La subasta estaba en marcha... en medio de la plaza. El faraón yacía sentado sobre su silla gestatoria. Debajo del pedestal sobre el que se hallaba, el joven guerrero de tierras extranjeras, sostenía su mano en alto con una gran bolsa hasta el tope, de monedas de oro. A su lado, un par de esclavos de rodillas observaban el suelo, sucios, malolientes y con golpes reflejados en la piel de sus frentes y sus espaldas.
El calor del suelo quemaba sus piernas y la piel al tacto. Los ciudadanos aguardaban un poco más a la distancia. Esperaban como de costumbre, que el faraón terminara de llevarse lo mejor. Por lo general, solo el guardia encargado de la trata, era el responsable del intercambio en la compra de esclavos, pero esta vez, la tensión era la más fuerte en el aire cálido debajo del sol.
A su izquierda, el hombre del abanico de plumas, oreaba suavemente el viento que el faraón respiraba. A su derecha, encima de un enorme cojín de seda roja, se hallaba sentado este chico de cabellos negros, su cuello llevaba un ajustado collar de tres piezas y un aro al frente. Sobre su cabeza la gema roja colgaba hasta caer entre sus cejas oscuras y perfectas. Su mirada todo el tiempo iba dedicada al suelo, como los esclavos, a pesar, de gozar de semejantes lujos como aquel par de brazaletes de oro... o como todo lo demás que brillaba en él, destellaba su mirada por encima del esplendor. Su piel era algo más clara que la de la media, pero sus ojos.............. eran un océano de deleite. Sus pestañas eran pobladas, pero la pintura negra en el maquillaje debajo de sus ojos, los hacía resaltar dos veces más de lo normal. Sus facciones eran finas, pero este chico era más un hombre que un niño; debía junto al faraón, yacer sentado en otra de aquellas sillas; En lugar de eso, postrado sobre el cojín de plumas de ganso, observaba al suelo.
El hombre de la bolsa de oro, notaba su presencia y la diferencia de clases tan grande entre el gobernante y la muchedumbre hambrienta alrededor de las mejores construcciones nunca antes vista por estos ojos esmeralda.
Arrojó al suelo el oro y hubo de quitarse el casco, para que los demás notaran el color fuego en sus cabellos. Era inevitable pasar por alto su tez rosa, su expresión seria y sus cejas apretadas. Llevaba faldas cortas sostenidas por un cinturón grueso a la mitad de la cintura. Encima de su torso una coraza de oro y en sus pies, las sandalias enredadas como trenzas subían hasta las rodillas. Donde un par de leones tallados en dorado, resaltaban como protección. Su espada envainada a un lado de su cuerpo era sujetada, sobre su ancho muslo derecho, bien apretadas las correas brillantes guardaban el puñal de empuñadura de diamantes.Kevin: si su majestad el faraón no ha de aceptar esta bolsa de oro, que no significa nada, ante el esplendor del Nilo y los confines de las pirámides. Permítame al menos entregarle a este par de hombres. Úselos a su antojo. Me habré marchado pronto, necesito solo unos días antes de emprender mi marcha de regreso a mi país.
Faraón: Mi primera pregunta sería... Por qué viene a pedir refugio al palacio directamente? Pero... Dadas las circunstancias, estoy sorprendido de que hable mi idioma tan perfectamente. (Los rostros de ambos permanecían con completa seriedad) Portas armadura de guerrero, tienes una pronunciación perfecta, traes oro y esclavos, además de estos hombres que te acompañan. Mi pregunta sería la siguiente... Quién eres?
Kevin: Mi nombre es Kevin. Soy Capitán del ejercito Romano. Fui enviado a sus dominios para negociar con usted. Cuestiones políticas. Es necesario que aparte de mi lengua natal, conozca varias otras. Tal vez suene bien mi pronunciación, pero fuera del contexto político, me resulta difícil emplear palabras y conversaciones de largo plazo. Le ruego a su majestad que me perdone por ello.
Faraón: Bueno, bueno... (Sonrió el gobernante con malicia y autosuficiencia) Que interesante presentación. Esperaba a mi general con todos los esclavos que me prometió. Dado que en una emboscada enemiga los perdió en el desierto, no viene nada mal un par de ellos. Comenzaste con el pie correcto esta negociación, debo decir.
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El oasis de las arenas
FanfictionCorta Historia Kevedd. Transportando a ambos personajes principales al Egipto antiguo, donde el faraón lleva las riendas de los deseos de un Revedd esclavo y El Capitan Romano Kevin. *Escrito en forma de Juego de roles.