Se dice que la paz viene antes que la tormenta, pues en realidad eso no es más que una mierda. En primer lugar, no hay paz en este mundo corrompido por la inmundicia, tanto de humanos como de otras razas. El ser humano se destruye así mismo con mentiras, egoísmo y avaricia, al igual que nuestra raza. Yo esto, yo aquello, es todo yo, tendemos a ponernos por delante de los demás, pero que se yo. Soy tan egoísta como todos.
El sonido de unas botas sobre el suelo me distrae de mis lúgubres pensamientos. Por la casi imperceptible cojera deduzco que es John, quien se dirige hacia mí, y no. No me equivoco, nunca lo hago, es John.
— Cariño, en serio ¿qué te ha pasado? Te ves como si te hubieran degollado como pollo. — dice burlescamente.
—Buen chiste . Mira como en río. Idiota. — gruño.
—Sabes que me amas, no en serio. Duncan quiere verte. — dice dejando de lado su tono de burla.
— Me importa una mierda. Dile que estoy descansando. Lo entenderá. Además acabo de llegar de mi turno, eso implica que estoy sucia, como resulta más que obvio, y cansada... — pero no me deja terminar, me tomo del antebrazo y nos transportamos a la sala principal, donde se encuentra Duncan y más personas.
— ¿Qué diablos? John, voy a abrirte en dos. Te he dicho un sin número de veces que no me transportes contigo. — lo tomó del cuello y lo levantó, las ventajas de ser un ser sobrenatural.
—No tenía opción, y lo sabes. — se encoge de hombros.
— Suéltalo. — esa es la gutural voz de Duncan. Lo hago pero no de inmediato. Me giró para enfrentarme, sin lugar a dudas, a la ira de mi rey. Es entonces cuando lo veo, no le sentí antes porque estaba muy ocupada tratando de aniquilar al idiota de John, es realmente hermoso. Debe medir por lo menos dos pies de altura, delgado y musculoso, de anchas espaldas y piernas largas enfundadas en un pantalón de cuero negro tan ceñido que no deja nada a la imaginación. Su rostro, haría que cualquier súcubo del inframundo se avergonzara, y sus ojos, esos ojos me inspiran noches de pasión bajos las aguas del Nilo, son de un azul profundo, es en pocas palabras, perfecto y lo mejor de todo es que me pertenece. Ese sentimiento de posesividad me abruma. Él me observa de arriba abajo, como si no fuera más que un estorbo en su camino, como si fuera un agente de la ley y yo fuera una asesina que debería estar tras las rejas, literalmente lo soy, pero él me mira como si eso fuera algo malo, como si fuera un monstruo.
Mis esperanzas caen y es cuando me doy cuenta de que nunca habrá alguien que me ame de verdad. Alguien que esté dispuesto a dar todo por mí. Mi corazón se parte en miles de pedazos y cae a la nada dejando en su lugar un hoyo negro.
— ¿Por qué razón no estabas aquí cuando pedí explícitamente que estuvieras presente en esta reunión? — gruñe Duncan, molesto siempre está molesto, no se equivoquen no es una mala persona. Sólo que detesta mis pequeñas muestras de desobediencia y rebeldía, sinceramente no sé cómo su compañera lo tolera. Como mínimo debe ser un dios en la cama. En fin, siempre tiendo a desobedecer solo un poquito, es que me gusta verlo rabiar.
—Shayla. ¡¿Estas escuchándome al menos?! — explota.
—Ni lo más mínimo. Sabes que detestó que obligues a John a traerme aquí y lo has vuelto a hacer. No me dejaste opción. Estoy cansada y sucia, acabó de llegar, dame un respiro joder. — deslizó mis dedos por mi pelo tratando de acomodarlo.
Su rostro se suaviza, este es el hombre al cual le doy mi lealtad. El hombre que me salvó de morir luego de ser atacada por un aquelarre de vampiros renegados. Es el hombre que consideró mi padre, el que cuidó de mí. Por el cual podía sentir admiración y respeto, a pesar de que le tocó los huevos constantemente. Pero ya no siento nada y todo es culpa de él.
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Traficantes De Muerte
Science FictionDicen que te conviertes en una parte mejorada luego de tu transformación, que eres el reflejo de lo que eres, pero en una versión mejorada. Si es así, entonces mi futuro nunca fue muy bueno que digamos. Soy una de ellos, en realidad soy la mejor que...