Capítulo IV

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La lengua rosada y con gran experiencia paseaba por el gran falo presente, lamía con bastante paciencia y lentitud haciendo que el otro sólo arqueara la espalda. Mordía sus labios con ímpetu sin siquiera importarle las lastimadas que él mismo se provocaría, pero no quería dejar salir ningún sonido de su boca; le avergonzaba bastante y no quería mostrar debilidad ante su acompañante quien lo miraba desde abajo y sonreía por sus acciones.

-¿Qué pasa Jotaro? Hace rato gemías hermoso ¿Por qué ahora te escondes? - ese tono de voz comenzó a sonar nuevamente invadiendo sus oídos para llevar una gran conexión a su parte íntima. El miembro se movía sin el consentimiento del grandulón y sólo suspiraba junto con uno que otro quejido que provenía de su ser.
Como se había dicho antes, no se lo dejaría tan fácil y sería suyo completamente. Su objetivo principal es poder sacarlo de sus casillas más profundas, quería ver todo tipo de expresión, sonido, movimientos y poses que el contrario tomaría.

Perder el control, era todo lo que quería.

Ya no le importaba la sangre seca, ya no le importaba el sudor pegajoso de su cuerpo, no le importaba las lastimadas de su cuerpo las cuales comenzaban arder por el recorrer del agua que se mesclaba con las cosas anteriores que traía desde su combate. Todo eso lo estaba mandando por un tubo para así poder satisfacer a su gran amigo de viaje; no sabía si este sería la última cosa que haría en toda su puta vida, no sabía con exactitud si después de esto iban a suceder bajas por medio de los Stands y portadores enemigos.

<<Disfrútalo y hazle sentir la persona más apreciada que el mundo pudo tener>> pensó por sus adentros mientras sus dedos empezaban acariciar con su gran fascinación los muslos, pantorrillas hasta llegar a los gloriosos glúteos.

Jugaba con la entrada de Jotaro simulando como si fuera a introducirse y luego retirarlo para seguir su camino en la parte baja de la espalda; le proporcionaba escalofríos, estremecimientos y una gran tentación de tener algo dentro. El peli-rojo seguía con su trabajo oral, donde se podía apreciar la gran succión que le hacía al gran hermoso glande de color rosado para poder percibir el mini salto que dio su compañero; le estaba encantando tenerlo sumiso y entregado sólo para él, su viaje va hacer muy diferente después de esta gran noche y le haría complacer todos los días, tardes y noches sean posibles, no dejaría que ningún hombre lo desnude con la mirada, no dejaría que alguien haga demasiado contacto con sus manos, no dejaría que ningún otro hombre lo tenga ante sus pies.

-Kakyoin...ya no puedo- su voz era delgada y silenciosa, se podía escuchar apenas en todo el baño pero fue lo suficiente para su amigo, quien dejó a un lado el miembro viril para centrarse en el rostro de aquel bello ángel que suplicaba a lo bajo - ¡No sigas, mételo ya y deja de jugar! -.

Una risilla salió de sus labios para poder introducir dos dedos en la cavidad del grandulón, repetía cada tres veces "Mi bello y gran Jotaro" mientras presionaba la próstata con gran emoción, los gemidos salían con exaltación dándole música a los oídos del menor. Lo miraba desde abajo y recibía pequeños regaños e insultos que luego eran callados por segundos por la presión en su interior.

-¿Quién lo diría?... Aquel muchacho con aspecto amenazante e intimidante rindiendose ante alguien quien antes lo quiso matar, me sorprende cada vez los lazos del destino. Nos odiabamos en solamente unas cuantas horas, para luego pasar a ser tu amigo...y ahora...estas gimiendo aquí por mí - su Stand empezó a bajar al pelinegro hasta quedar a una altura estable donde el otro aún podía seguir complaciendolo con sus dedos -Me encantas Jotaro, bastante y ahora puedo afirmar el porqué me mirabas tanto, el porqué me seguías con tanto interés y por qué pronunciabas mi nombre en tus propios sueños con un susurro cálido y sencillo que sólo yo podía escuchar-.

Una noche Hambrienta (KakyoinxJotaro) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora