Draco se agachó en límite del ensombrecido bosque, mirando hacia un claro donde había una casa. La rodilla de sus jeans se empapó de las gotas restantes de la tormenta de media tarde. La humedad le molestaba, y se movió en silencio para poder apartar el barro y las hojas. Se preguntó por un momento si llevar jeans había sido la mejor opción, y puso los ojos en blanco ante su propia estupidez. No era como para tener una sección del armario dedicada especialmente a situaciones aterradoras.
Centró su atención de vuelta en la casa y buscó algún signo de vida. Arrullada en las montañas en Godric's Hollow en el Este, su exterior rústico pero encantador de madera, y las ventanas con vidrieras daban la bienvenida a los visitantes dando la sensación de ser un hogar en el que vivía y amaba una familia.
Un pétalo cayó desde un árbol cercano y aterrizó en la mejilla de Draco. Se lo quitó de encima con un soplido, mirando cómo caía al suelo como si fuera un copo de nieve rosado. Las alegres flores completaban la ilusión. Su fragancia dulce inundaba la brisa primaveral mientras flotaban por el aire y cubrían la hierba con pequeños puntos de color.
Este no era el feliz hogar de nadie, por muchos árboles que florecieran alegremente en el jardín. Su magia se lo decía, le instaba a ir allí una y otra vez, aunque llevaba dos días intentando ignorar la llamada. La magia negra que se llevaba a cabo en ese lugar excedía su nivel de habilidad; Draco jamás había sentido algo tan maligno.
Como aprendiz, Draco no debería estar intentando resolver una situación de ese calibre, pero no podía seguir pretendiendo que los gritos de ayuda no existían. Su maestro le había advertido más de una vez que no se acercara a otras criaturas mágicas, para evitar aquellas que se aprovecharían de su poder y de su misma naturaleza.
En cambio, esas no eran criaturas poderosas intentando atraparle. Draco confiaba en que la misma magia que le daba vida no le conduciría al peligro. Debía haberle traído allí porque podía ayudar. Las voces llamándole en su mente eran niños, jóvenes, y Draco podía sentir su miedo como podía sentir su propio aliento.
La situación era más peligrosa porque no eran niños humanos. Las criaturas mágicas protegían a sus pequeños con ferocidad, como todo el mundo, pero tenían otros recursos a su disposición. Si le atrapaban allí, le destrozarían antes de hacer preguntas. Lo último que quería era encontrarse cara a cara con un hombre-lobo cabreado defendiendo a sus cachorros.
Draco había intentado mantenerse al margen, pero habían pasado dos días y la manada aún no había ido a por ellos. Se había quedado en su casa desde la tarde del viernes, cuando había oído por primera vez los gritos de ayuda. Iba contra su propia naturaleza ignorar a cualquiera que le necesitara, especialmente cuando el mismo núcleo de su magia le decía que era lo correcto. Pero ayudarles iba en contra de su entrenamiento y la ley de magos. Además, Draco no creía que sus gritos de ayuda pudieran penetrar los escudos más firmes de ningún mago mejor entrenado. Y si lo hacían, estaba convencido que los otros magos no se molestarían en responder.
Pero sólo eran niños, y eso le estaba destrozando. El sábado por la tarde, Draco se dio cuenta de que él era el único que podía ayudarles. Tenía que hacer todo lo que estuviera en su poder para devolver a esos niños a sus familias. Incluso si tenía que romper todas las reglas.
Por fin cayó la noche, y las sombras se alargaron para oscurecer por completo el claro. Draco no podía aguantar el tormento por más tiempo. Cinco niños llamando a su magia para que les ayudase era más de lo que podía soportar. Ahora, con el amparo de la noche como protección añadida se sentía más seguro. Draco se abrió a sí mismo al flujo de su magia, y su fortaleza se incrementó con la combinación. Puede que no fuera tan fuerte como algunos de los otros magos, pero la sensación de su poder abriéndose para él le hacía sentir que tenía las habilidades que necesitaba para superar esa situación desconocida.
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Eres mágico (fanfic Harco)
Fiksi PenggemarLa regla que todos deben saber es simple: Las especies mágicas no deben mezclarse jamás. Lástima que un hombre-lobo y un mago sólo supieron romperla. Alpha!Harry Bottom!Draco ADVERTENCIA: Cambio drástico en la apariencia y árbol genealógico de lo...