Clara llevó a Perro Vaca a las curaciones a media mañana como había pactado. Llegó justo a tiempo para ver a Ramiro descargar las bolsas de alimento de 22 kilos de la minivan. Los brazos anchos del joven asomaban por una sudadera gastada. La porteña se quedó unos segundos contemplando la escena, los músculos de los bíceps de Ramiro parecían cobrar vida en cada bolsa descargada.
-Hola Clara. ¿Seguís en él pueblo? - Preguntó.
- ¿No te parece una pregunta un poco pelotuda? -. Contestó Clara, tratando de disimular que estaba mirándolo trabajar.
-Sí, perdón me sorprendió verte otra vez acá.
-Parece que me vas a ver seguido porque han prohibido la circulación entrapaís.
-Lamento mucho escuchar eso- Mintió Ramiro. -Hoy es noche de fiesta de los Toledo. Vení con nosotros-.
-No estoy de ánimos para fiestas, pero gracias por la invitación-. Respondió Clara entrando a la veterinaria y dando por finalizada la conversación.
Polo estaba atendiendo a un potrillo diminuto color chocolate que se había lastimado una pata. Clara, jamás había visto un caballo tan chiquito. Perro Vaca por su parte parecía asustado, y no dejaba de temblar y ladrar como loco. Polo notó la curiosidad en los ojos de Clara y la invitó a acariciarlo.
-No se me da un poco de miedo-.
-Vení acá, deja de joder. Él debería tenerte miedo a vos-.
Clara se acercó despacio y con las palmas sudadas por los nervios acarició al potrillo, y comprobó que el animal estaba indefenso. Se sintió bien, y lo hubiera acariciado por más tiempo si no fuera por Perro-Vaca que le mordía la botamanga del pantalón. Alzando al celoso canino, se detuvo a continuar observando como Polo le curaba las heridas al potrillo hasta que Ramiro después de descargar las bolsas de alimentos se encargó de llevarlo de regreso al establo de los Toledo.
-Es tu turno Perro Vaca-. Dijo Polo quitándole al animal de los brazos a Clara.
Polo revisó a Perro Vaca y le desinfectó los puntos, mientras lo hacía Clara trataba de descifrarlo, quería encontrar algún gesto, detectar algo en su rostro, alguna pista, rasgos obsesivos o maniacos, o depresivos, o algo que le dijera quién era aquel joven tierno y misterioso.
Cuando Polo levantó la vista la descubrió mirándolo fijo y ambos rieron nerviosos. Había cierta tensión en el ambiente cuando se quedaban solos, la misma que había sentido al caminar con él y Clara, aunque se esforzaba en negarlo sabía perfectamente lo que era, entendía el por qué de su imposibilidad de ver en Polo algún defecto, de diagnosticarle algún trastorno, de etiquetarlo como a cualquiera, lo había estudiado en Psicología, estaba sintiendo una pulsión corporal atravesando todo su ser, una pasión erótica, pero sin ningún vínculo, aún, simplemente sus cuerpos se atraían y lo manifestaban. Clara sentía ganas de desvestirlo a besos cada vez que lo miraba. En los libros todo aquello parece demasiado matemático, pero ella pocas veces se entregaba a la práctica, odiaba perder el control, y sentía como toda la teoría se batía en un coctel de sensaciones agradables, pero peligrosas.
Clara,sabía que debía evitar intelectualizar todo, pero no podía parar de hacerlo,era su forma de sentirse a salvo. Le molestaba darse cuenta de que todo lo quele pasaba con Polo, sabía que en realidad su incapacidad de hacer una lecturade Polo, tenía que ver con trucos y engaños de su propia cabeza para que puedaidealizarlo. Sabía que todo eso era una jugada de su psiquis preparando todopara entrar en un enamoramiento ciego. Podíaintelectualizar a sus hormonas activándose para iniciar todo un proceso dedesastrosas malas decisiones. Pero a pesar de ser tan racional no podíaimpedirlo. Nadie puede impedir el amor.
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Yo nunca, nunca me enamoré en 9 días.
RomanceSinopsis de: Yo nunca, nunca me enamoré en 9 días. - "Pasajeros con destino a Montevideo, lamentamos informarles que se ha prohibido el descenso en la Capital por la Emergencia Sanitaria causada por el virus COVID19, continuaremos hasta la próxima e...