Onceavo capítulo.

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Todo iba de mal en peor, así que fui de visita a la casa de mi medicina diaria: Lucía, mi mejor e inseparable amiga desde los siete años.

—Toc, toc, toc, toc, toc, toc... —toqué su puerta unas cien veces, rápidamente. 

— ¡ESTÚPIDA! —gritó, con una sonrisa psicópata. 

—Trabajando las veinticuatro horas del día  —presumí, fingiendo mover mi chaqueta invisible. 

— ¡Sólo  entra! —jaló de mi brazo.  

— ¿Sabes? Eres  mi estúpida favorita —fingí secarme una lágrima. 

—Sí, claro, YO soy la estúpida —dijo sarcásticamente. 

Estuvimos un largo rato charlando de idioteces en la computadora, leyendo en Wattpad y demás...

— ¡Tengo un libro nuevo! —exclamó contenta.

— ¿Me lo prestas al terminarlo? —hice un puchero. 

—NO.

—Ah, ¿sí? Pues... alcánzame —dije, y salí corriendo a su habitación en donde estaba la biblioteca, seguida por  Lucía.

—No soy tan idiota como para esconderlo. 

—Mierda, pues ya me tengo que ir, si llego aún más tarde, me matarán. 

Jalé el picaporte, pero no se abría y mi pánico aumentaba.

—¿Cerraste la puerta? ¡Se traba! No  podremos salir hasta que mi madre regrese a la noche, idiota —dijo preocupada.

— ¡NO, SALDREMOS, YA VERÁS! —exclamé, parada en su cama, triunfante.

—Salte de allí, me ensucias la cama —me empujó.

— ¡Ay! —chillé.

—Saldremos por la ventana —dije, con esperanzas. 

—Está muy alta —dijo ella, cagando mis esperanzas. 

—Me harás pie —exclamé.

Agarré unos bancos sumados con libros, ya que ella se negó a ser mi banco; y por fin pude subir.

—Vamos, ahora ve del otro lado de la ventana. 

—No puedo.

—No seas miedosa...

—No soy miedosa, me atoré, ¡empújame, idiota! —chillé.

—Ja, ja, ja, ja —se tiró al piso del dolor de estómago.

— ¡Ayúdame! —chillé nuevamente. 

Ella, después de su larga risa, me empujó de los pies; haciendo que por fin callera de cara en el cemento del patio. 

—Primero: ¡ay! Y segundo... tierra, hermosa tierra —dije, besando el suelo. 

—¡Apúrate! —gritó Lucia desde el cuarto.

—Está bien, está bien...

Luego de sacarla de su cuarto, me marché a mi casa como perro en cucha; y al llegar me tiré sobre la cama gritando: ''Libre, como el Sol cuando amanece, yo soy libre..."

Así soy yo. © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora