Capítulo I

5.3K 311 200
                                    

Habían llegado a la gran ciudad de Calcuta de la India, donde se mostraba la gran felicidad de Avdol ante sus amigos en sólo ver como estos eran atacados inconscientemente por los habitantes calcutenses.
Al momento en que se lograron separar de la población, el moreno comenzaba a contar anécdotas que le había ocurrido, al igual una que otra leyenda cultural junto con recomendaciones que debían de hacer en "La ciudad de la alegría" ; los demás escuchaban atentamente a su amigo con una sonrisa que se podía ver apenas.

Como era de esperarse, algunas quejas se hicieron presentes por parte de Polnareff ya que los baños del restaurante eran demasiados raros que hasta llegaban al punto de asustarte, pero simplemente no le tomó para nada de importancia porque era algo usual en su personalidad.

Para resumir lo sucedido en el día y en la tarde, las tragedias llegaron tan rápidamente como si fueran las olas del mar ante los Crusaders, los cuales pudieron derrotar fácilmente con la ayuda de sus Stands, la fuerza de sus cuerpos y las estrategias de las mentes del Moreno y el peli-rojo; era claro que terminaron cansados con una que otra lastimada en sus cuerpos - donde la mayoría eran raspones- y eso era el simple hecho de fatiga a Joseph quien se dirigía rápidamente al hotel junto con sus gritos de puro escándalo.

Cada quien se fue a sus respectivas habitaciones compartidas de dos personas a excepción del viejo, por petición de los demás integrantes.

Kakyoin y Jotaro en tan sólo entrar a sus recintos, suspirar on con pesadez para que el de mayor altura se tirara directamente en su cama junto con un gemido de estrés; no quería saber nada, no quería saber de ninguna otra tragedia y sólo necesitaba dormir urgentemente para poder tomar fuerzas al siguiente día.
Desde su ida de Tokio hasta Calcuta, todo su viaje había sido muy dificultoso por los problemas de las cartas de Tarot que sus enemigos portaban de la misma manera que ellos, no podían siquiera estar tranquilos en un vehículo ó en un restaurante e incluso en los propios baños por miedo a que suceda un desastre en el lugar.

-Jorato, deberíamos bañarnos primero. Estamos sucios y dañados, nuestras heridas podrían infectarse si no las tratamos y el personal de limpieza se enojara por ver las sábanas manchadas de tierra, lodo y sangre- terminó de hablar para comenzar a quitarse la parte superior de su uniforme y la doblará para que luego sea llevada a la lavandería.

El mayor lo miraba desde la cama e hizo oídos sordos ante el mini regaño del peli-rojo. Sin pensarlo, inconscientemente lo comenzó a observar de pies a cabeza, no le quitaba la vista de su cuerpo y lo seguía en cada paso que este daba; realmente debía de admitir que tenía un cuerpo bien formado.

La vestimenta rasaltaba con claridad la espalda y los glúteos de su amigo, dejándole escapar un rubor en las mejillas el cual era tapado por su gorra; nunca había imaginado o pensado lo hermoso que era el cuerpo de un hombre, haciendo que su mente comenzará a jugar con él para abrir paso a uno de sus grandes debates de su vida.

<< ¿Acaso es admiración o gusto?>> pensó seriamente por sus adentros para apartar la mirada. <<Realmente... He estado observando mucho a Kakyoin durante estos días, no se que estará pasando conmigo... Pero me disgusta un poco... Estoy confundido>>.

Volvió a mirarlo otra vez, seguía de espaldas mientras apreciaba su libro que había traído antes de partir de casa; no lo podía evitar, efectivamente estaba hechizado por su cuerpo y por la actitud muy peculiar de su acompañante.

<< ¿Ésto puede ser obra de un Stand maligno? >> negó inútilmente ya que sentiría las vibraciones en su cuerpo.

Un escalofrío comenzó a recorrer por toda su espalda haciéndole dar un mini saltito junto con una sacudida de cuerpo; ¿cuál era la causa de todo eso?, fácil, el menor había volteado a su dirección por la gran mirada penetrante que recorría en su interior que Jotaro le estaba dando. Eso lo dejó con un poco de sorpresa ya que era la misma mirada que siempre le propinaba cuando estaban juntos.

La acción que Kakyoin optó para ese momento tan incómodo para el mayor, fue una simple sonrisa de oreja a oreja donde dejaba resaltar la sinceridad de su alma ante su amigo. En tan sólo verlo hizo que sus mejillas se sonrojaran aún más de lo normal. Su gorra ya no era lo suficiente para tapar la cara roja que traía para poder darle nuevamente función a sus neuronas para realizar un plan, en cual era estar lo más alejado posible de su amigo; su única y última opción fue levantarse de la cama para ir dirección al baño y encerrarse con seguro.

El peli-rojo lo miró un poco confundido por la actitud tan diferente que tomó, había pensado en que le diría algo o tan siquiera un simple gruñido -como siempre acostumbraba hacer- pero nada se hizo presente.

Jamás se imaginó que aquel chico grande, fuerte, de actitud rebelde, inteligente, misterioso, emderado e intimidante; iba a caer ante la simple sonrisa de alguien que ha pasado tan poco tiempo en su vida. Vamos, apenas lo estaba conociendo y no le cabía en la cabeza su gran desorden de pensamientos incontrolados por él, tenía que arreglar esto de una vez por todas, porque sus impulsos podían cometer una imprudencia que no le agradaría al otro.

<<Mierda... >> en tan sólo tenerlo en su mente por segundos, su pantalón comenzó a estorbarlo e incomodarlo por el gran despertar de su miembro. No quería hacer tal asquerosidad de darse autoplacer por una simple persona, su cara de desagrado lo decía todo.

Sin remedio alguno, llevo su mano a la cara de modo de resignación, esto no podía estar pasando y empeorando, se sentía más avergonzado que los demás días.

Dirigió la vista a la entrepierna abultada por el pantalón, su mano se acercó para quitarse los cinturones y desabrochárcelos, esta roso débilmente el miembro sobre las dos telas y ese simple tacto lo hizo gruñir; era demasiado sensible ante estas cosas y esa era uno de sus objetivos por el cual no se masturbaba.

Lo que más le avergonzaba y le hervía la sangre, era el simple hacho en que se iba a estimular ante la imagen de un hombre...y para empeorar lo, no era cualquier hombre, si no que se trataba de Kakyoin. Le disgusta a demasiado esto, pero ese era su único remedio, su única salvación; ya que sabía con exactitud qué aquella erección no iba a bajar con un simple baño de agua fría.

Continuará...

EWELEEEE.

Una noche Hambrienta (KakyoinxJotaro) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora