Encuentro

457 45 13
                                    

El océano rugía con fuerza, la nave se sacudía de un lado a otro, los cielos oscuros con trompetas sonando en ellos, una tripulación perdida en medio del océano se aferraba a pelear, no querían morir, no ahora, necesitaban llegar más lejos, más lejos de lo que cualquier humano hubiera llegado, tenían la necesidad de hacerlo y el capitán rubio no se dejaría vencer por una tormenta "Tropical" Para el solamente era una simple brisa, los hombres corrían por el barco intentando estabilizar la nave que se movía insistente, gritos, llanto, resignación, todo lo que se sentía en medio de aquélla catástrofe, de un segundo a otro todo se volvió oscuro.

La nave había sido derribada por las olas, tragada por el mismo océano, los tripulantes en está habían muerto o al menos casi todos, el rubio capitán se había aferrado a un barril comenzando a naufragar, como consecuencia del cansancio producido quedó inconsciente aferrado a ese barril sin imaginar lo qué se avecinaba a su vida, la más grande de todas sus aventuras.

El mundo humano, el mundo acuático, dos mundos separados por el enorme océano, uno desconocido para el otro y viceversa, compartiendo la existencia pero sin saber que el equilibrio en este era demasiado delicado, una simple tela de algas los separaba, se rozaban pero no se tocaban, así era el equilibrio.

Un castaño nadaba en el fondo del océano, las obligaciones de un Príncipe eran demasiado, aún más para un joven de solamente 17 años, un joven tritón de 17 años, la inocencia se miraba en sus ojos, su azulada cola brillante, contrastada con unos ojos café profundo al igual que su cabellera otoño, todo perfectamente combinado como un simple capricho celestial.

- Hijo, porfavor, debes estar quieto, sabes que las princesas de los reinos aledaños no demoran en venir. - El Dios del océano, Poseidón, miraba a su hijo castaño, el era el gobernante del océano mientras sus canas demostraban su avanzada edad pero teniendo el corazón de un joven valeroso, defendía el océano de cuanto "Invasor" Se acercará a su reino.

- Padre, te he dicho que yo no quiero una boda, simplemente quiero ser libre, nadar sin preocupaciones, vivir una enorme aventura más grande que la de los libros. - Se detuvo para ver a su anciano padre, se notaba afligido, la idea del matrimonio no le hacía ni gracia, el no quería una vida al lado de una completa desconocida.

- Sabes que eres mi hijo mayor, el más querido...tu hermana Mabel aún es una joven inexperta en ello, tus capacidades, cualidades, y talento natural es justamente lo que el reino necesita. -

- No tengo nada de eso ¡Apenas soy un chico! No puedo cargar con semejante responsabilidad. - El castaño intento defenderse, queriendo quitar ese enorme peso de sus hombros, el quería una vida como la de un joven normal.

- Sabes que el equilibrio es delicado...no podemos romperlo, entiende que es por derecho divino que te corresponde el arrecife, no podemos tomarlo con ligereza, la boda será en una semana. -

- No. . . N-no. . . ¡No es lo que yo quiero! ¿Por qué?. . . ¿Por qué yo?.- El corazón se le oprimió contra el pecho. Pobre chico, ¿Estaba condenado a un futuro impuesto?.

- ¡Porqué tu eres mi hijo y el heredero de éste imperio!. - Golpeó con fuerza su tridente en el piso mirando al castaño que amenazaba con llorar, el no quería llevar esa vida.

- Pero padre...- Sus ojos comenzaban a aguarse debido a ese estúpido futuro que el no había pedido.

- Pero nada, ya está dicho, por la noche vienen las princesas así que es mejor que te quites esas ideas ridículas de la cabeza. -

El castaño negó, salió nadando rápidamente del castillo ignorando a cualquiera que se le pusiera de frente, no quería ser un Príncipe, odiaba tener esa carga encima de el sin siquiera haberla pedido.

- Y-Yo solamente quiero ser feliz. - Siguió nadando derramando lágrimas, no quería esa vida.

Siguió nadando hasta llegar a una enorme roca en la superficie donde siguió llorando, sus puras lágrimas se mezclaban con el océano haciéndolas parecer pequeñas pero aún así llenas de dolor, su llanto conmovia a cualquier ave o ser vivo que lo mirará.

Pasados unos minutos pudo secar sus manos con su antebrazo, sus escamas en sus manos eran filosas, tanto así que podrían lastimarlo, posó su vista en la isla abandonada que tenía frente, un bulto que estaba tirado en la arena llamó su atención.

Rápidamente se lanzó al océano nadando en dirección de aquél raro "Animal" cuando llegó a la orilla pudo ver que era un tritón sin "Cola", curioso salió un poco del mar tocando la frente del extraño.

Un chico rubio de unos 19-20 años de piel blanca, vestido de manera graciosa, observó su ropa y dónde debía estar su cola mirando dos cosas delgadas y raras.

- Parece que alguien le ha quitado la cola...pobrecito...- Sin esperar más se acerca tocando su mejilla. - Tiene fiebre. -

Afirmó para volver al océano y tomar unas algas de color azul, subiendo a la superficie volvió donde el rubio para ponerle las algas en la frente, esas algas eran muy usadas para tratar cualquier enfermedad, suspiró preocupado para ver al rubio.

- Debe extrañar el océano...aunque no parece alguien de mi reinado...probablemente es de un reino cercano, le avisaré a mi pa. - Se vio interrumpido por unos suaves gruñidos, parecía que el "Animal" Despertaba de su letargo.

- ¿D-Dónde?...- La cabellera rubia se movió, unos hermosos ojos amarillos se abrieron mirando a su alrededor, tablas, cajas rotas, maletas abiertas, tomó asiento mirando como las algas caían de su frente. - El barco...- Susurró para mirar al océano, girando su mirada se encontró con dos ojos color chocolate.

- H-Hola...me alegra que estés bien. - Su portador saludó tímido, aquélla varonil voz lo había puesto nervioso por completo.

- Hola...yo...tú...¿Me haz ayudado?. - Cuestinó curioso con una pequeña sonrisa en los labios.

- N-no ha sido nada...supuse que estabas en peligro y era mi deber. - Admitió con una pequeña sonrisa en sus rosados labios.

Los ojos amarillos miraron a su acompañante, un chico de piel blanca, resaltaba un tatuaje que llevaba en su brazo derecho, un pino azul, su cabello sus...sus ¿Cola?.

- Parece que sigo alucinando. - El rubio se tiró a la arena para cerrar los ojos y cubrirlos con su antebrazo.

- Me parece que yo igual estoy soñando entonces...un placer conocerlo, espero que mejoré y pueda estar tranquilo, jamás en mi vida...había visto algo igual. - Admitió y sin esperar más volvió al océano salpicando al contrario y perdiéndose entre las olas.

- O-oye. - Limpió su rostro para suspirar. - ¿No fue un sueño?. - Miró con sus bellos ojos el océano dónde aquélla figura tan amable se había perdido por completo.

La tela de dos mundos se estaba rasgando, dos personas que nunca debieron conocerse lo hicieron ¿Qué repercusiones tendrá este encuentro en ambos mundos?.

Mi Capitán (Au Billdipp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora