Capítulo III

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(Minutos antes)

El peli-rojo se le ocurrió la gran idea de fingir su salida en la habitación, tenía demasiada curiosidad ante la acción que tomaría el mayor en estos momentos tan incómodos y deseados.

Sacó su Stand quien reconoció el mandato de su portador con sólo ver su estado de ánimo, fue encamino para abrir y volver a cerrar la puerta de madera para que el otro sujeto lo escuchara; no tardó ni un minuto y los gemidos ya resultaban nuevamente y con más intensidad, la cara la tenía más roja y como su frente le empezaba a sudar para recorrer en todo su rostro.

Su sorpresa más grande que se ha llevado durante toda su vida, fue la mención de su nombre con aquella voz que antes era muy varonil, provenir desde adentro.

-Aah Kakyoin... Kakyoin- se exaltó demasiado y era claro que no se trataba de un maldito y estúpido raspón o golpe en su cuerpo.

<<¿Estaré soñando?>> pensó por sus adentros mientras apretaba sus manos con la tela de su pantalón. No lo podía creer y estaba reaccionando sin querer haciendo que de igual manera se agitara hasta el punto de faltarle el aire.

Se alejó un poco para poder pensar claramente, pero era imposible al encontrarse en ese estado. Sus manos ahora comenzaban a jalar sus cabellos poco a poco para que se pudiera tranquilizar, pero nada resultaba.

-Mierda, mierda, mierda- pronunciaba rápidamente para volverse a incorporar y volver a mirar la puerta.

Tenía la tentación de entrar y poder ver con sus propios ojos el espectáculo que el grandulón estaba formando.

<<Esto es inapropiado...el gran Kakyoin amante de las mujeres mayores ¿Qué le está pasando?... Sobajándose ante los gemidos de su amigo, ¡ERES UNA VERGÜENZA!>> los pensamientos seguían sin parar y no le puso la demasiada atención a su cuerpo, haciendo que este actuara por su propia cuenta, dejándose llevar por los instintos, el deseo y la gran curiosidad.

Su mano temblorosa y un poco dudosa se posó ante las cortinas del baño para dejar al descubierto al pelinegro quien aún no había captado lo que sucedía.

La mirada perdida y el Stand sosteniéndolo de las espaldas para no caer, era lo único que necesitaba; mierda, estaba realmente duro con sólo verlo y ya no sabía cómo reaccionar ante tal imagen.

-Jotaro...- dijo su nombre haciéndole abrir los ojos con temor al mencionado y como volteaba con lentitud.

Sus ojos conectaron y el miedo les invadió por completo ¿Ahora qué mierda deberían de hacer?

Volviendo a la situación actual. Jotaro formulaba un sinfín de cosas en su cabeza, estaba planeando un gran escape épico y bien estructurado, pero nada salía de su mente.

Lo había escuchado y posiblemente lo había visto correrse, su orgullo estaba por los suelos y no había remedio para volver a levantarlos. Volvió a temblar por la mirada fija y observadora del otro que recorría su cuerpo mojado y manchado de las pequeñas salpicadas de su semen; tenía ganas de agarrar una libreta y un lápiz para poder dibujarlo, quería tener a toda costa su pincel para poder retratarlo por lo tan hermoso y exitante que era.

-¿Kakyoin...qué tanto miras?- levantó la mirada para poder dar nuevamente  acción al espectáculo.
Su mano lo agarró de la nuca para que lo pudiera acercar a sus labios que comenzaban a besarlo sin parar, quiso poner resistencia pero el cuerpo le pedía en que se dejara. Hizo contacto con sus dedos en las mejillas del menor para poder acariciarla al ritmo de la respiración que salía de sus bocas con cada suspiro que daban al parar. Las quitó de su rostro para poder estar en los botones de la ropa del contrario, donde los desprendía uno por uno, no le importaba la fuerza que estaba poniendo ante la ropa de su acompañante y el otro ni siquiera se inmutaba, es más, lo ayudó para despojársela de su cuerpo y así poder tener el pecho, su abdomen y sus brazos al descubierto.

Gimió ahojado por sentir la respiración cerca de su manzana para que sea lamida y besada por Kakyoin, quien disfrutaba sin parar el recorrido que le estaba dando. Bajaba con besos y subía de la misma manera hasta toparse con los pezones erectos de su compañero; este lo miró con una sonrisa lasciva mientras que el otro chasqueo la lengua para dejar salir un gruñido. Sentía la lengua y los dientes rozar con malicia, sentía como los dedos le apretaban y tiraban sin pudor el otro pezón; el juego comenzó a volverse aún más difícil de lo que creía y su miembro comenzaba otra vez a gotear.

-¿Qué pasa Jotaro? ¿Otra vez te vas a correr? Solamente te estoy lamiendo y tirando los pezones- se retorcía del cosquilleo que le estaban emitiendo, las tetillas eran uno de sus puntos débiles y más gozosos para él; ahora estaban siendo apoderadas por el único amor que ha estado teniendo desde el inicio de su viaje - ¿Enserio te vas a correr? Que descarado de tu parte Jotaro-.

Su voz estaba siendo intentada de callar, pero claramente era imposible. Volvió hacer besado por el menor quien dirigió una de sus manos a los glúteos bien formados del hombre, este ni se inmutaba a decir nada, prefería quedarse callado y gozar de todo. Una nalgada se hizo presente sacándole un gruñido para que luego se formara en gemido por sentir el agarre fuerte que le andaban propinando.

Las marcas de sus dedos se notaban con claridad por la fuerza que había puesto, sonrió para volver a mirarlo con más lujuria en sus ojos; sabía perfectamente que se estaba dejando llevar por el momento y el otro lo hacía de la misma manera, pero en el transcurso de la noche hasta llegar la mañana siguiente, los dos se iban arrepentir con demasiada vergüenza.

-Hierophant Green, ayúdame- llamo al Stand quien salió rápidamente para cumplir las órdenes de su portador. Le indicó que con sus propios tentáculos levantara y despegara las piernas para tener mayor visibilidad, movimiento y posesión ante el cuerpo del grandulón, quien sólo miraba con emoción ante todo lo que pasaba.
- ¿Qué tal la vista Jotaro? ¿Es perfecta? -.

-Siempre es perfecta cuando estas tú- dijo sin querer, sintió que ya había echado a perder el momento y su única opción fue taparse los ojos. Este se dio cuenta y volvió a sonreír para darle un soplo suave al gran miembro que tenía enfrente, se movió por sí sólo junto con un suspiro fuerte e impaciente del mayor.

-Me honran tus palabras y eso me pone demasiado feliz, veo que realmente quieres que te la meta ya que tu cuerpo se está impacientando...pero...debes de tener paciencia, te debo preparar o... -.

-¡Ya lo hice por mí mismo! ...no es necesario en que lo hagas, ya estoy listo- más que un regaño, se escuchó a una oración de súplica. Kakyoin no se lo dejaría fácil, lo iba a poseer bien, lo iba a tomar como se debe y no le importaba si el otro ya se había estimulado por su cuenta, no nada de eso; ahora le tocaba a él y se lo haría tan esplendoroso por la ayuda de sus dedos que han sido entrenados gracias a los videojuegos, cada uno tenía un movimiento especial y cada uno le daría un gran regalo en el interior de su acompañante.

-Mi grande y hermoso Jotaro, tendrás que esperar-.

-¡¿Qué?! ... ¡¡Aah, Kakyoin!! -.



Continuará...

Una noche Hambrienta (KakyoinxJotaro) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora