Capítulo II: Una cita.

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Declaimer: Los personajes de Boku No Hero Academia NO son míos, pertenecen a Kōhei Horikoshi, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Lo decía de verdad, por los cielos, él hablaba en serio. Sumiye intentó resistirse a que siguiera, su orden aún retumbaba en sus oídos. La llevaría a casa, no le interesaba si quiera saber si quedaba lejos de su camino. Ella no quería desviarlo, ya había sido suficientemente amable con ella durante el día, no pensaba convertirse en una carga. Sumiye podía ser todo menos una chica débil, demostraba ser independiente a pesar de su condición.

—No, ya basta— se soltó de su agarre, algo que fue realmente difícil. Bakugo tomaba con tanta fuerza su brazo que le sorprendería si no le dejaba un moretón. Su tono de piel no le favorecía, era muy pálido. Al mínimo contacto solía tornarse roja.

—¿Y ahora qué?— él también se detuvo, los dos a unos pasos de distancia. La escuela hace unos momentos quedó atrás, pero aún estaban rodeados de grandes árboles, lejos de las miradas de cualquier otra persona.

—No hace falta que me lleves, puedo irme sola— se acercó a Katsuki con la intención de quitarle su mochila, éste fue más rápido y se movió en dirección contraria. Su compañero tenía la mochila en su mano, estiraba su brazo para impedirle tomarla. Por más que Sumiye saltaba no lograba nada, sus intentos eran más remotos que el anterior.

—Por un demonio, ¿No ves que intento hacer algo bueno por ti?— explotó al fin, colocando una mano sobre sus hombros, deteniéndola en el proceso.

—No hay razón para que lo hagas— su voz fue casi suplicante, no le gustaba ser tratada con lástima, y sentía que eso era lo que Bakugo estaba haciendo con ella. Tenía que hacerle ver que él no tenía ninguna responsabilidad con respecto a su persona. 

—Quiero hacerlo, así de simple.

—Pe-pero...— se desmoronó, estaba demasiado sorprendida como para dejar de balbucear sin sentido. La idea de que él la ayudara por su voluntad y sin querer algo a cambio le parecía tan repentina, que apenas y podía hablar.

—Se dice gracias— murmuró con su tono molesto de siempre.

Sumiye respiró hondo, luchó para recobrar la compostura y lo intentó una vez más. Ahora se deba cuenta de que estaba siendo demasiado infantil, no todos que acercaban a ella para tratarla con pena —Lo siento. Y gracias por acompañarme a casa.

—¿Cómo vuelves a casa?— Katsuki volvió a tomar su brazo, esta vez con mayor delicadeza y rodeándolo con el suyo propio. La chica se mostraba avergonzada a su lado, pero confiada en su caminar ya que sentía seguridad si él la guiaba. 

—Suelo caminar, mi casa queda a un kilómetro al oeste. Pasando el planetario— no tenían que caminar demasiado, aunque de sólo pensar que la llevaría del brazo y la tendría tan cerca... Un ligero sonrojo se apoderó de sus mejillas. Odiaba tener que involucrarse con chicas.

—De acuerdo.

El camino fue realmente incómodo para ambos. Toda intención de Sumiye por iniciar una conversación era rápidamente terminada por Bakugo, que no aportaba algo nuevo o simplemente se limitaba a gruñir o quedarse callado. Eso sólo provocaba que la chica se perdiera en sus propios pensamientos, lo cual no era bueno, cada vez se sentía más nerviosa. Tocar el brazo de su compañero no ayudaba, podía sentir sus músculos definidos, comenzó a imaginar su aspecto en base a ese detalle. Supuso que bajo su uniforme, su torso se encontraba tan bien formado como sus brazos, sus hombros debían ser amplios, y sus piernas, largas y de buen tamaño. Su cabello lo tendría de tono rubio ceniza, voluminoso e indomable. Sus ojos seguirían siendo rojos, llamativos y brillantes como un rubí. Se sorprendió debido a lo bien que recordaba su apariencia. 

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2020 ⏰

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