Traficantes De Muerte

Capítulo 3

Cien años después... 3018 en algún lugar de lo que fue conocido como Washington D.C. ahora conocido como El Punto Final.

Como Duncan O'Hara había predicho las décadas pasaban y llegaban y con ellas nuevos enemigos, nuevos descubrimientos. Nuevos métodos fueron desarrollados por los Vampiros y Licántropos para matarse unos a otros, lo cual no era nada nuevo.

Kieran, gobernaba fieramente tanto en tiempos oscuros como en tiempos de gloria, Shayla, se volvió una perfecta máquina de matar guiada por su odio y la indiferencia de su compañero; dejo de sentir más que odio y sed de venganza, pero no hacía nada sólo por Duncan, el hombre al cual le debía todo.

Después de varias décadas de estar juntos, Kieran se enamoró perdidamente de Shayla, pero ya era demasiado tarde y fue entonces donde comenzó su angustia, su suplicio, su infierno particular. Uno se consumía por el dolor y la angustia y la otra por el odio y la sed insaciable de venganza. Su reinado prosperó con creces tanto en gentío como en riquezas, pero ellos se consumían poco a poco sin saber que tan sólo la más muestra de amor verdadero por parte de alguno podría liberarlos.

Si el amor duele dense por dichosos, porque es el significado de que se ama de verdad. Es el significado de que estas vivo.

- Clock Clock Clock.- escuchó el taconeo de las botas de Shayla contra el suelo. Últimamente le ha dado con ponerse botas de tacón con ropa súper ajustada, cosa que me hace rabiar porque todos pueden ver su espléndida figura sin que tengan que molestarse en imaginar que habría debajo de ella, es que no deja nada a la imaginación, Joder.

Poco después ella entra en nuestros aposentos, no se confundan, no dormimos juntos, no por falta de intento debo decir, nuestros aposentos constan de dos dormitorios, una pequeña cocina, y una sala de estar, poco más. Como seguía diciendo, ella se dirige a su dormitorio entra y cierra la puerta. Con seguro, debo decir, creo que no confía en mí por lo ocurrido hace unas cuatro décadas.

Sucede que me descontrole un poco y la ataque en cuanto la vi en un súper ajustado vestido de gala una noche que nos dirijamos hacia una fiesta de máscaras. Después de eso siempre sierra con seguro la puerta, y lo digo otra vez, siempre. Como si eso fuera a detenerme pero en fin, si eso la hace sentir segura, pues que así sea.

∆∆∆∆∆∆∆∆

La vida que conocí hace tantos años ha evolucionado, los Vampiros nos hemos vuelto más fuerte que nunca, en especial nuestro aquelarre, hay muchos que deciden huir y también hay idiotas que deciden luchar, lo mismo da igual siempre vencemos.

El amanecer de un nuevo día, o más bien el crepúsculo de este. Tomo mis navajas luego de terminar de afinarlas y las coloco en su sitio, en los agujeros de mi traje. Me encuentro en la sala de armamento, estamos siendo atacados por unos Licántropos renegados, en serio son idiotas, a mi alrededor hay otros traficantes de muerte preparándose para la batalla; algunos toman diferentes tipos de armas cargadas de balas de Nitrato de Plata, otros toman espadas y dagas, yo uso una combinación de ambos. Llevo dos armas cargadas nueve milímetros con cargadores extras y mis dagas de plata y como broche final unas impresionantes espadas hechas a la medida para mí a finales del siglo XI. En fin, un pequeño regalo de Duncan, el padre de Kieran.

Una vez que todos estamos armados hasta los dientes, salimos a la batalla. Hay Licántropos por donde quiera que mires, en todos los tamaños y colores, los gritos de guerra son escalofriantes y ensordecedores. Se escuchan las balas al impactar contra carne, el silbido de las espadas antes de impactar contra las gargantas, el sonido, el relativamente suave sonido de las cabezas al caer al suelo, y el olor, aún, luego de siglos de hacer este trabajo, ese repugnante olor a muerte logra revolver mis entrañas, pero lo ignoró porque es lo que se espera de mí, es lo que todos creen, que soy imperturbable que nada puede hacerme daño, que no temo a nada. Todos están equivocados, si temo.

Temo a perder la cabeza y convertirme en lo que he cazado durante tanto tiempo.

Temo no poder ser lo que ellos esperan que sea.

Y sobre todo, temo perder mi compañero, a pesar de que él no me amé, yo si lo hago y no podría vivir si algo le pasara.

Muchos me consideran fría, pero no soy fría, simplemente mi corazón está roto y ya no soportaría otro desplante igual. Una vez me preguntaron a qué temía, mi respuesta fue: A perder a mi compañero. En otro momento me preguntaron, que si temía a la muerte. Luego de analizarlo y pensarlo detenidamente mi respuesta fue franca y directa.

YO SOY LA MUERTE.

Sostengo mi brazo vertical por delante de mí y apuntó a varios Licántropos, disparo sin ningún remordimiento, ellos caen al suelo retorciéndose mientras la plata los consume por dentro. La pelea no dura mucho, ellos son pocos y nosotros somos muchos, además ellos están cegados en su locura y no piensan solo actúan lo cual los vuelve peligrosos e impredecibles, pero fácil de matar.

Inesperadamente suena un disparo, giro sobre mis pies buscando el lugar de donde proviene, es desde más arriba. Estoy ahí en un abrir y cerrar de ojos y el tío está muerto. Mi visión se vuelve algo borrosa y siento el precioso fluido salir de mi. La bala al parecer contenía luz ultra violeta, pero eso no me daña, eso ni siquiera me debilita, es la pérdida de sangre. Coloco una mano sobre la herida directamente sobre mi corazón, todo empieza a dar vuelta. Caigo de rodillas sin poder evitarlo y todo se va oscureciendo a medida que yo me sumerjo en lo más profundo, ni siquiera trato de luchar contra la oscuridad después de todo, ¿qué me retiene en este mundo? Nada. Mi compañero me odia, no llegaremos a tener hijos y no tengo amigos, así que me dejó llevar por esa grandiosa paz, pero antes de desvanecerme por completo escuchó un grito de terror y siento como me acunan unos brazos fuertes y cálidos, Kieran, mi último pensamiento es para mi compañero, a pesar de que el me odie, le amó y trato de transmitírselo antes de que todo desaparezca.

Te amo, Kieran.