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Miro fijamente la luna a través de la ventana con los ojos casi llorosos. Tan solo faltaba una hora para que llegara el eclipse, y yo no había logrado nada, me atrevería a decir que de hecho mis pocos avances se habían retrocedido. Y lo peor de todo, aún no sabía que demonios hacer.
Yo tenía la ventaja, sabía lo que iba a ocurrir, podría huir, tan lejos como podía y otra vez cambiar mi vida por completo como lo había hecho cuando llegue a esta mansión. ¿Era mi mejor opción? No lo sé, pero parecía la más viable para mi propia supervivencia. Podría decirles a los Sakamaki sobre lo que iba a ocurrir, pero teniendo en cuenta como son ellos, dudaba enormemente que hicieran algo sustancial, además de que posiblemente me matarían por no habérselos dicho antes.
Quizá se lo podría decir al tío Karl...
La cuestión era que no creo que él haría algo para salvar a sus propios hijos, no creo que les sea de importancia teniendo en cuenta que Karl no tendría dificultades de volver a reproducirse. Y lo más probable sea que también se moleste conmigo, pero eso no era ciertamente importante, menos sabiendo ahora que yo fui y era parte de sus macabros planes, no le sería difícil también reemplazarme.
Paso las manos por mi negro cabello suelto, raramente, y tiro de las hebras, causándome un pequeño dolor en el cuero cabelludo que me es de cero importancia. La luna cada vez se mostraba más oscura.
Te quedas sin opciones, Koko. Piensa en algo, y que sea rápido. Era más fácil decirlo, en este caso pensarlo, que hacerlo.
Malditos problemas del reino en los que no debí involucrarme nunca.
―¿El eclipse es importante? ―pregunta una voz detrás mío y yo me giro.
―El eclipse es el momento en donde el vampiro pierde más que nunca su poder, por la luna nueva ―respondo mientras me acerco al rubio.
