Capitulo 2: Conociendo al mundo.

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El anciano se encontraba en medio de un lugar totalmente blanco, el suelo y el cielo eran del mismo color, pero se podía diferenciar porque el piso era reluciente, pero a la vez extenso. No había ningún sol que ilumine algo, simplemente el lugar era brillante, ni siquiera se veía su sombra, miro por todas partes pero todo era extenso, pero en un momento noto que había algo al fondo, era una media esfera pegada al suelo, en esta había un marco de puerta. El anciano fijo su mirada ahí y noto que algo pequeño salía, este alzo la mano izquierda.

-Izar...

Despertó, se encontraba en la cama de los padres de Elena, estaba un poco oscuro. Se levantó de la cama y se dispuso a salir de la habitación. Ya afuera noto que el sol apenas iba a salir, pero una luz provenía de la habitación de al lado, también noto que la niña no estaba en su cama.

-Elena ¿Estás ahí? – pregunto el hombre.

-Sí, me estoy bañando, ya voy a salir – dijo la joven desde la habitación del baño.

En eso el anciano escucho unos chillidos, eran de la bolsa de las ratas, al parecer los animales aún estaban ahí y por fortuna la bolsa no parecía tener rastros de mordeduras, debía ser muy resistente, en eso escucho una puerta abrirse, era la de la chica que ya estaba cambiada con su típico vestido, pero se veía más limpio que ayer.

-¿Qué puedo hacer ahora? – pregunto el anciano.

-No lo sé... - dijo la chica pensando en que podría ser útil, en eso miro la bolsa - ¿Podrías cargar a las ratas?

-Si es en lo que puedo ser útil lo hare – dijo el anciano.

Agarro la bolsa y salió de la casa con la niña, se fueron por un camino natural el cual era en distinta dirección a la del pantano.

EL anciano mientras seguía a la muchacha sentía a los roedores moverse en la bolsa con la que cargaba en la espalda, no le era ningún fastidio, todo lo contrario, se sentía honrado ya que así la niña no tendría que sentir aquello, ya que debido a su tamaño debía ser muy incómodo llevar a estos revoltosos animales.

En una parte del camino la chica volteo a ver al anciano, parecía que le gustaba trabajar y no era tan malo en eso, si se acostumbraba al mundo entonces le sería muy útil, y también podían hacerse buenos amigos, lo que le preocupaba es como las personas reaccionarían ante él.

Vio algo detrás del hombre, algo que venía rápidamente y mientras más se acercaba más grande se veía, la chica se quedó más pálida de lo que estaba.

-¡Corre! – grito la niña tirándose a un lado del camino.

El hombre con una ceja levantada miro hacia atrás confundido de lo que estaba temiendo la niña, pero cuando lo hizo una gran fuerza choco contra él.

La niña cerró los ojos, sabía que los jabalís gigantes rondaban por esa zona pero no era muy usual de que ataquen por el camino, escucho el golpe y no quería ver como quedo el anciano, pero solo logro oír guarridos de dolor. Abrió los ojos saliendo de su escondite y se topó con algo que le dejo impactada.

El anciano había sido empujado pero solo unos centímetros y se encontraba de pie, mientras que el atacante estaba en una situación que jamás creyó ver la niña. Tenía el cuerno derecho hundido en su mandíbula, chillaba por el dolor y se fue corriendo en sus cuatro patas muerto de terror por lo que le causo el anciano. Elena no se lo creía, pero en eso noto el rostro de preocupación del anciano.

-¡Las ratas! - dijo el anciano que de inmediato miro el interior de la bolsa, luego puso un rostro tranquilo – Que alivio, aún están bien.

-¡¿Qué le hiciste al jabalí?! – dijo la chica sorprendida.

El retorno del HeroeWhere stories live. Discover now