquel corto trayecto, no podía dejar de observarla, ver la forma bonita en la cual sus parpados se cerraban y al ser descubierto, las mejillas de ella se coloreaban confirmándole a Yoongi lo adorable que era.
-Ya llegamos.-
Aviso el chófer, bajándose con velocidad del auto rodeando este para abrir la puerta de Yoongi, este se sorprendió y más cuando le extendió un paraguas negro. Tomando el objetó, lo abrió y espero a que Rose saliera. Juntos se encaminaron a las rejas de la increíblemente gran casa, si es que así podía llamarse.
Las rejas se abrieron y anduvieron por el cemento de un hermoso jardín hasta llegar al interior del lujoso lugar. Una vez dentro, ella aun con su mirada seria a la fuerza le quito el abrigo al mas alto, entregándoselo a quien parecía ser un mayordomo.
-Señorita Rose, la señora Jeon no se encuentra aquí. Usted y su amigo pueden pasar a la estancia si desean comer algo. -
-"No, yo prepare algo. Por favor lleve a Yoongi a la sala y dígale que me espere."
Terminando, ella se fue de ahí, subiendo por unas grandes escaleras, el mayordomo le indico el mensaje al aun confundido pelinegro que solo se limitó a asentir con la cabeza. Se sentó en un gran mueble y miro alrededor sintiendo que ya había estado en ese lugar hace un tiempo que no podía recordar.
Minutos después, Rose llego extendiéndole una toalla y una manta, al tomarlos se aseguró de rosar levemente sus frías y pequeñas manos.
-Vaya, después de todo no eres tan mala.
Ella solo rodó los ojos y el no pudo evitar sonreír.
-tengo una duda, si sabes tocar el piano ¿Por qué estabas en mi clase?
Sentándose frente a él, ella alzo sus hombros ocultando las verdaderas razones. La mente de el no podía evitar formulándose preguntas y tan solo esperaba que el tiempo se lo respondiera. Poniéndose ella de pie, Yoongi la siguió hasta una inmensa cocina, por indicaciones que ella le dio con la mirada se sentó en la mesa que estaba ahí viendo como ella se movía con agilidad en aquel espacio, la seguía con la mirada y ella lo sabía, pero hacia que era ignorante a aquel suceso.
Poniéndose en las punta de sus pies, intentaba alcanzar el chocolate, pero sus intentos fueron detenidos cuando una blanquecina mano se lo entrego sus cuerpos estaban demasiados cerca, Yoongi la miraba con intensidad, pero un fuerte trueno hizo que ella acortara la distancia, pegando su rostro al pecho del más alto haciéndole soltar una encantadora risa, ocultando como su piel pico ante aquel acto.
-¿Qué edad tienes, Rose? ¿No estás muy grande para que los truenos te asusten? -
Y aquellas palabras hizo que un golpe fuera recibido en su pecho, mirándolo mal con el dedo le señalo el lugar donde antes se encontraba, el alzo las manos en forma inocente y obedeció. Se sintió tan sumiso, que se prometió no volver a hacer lo que ella le digiera.
Una vez un caliente chocolate posaba en manos de ambos, una guerra de mirabas se luchaba con el sonido de la lluvia, ella dio un sorbo al chocolate y un rastro de espuma quedo en el labio superior de la chica, con su pulgar el limpio aquella delicada zona, el color comenzó a pigmentar sus mejillas, pero antes de poder decir algo la luz se apagó y ella, tan infantil ante sus ojos corrió hasta el lado del pelinegro y el, la brazo de la cintura.
Poniéndose de pie, se dirigió hasta donde recordaba que era la sala, sentándose uno al lado del otro, Yoongi cubrió el regazo de ambos con la manta que antes se le había dado, amando la cercanía de ambos cuerpos mientras que ella tenía su cabeza posada en su pecho y sus piernas eran abrazadas por sus cortos brazos.
-Rose... esto que estás haciendo es ilegal, estoy en la casa de una pequeña extraña que se aferra a mi como mono.
Y ahora otro trueno hizo que ella se aferrara más el, y para Yoongi sonreír en ese día se estaba volviendo común mientras que con su mano acariciaba el cabello de la chica y una idea llego a su mente.
-me imagino que tienes piano, ¿me dejarías tocar para ti?
Sintiendo como ella movía su cabeza de arriba hacia abajo en forma afirmativa, tomo su muñeca y guiada por su memoria lo llevo al salón de música donde un gran piano se encontraba, sentándose ambos frente a él, Yoongi comenzó a tocar Nocturne para ella, no era necesaria la luz para poder tocar, sus dedos conocían perfectamente la posición de las notas. Por un momento estuvo tentada a acompañarlo en su perfecta melodía, pero sus orbes se cerraron, con su cuerpo dispuesto a dejarse llevar por la melodía de paz que el otorgaba a su problemático interior.
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Entre blanco y negro | Yoongi
RomantikLas palabras, aquella fuente poderosa que profesa el amor. Pero Min Yoongi descubrirá que no necesariamente era así, pues entre teclas blancas y negras, miradas curiosa y 2 corazones que bombeaban una misma melodía descubrirá un amor tan puro como...