Capitulo 8

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Mi estomago dio un vuelco, cuando Hank Voight se dirige a la puerta abriéndola, reconozco que es él porque lo investigué tan pronto cuando obtuve su nombre. No iba a caminar a ciega otra vez, no esta vez. No es que sepa mucho sobre él, pero se lo suficiente. Sé que es quien dirige inteligencia y sé cuan estricto puede llegar a ser, no hurgue mas sobre él, o la suciedad que lo cubre, porque, no me importa. Todo lo que tenía que saber ya lo sé.

Indague sobre su equipo también, tanto como pude permitirme investigar en el viaje en auto hasta aquí.

Le eche un vistazo a sus nombres rápidamente, rápido pero lo recuerdo, a todos ellos. Adam Rusek, Kevin Atwater, Jay Halstead, Kimberly Burgess, Hailey Upton y Vanessa Rojas.

Mueve su mano en amago indicándome que, me levanté y vaya. Me pongo de pies, tratando con todas mis fuerzas, procurando no tropezar con ambos pies de nervios. Que torpe seria caerme ahora mismo, cuando sus ojos están sobre mí.

Trago saliva, cuando entro en la habitación y lo miro de cerca, porque, Dios, es hermosísimo. Todos los rasgos de sus rostros son esculpidos, una frente amplia, nariz perfecta, ojos celestes y cautivadores. Evito dirigir la mirada hacia su boca pero ya es muy tarde, y no sé qué cosa extraña esta ocurriéndome, no sé porque quiero de pronto lanzármele encima.

Qué vergüenza.

Quiero golpearme.

—Señorita Riverdale, estamos contentos de que estés aquí. —dice Voight.

No puedo evitar fruncir el ceño con desagrado y decir con cierta amargura. —Bueno, no me dejaron mucha opción ¿no?

— Sullivan dijo que eras la indicada.

¿Sullivan?

Pensé que quien había pedido mi ingreso había sido Coleman no Sullivan. Hank se ríe como si hubiese dicho algo gracioso.

— ¿Lo soy? Porque creo que subí como elevador solo por mi conexión ¿o no es así Sargento?

Hank mantiene el contacto visual conmigo frunciendo el entrecejo y arrugando la nariz ligeramente. Percibo movimiento detrás del Sargento y dirijo inconscientemente la mirada detrás de él, Jay Halstead. Reconozco su nombre de los archivos que extraje para saber sobre Hank.

Halstead cruza los brazos sobre su pecho y sonríe solazado, ¿Qué se le hace tan gracioso?

—No, no es así. Nada de esto tiene que ver con...

Se abstiene a decir su nombre, pero yo sé a quién se refiere.

Claint.

— De hecho es por ti, eres un pequeño genio. Joven sí, pero fuiste tú quién hackeò el sistema del FBI siendo un completo fantasma por dos minutos, quién ayudo a rastrear a las hijas del alcalde cuando fueron secuestradas. Pateaste el culo de un asesino en serie y todo lo hiciste tú, no hubo conexión aquí Samanta, créeme.

No importa lo que diga, se equivoca. Todo esto es por mi conexión, nada de esto tiene que ver conmigo, no realmente.

— No lo hice sola Sargento.

—Lo sé, por ello... Conoce al detective Halstead. —Inclina la cabeza en dirección a Jay— Riverdale, Halstead. Halstead, Riverdale.

Jay se pone de pies y camina hacia mí, mi estomago se retuerce con mariposas y los vellos de mi piel se erizan y una corriente eléctrica recorre la habitación hasta golpearme, trago saliva y retrocedo un poco cuando estira su mano hacia mí, la miro pero soy incapaz de moverme y tomarla. Mi cuerpo reacciona tardíamente pero logro levantar la mano y sostenerla. De pronto los dedos de mis pies se aprietan, encorvados dentro de mis botas, a causa de mis nervios alterados.

Destino Cruel. #ChicagoPDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora