-SamanthaEn medio de la ruidosa sala de clases, Sammy volteó para ver a Fluke, con el libro de asistencia en sus manos. La silueta de su delgado cuerpo sobresalía en la oscura sala. Su cabello café almendra que fluía en sus hombros, era liso y hermoso.
— ¿Vas a devolver eso a la sala de staff? Yo lo llevaré. De todas formas, iré para allá —. Fluke lanzó su mejor sonrisa matadora y estiró su mano. Sammy lo miraba fijamente, pero la mirada de él estaba enfocada en el libro de asistencia que cargaba en sus manos. En verdad, no tenía una razón para ir a la sala de staff. Pero si obtenía el libro de asistencia, tenía una excusa para ir allá.
Con afán, Sammy le pasó el libro. — ¡Gracias! ¡Incluso cuando Max es nuestro profesor, siempre olvida cosas! — dijo con una sonrisa inocente.
Tomando el libro, Fluke devolvió la sonrisa. Pensó distraídamente que Max también le había sonreído así una vez.
Exceptuando en invierno, la puerta de la sala de staff normalmente se dejaba abierta. Fluke la atravesó sin vacilación y caminó hacia el escritorio que estaba cerca de la ventana en la parte posterior de la habitación. Max estaba al teléfono, inmerso en una conversación con su sonrisa habitual en su rostro. No sintió la presencia de Fluke.
— Olvidó esto —. Fluke colocó el libro de asistencia gentilmente sobre su escritorio.
Max dio un salto y sonrió incómoda y forzadamente. — Ah... gracias — dijo, alejando el auricular un poco y agradeciéndole sin hacer contacto visual. Su perfil se veía serio. Ignorando a Fluke, volvió a su conversación telefónica.
Aula, clase de ciencias. Cuando se cruzaron, Max ignoró a Fluke. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos. Fluke retrocedió medio paso y miró cansadamente la silla al lado de él. No había nadie. Sacó la silla y se sentó. Esperó a que Max dejara el teléfono, pero Max no pudo esconder su disgusto. Puso una cara que mostraba que Fluke lo estaba molestando, y continuó hablando por teléfono, quizá a Aim.
En otras palabras, la presencia de Fluke era problemática. Fluke colocó ambos codos sobre el escritorio de Max y miró fija y amargamente a su profesor. En verdad, Max no tenía razón para culpar la actitud de Fluke. Era una reacción normal y esperada. El placer que obtuvo por tener sexo con otro hombre no podía ser entendido por una persona común. Max probablemente había imaginado todas las cosas que Ohm había expuesto sobre su relación.