Capítulo V

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Volvió a la realidad para poder ver la gran espalda esbelta ante sus ojos, admiraba los músculos que el mayor tenía; como el sudor bajaba lentamente y abrazaba los chupetones rojizos que le había dejado. Se percató en instantes que el otro ya no podía seguir en pie y su opción más tierna fue levantarlo y besarle nuevamente la mejilla para llevarlo a la regadera, ambos tenían que limpiarse y quitar cada rastro de esencia de sus cuerpos.

Su Stand ayudaba a mantener en pie a Jotaro mientras se encargaba de limpiarlo por completo, el otro lo miraba con suma dulzura y no objetaba ninguna palabra, es más, estaba tan agradecido en que hiciera eso.
Tanto el corazón como su alma estaban tan llenos de ternura, su regocijo se presenciaba en los ojos azules que apreciaba tanto el peli-rojo desde su primer encuentro.

Estaban al fin en la cama, las cuales se habían unido gracias a Kakyoin para poder estar juntos y dormir lo más pegados posible. Querían sentir la calidez, el calor de sus pieles, el palpitar del corazón y la respiración de cada uno rodeandoles durante sus sueños.

Las acaricias ante sus cuerpos desnudos y el abrazo incontrolable que se estaban dando era realmente lo único que necesitaban.

-Me gustas Kakyoin, desde que te conocí en aquel encuentro desastroso. Es algo estúpido y me siento como una maldita mocosa de 15 años en decírtelo... No lo volveré a repetir, espero en que te haya quedado en claro- decía con sus ojos cerrados mientras admiraba el olor a shampoo de su pareja, este sonrió por el comentario y lo rodeó mucho más fuerte que antes.

-Lo sé...la forma en cómo me veías, por cómo me tratabas y el tono de voz que utilizabas cuando me dirigías la palabra. Jotaro...yo nunca me imagine en que esto fuera real, pensaba que eran suposiciones estúpidas de mi parte, pero me doy cuenta que todo es muy diferente- lo miro a los ojos para depositarle un beso en sus labios y volver a cerrarlos -Maldición, que cursi es esto-.

-Demasiado- enseñó una sonrisa para seguir descansando sus párpados - Te quiero Kakyoin...prométeme que en las próximas batallas que tengamos seguirás de pie-.

El menor lo miró fijamente y suspiró con gran pesadez, la preocupación le invadía, el temor se presentaba por lo que pasaría en los siguientes días, pero realmente no podía hacer nada.

-Es algo que no podré prometer. El destino es muy difícil de predecir  y se que tienes miedo al igual que yo, todos lo tenemos; es un viaje de vida o muerte al cual nunca vamos a poder escapar y a pesar de que la situación sea mucho más diferente y no tenga nada que ver por la activación del Stand de tu madre a causa de Dio, la cosa sería la misma. Vivimos con el miedo en que va pasar al rato o al día siguiente; dormimos con el temor en saber que va a pasar durante estas horas y despertamos de la misma manera. Tenemos que aprender a vivir con eso Jotaro... Es doloroso y el recuerdo es el que te mata más, ya que sabes que la presencia de esa persona se ha esfumado y no hay ningún método para poder remediarlo-.

El dolor en su pecho le decía en qué se detuviera, no quería romper en llanto ante el pelinegro y mostrarse nuevamente débil como en sus años pasados cuando solo era un niño.

-Yo te prometo Jotaro, que ante todo esto daré mi corazón, mi amor, la valentía y el cariño hacia ti. No importa las circunstancias que se presenten, mi alma y mi espíritu estarán aquí...estarán siempre para ti-.

Los ojos cristalizados del mayor derramaba las pocas lágrimas que él aceptaba en dejar salir.
Sabía perfectamente en que tenía toda la razón  y era algo estúpido en pensar sólo eso. El momento se tenía que disfrutar a toda costa, porque el día de mañana en que falte a llegar lo mantuviera en su corazón, como el trofeo y el recuerdo más grandioso que ha tenido durante toda su vida.

El silencio invadió la habitación, los insectos rechinaban con suma calma y la luna adornaba el maravilloso cielo.

Su mirada estaba centrada en la nada y tenía el gran presentimiento que algo malo pasaría.

-Te amo Kakyoin y siempre lo haré... -

-...A pesar de todos los problemas Jotaro... allí estaré y te entregaré todo el amor que sea necesario-.















Calcuta de la India "la ciudad de la alegría". El día en que Jotaro Kujo y Kakyoin Noriaki demostraron su amor, el cual sería eterno.

Un recuerdo que jamás se olvidará.

.Fin.





Espero en que les haya gustado el fanfic, a mí me encantó como quedó todo y sinceramente siento que el final le podría haber agregado algo más, pero ya no sabía que poner.

Los quiero mucho y nos leeremos en los siguientes proyectos que haga.

Cuídense y mucho por favor :')

Chao chao.



Una noche Hambrienta (KakyoinxJotaro) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora