Prólogo

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"No fui una chica mala. Pero hice algo terrible"

Alguien como ella no podía desaparecer. La gente estaba segura de eso. Elizabeth era tranquila, honesta, no andaba por ahí, gritándole a las personas y recordándoles lo perdedores que eran. No era la mejor persona del mundo, pero en comparación con todas sus amigas ella era un ángel.

Si, ella mentía, a sus cortos 16 años ya se pintaba los labios y usaba tacones de 10 centímetros, comía lo suficiente para mantenerse en forma y jamás se enamoraría de un perdedor. Era obvio que Elizabeth no era lo suficiente buena, pero todas sus amigas hacían lo mismo: Taconeaban por Brookside con un aire de superioridad, como si la demás gente no mereciera pisar el mismo suelo y respirar el mismo aire.

Ella no pudo haber desaparecido de la nada, ni siquiera escapar de casa. Alguien así no se iría de repente. Elizabeth solo estaba escondida, de eso estaban seguras sus amigas, o al menos eso querían creer. Seguro estaba esperando en la casa de una de sus primas que sus padres le pidieron perdón, o se había peleado con su novio y solo estaba deprimida.

Pero Elizabeth jamás hubiera peleado con alguien, no era pacifista pero siempre cedía a las peticiones de los demás. Por otra parte la despreciaban, algunas veces la había humillado y ella no había hecho nada.

Elizabeth estaría por ahí, bebiendo una cerveza en un tren camino a casa. Sus amigas sabían que jamás les ocultaría algo, era lo suficiente honesta como para que supieran todo de ella.
Bueno, la gente no es lo que aparenta...


"Mi madre siempre me dijo: "Eliizabeth debes ser alguien importante Debes limpiar el apellido de la familia. Debes sobresalir, brillar". Me decia que yo era especial en la familia -años más tarde me di cuenta que lo era- y que sobre todo nunca debía cometer sus mismos errores.

Cuando la gente oye de mí, solo recuerdan la faceta de chica perra-popular-sin-sentimientos. Pues las cosas nos siempre fueron así...

Siempre trate de ser una hija predilecta, un ejemplo a seguir para generaciones futuras, pero nunca lo logre. Pasaba desapercibida, ante cualquier cosa, hasta para el sexo opuesto. Si Google Maps fuera un chico, yo sería de esos lugares que nadie encuentra.

Pensé que mudarnos - por segunda vez en el año - a Brook Heaven me haría sobresalir, era una ciudad hermosa. Estaba repleta de ríos y lagos, de hermosas mansiones, cabañas y bellos paisajes. Lo atestaba enormes árboles que en el otoño pintaban el panorama con tonos rojizos, anaranjados y amarillos. Cuando caía el invierno, la hermosa capa blanca que cubría cada lugar recóndito de la ciudad le daba un aspecto mágico. Brook Heaven era perfecto hasta el último rincón...

No podía faltar la calidez de nuestra gente, o al menos eso se presumía en los folletos para turistas que regalaban cada navidad, eso para mí era suficiente pues los visitantes también creerían que éramos la gente más amable del mundo. Creerse una mentira es como aplaudir, si eres el único que lo hace se burlan de ti, pero si otras personas te acompañan a nadie le importa quien comenzó a hacerlo.

Todo era normalidad - y por normalidad me refiero a que seguí siendo ignorada -, pajarillos volando sobre el arcoíris y el mismo estatus social para todos. Hasta que Jennifer Woolwich se dio cuenta de mi existencia. Con su pintalabios rojo, sus tacones de 10 y sus pestañas perfectas comenzó a molestarme, fui su blanco por meses, hasta que de pronto, fuimos las mejores amigas.

Suena ridículo, lo sé. Clichés por todos lados, pero las cosas fueron así. Cuando la gente nos veía por ahí, caminando con un estilo impresionante, tomadas de la mano y lanzando besos a los loosers en los alrededores, querían ser como nosotras.

Hasta que de la nada, fuimos el duo más popular de Brookside, y Jennifer no iba a dejar que nadie le arrebatara lo que acabábamos de ganar. Y poco a poco se nos fueron juntando más chicas. Hasta formar nuestra estúpida dinastía de 11 chicas.

Jennifer hubiera hecho de todo por no perder el estatus de popularidad que la gente le había dado, nosotras ni siquiera la habíamos planeado antes, solo queríamos ser 2 amigas disfrutando de la adolescencia. Pero la gente se dio cuenta de mi existencia. ¡La gente se daba cuenta de mí!

Y fue cuando me di cuenta que Jennifer, la que haría todo por seguir siendo popular, pero no haría nada por mí. La mejor amiga que jamás tuve, con la que compartí momentos grandiosos, pero la que llegó a lastimarme. Jennifer Woolwich haría lo que pudiera para seguir siendo popular... Incluso hacerme desaparecer... "


Se introdujo en el obscuro bosque que estaba detrás de su casa. Sin linterna, zapatos. Solo ella y su estupido orgullo. Siempre con la mirada al frente y con los puños cerrados. A veces giraba la vista porque aún seguía teniendo miedo de que alguien la atacara en ese estúpido bosque, donde habían sucedido muchas cosas, la mayoría de ellas fueron malas.

Era de madrugada y se había despertado de una de sus recurrentes pesadillas. Llevaba su falda larga a rayas verticales negras y blancas, que a cierta luz del sol se transparentaba. Un crop top negro y un sombrero ancho color blanco.

Continuo caminando por el extenso bosque, pero con cada paso que daba se le dificultaba continuar, tal vez por los malos recuerdos que le traía ese lugar, o porque no llevaba zapatillas y sus pies descalzos se lastimaban con la fría grava. Usaba los brazos como guía, moviéndolos en todas direcciones para no tropezar con ningún árbol. Pero a pesar de todo, las finas ramas arañaban su cara y sus brazos.

Cuando creyó que iba a desmayarse, escuchó ramas crujir, su corazón de la nada comenzó a palpitar rápidamente y se quedó petrificada, esperando un ataque, tal vez con ansias. Busco con la mirada a alguien, o algo. Pero no encontró nada en la abrumadora obscuridad.

- ¿Qué haces aquí? - dijo una voz detrás de ella. Ella se quedó congelada. Se dio la vuelta bruscamente y una luz le iluminó la cara. Jennifer cubrió sus ojos, y cuando sus ojos se adaptaron a la luz logro ver un par de ojos que ella conocía muy bien: Eran de su amiga Stephanie Gravensed.

- ¡Me asustaste! - le gritó a su amiga mientras daba la vuelta y continuaba caminando. Stephanie la siguió por detrás, apresurando el paso para no perderla de vista - ¿Qué haces aquí? -.

- Te oí gritar. Supuse que era otras de tus pesadillas así que no hice nada para calmarte -contestó su amiga corriendo para alcanzarla - Pero cuando desperté, ya no estabas en la habitación y me alarme. Estaba segura de que estabas aquí -.

- Estoy bien. Solo necesitaba aire, y vine a caminar al bosque - dijo Jennifer sin dirigirle la mirada. Apresurando el paso.

- No. No estás bien. Este es el lugar en donde Elizabeth desapareció. ¿Realmente por qué viniste aquí? - le preguntó su amiga. Mientras se detenía para que la otra volteara a verla.

Jennifer se detuvo y volteo a ver a su amiga con lágrimas en los ojos. Se sentó en el tronco de un árbol mientras su amiga la abrazaba tratando de calmarla.

- No puedo dejar de sentirme culpable por la desaparición de Elizabeth. Así que vine al bosque a caminar, para despejar mi mente -.

- Tú no tienes la culpa, cariño. Todas dejamos que ella escapara. Todas somos culpables -.

- ¡No entiendes! Por mi culpa ella se molestó con nosotras. Por mi... -.

- ¡Cállate! - le reprendió Stephanie. - No puedes estar culpándote toda la vida por las decisiones de Elizabeth. Ahora, salgamos de este estúpido bosque que me volveré loca -.

Stephanie tomo a su amiga de la mano, y corrieron juntas hacia la salida del bosque. Al llegar a la habitación se recostaron en el piso, tapados con una sábana de lana. Pensaron que el día siguiente sería diferente. El día que cambiaría la vida de Jennifer para siempre.

Forever BitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora