- II -

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Estaba impaciente porque ese tarado llegará. Ya había pasado más de la mitad de la hora asignada y el inútil no llegaba. No era capaz de entender que sucedía con ese tipo, ¿acaso no le importaba su trabajo?, ¿la imagen que tendría si se supiera lo irresponsable que podía ser?.

A decir verdad, tenía todas sus esperanzas depositadas en ese hombre tan extraño. Desde que le habían asignado por fin un abogado se sintió salvada. Creyó que al fin podría demostrar su inocencia con ayuda de ese hombre pero después de varias sesiones con él entendió que el hombre era realmente un incompetente.
Ya llevaba medio año encerrada en ese horrible lugar y aquel sujeto no había sido capaz de avanzar propiamente en su caso; y para su terrible desgracia, no había nada en sus manos que pudiese hacer, era lo único que el estado podía hacer por ella. Después de todo, desde que fue ingresada a la prisión estatal se había convertido en un estorbo, había pasado a formar parte de la escoria de Japón, aquellos seres que la sociedad deshumaniza por sus pecados.

Y ella pensaba igual, a decir verdad, más sin embargo sabia que no pertenecía a esa calaña, no, ella era diferente, ella era inocente.

Escucho la celda de la sala de visitas abrirse, era realmente escandalosa para su gusto, u estaba segura que para el de cualquiera. Esposada de manos a la mesa no podía hacer mucho en cuanto a su movilidad,pero no necesitaba voltear, ese burdo gutural y burlón le decía perfectamente que ya había llegado. Además, nadie más la visitaba nunca.

-- Llega tarde de nuevo - dijo realmente molesta, no era la primera vez que le hacia esto.

-- Si...-- dijo él sin siquiera mirarla -- la verdad tuve un inconveniente hace unos momentos --

-- Me parece realmente conveniente para usted que sus inconvenientes siempre se presenten justo antes de nuestras reuniones, señor Taisho --- dijo  con evidente ironía en sus palabras, cargadas de molestia. -- espero sean solo suposiciones mías--

-- Lo son -- dijo sin interés el hombre frente a ella.

Estaba claro para ella que aquel hombre no tenía interés alguna en ayudarla, se lo dejaba claro en cada reunión que tenían. Tal vez no con palabras pero sus acciones hablaban.

--- Recuerdeme Señorita Higurashi, que fue lo ultimo que hablamos en la sesión pasada --- hablo este, sin despegar los ojos de papeles que sacaba de su maletín y que leía rápidamente para pasar a otro, casi escupiendo al pronunciar su nombre. Ella no encontraba lógica en leerlos cada que sus reuniones iniciaban, después de todo, llevaba medio año haciendo exactamente lo mismo.

--- Hablábamos de mi hermano, Souta, ellos se lo llevaron, lo secuestraron para chantajearme--- dije por quinta vez desde que nos conocimos, estaba segura de que le había repetido mi historia más de tres veces, más él siempre insistía en que había inconsistencias cada que contaba mi historia --- Hasta donde entiendo, aún no tienen pistas de dónde podría estar ---.

--- Eso no es todo Higurashi, tampoco hay registros de la existencia de ningún  Higurashi, Souta en ningún registro civil de Tokyo--- dijo él sin trabas en la oración entera,lo dijo con tal seguridad que solo caló más profundamente en los huesos de Kagome.

---¿De que carajos habla?---
Pregunto estupefacta, con el rostro desencajado.

--- Eso Higurashi, no hay un Souta, su supuesto hermano no existe, ¿no es así?. Necesito que me diga toda y nada más que la verdad si quiere salir de aquí. --- dijo seriamente el hombre, cruzando sus manos frente a su rostro,mirando amenazador a la chica.

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