Vodka y desenfreno en cautiverio - Parte 2

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- Eun Kyung ¿Qué demonios estabas haciendo dentro de la habitación 99?

- Unnie, tienes días sin visitarme, sabes que tus juguetes me ponen celosa.

- Deja las niñerías ¡no ingreses aquí sin mi permiso!

- Uhm ¿Entonces puedo jugar con el dóberman?

- Lo que hagas con Lynch me tiene sin cuidado, no entiendo para que le salvaste la vida.

- Me atraen las rubias...

Kim Yo – jong termina la conversación con Eun, la acompaña a la salida del hotel y de regreso toma un botiquín con medicinas. Al ingresar y brindar auxilios a Natalia se da cuenta de que algo anda mal con ella, no por nada no volvió a colocar aquel collar, justo en el instante en que Natalia le pidió beber juntas una botella de vodka y paso su lengua por su oído Yo – jong supo que su cuerpo solo deseaba una cosa ¡Tener a esa mujer!

Si tan solo hubiese escuchado a la razón y no a sus deseos no se encontraría encerrada en la habitación 99, encerrada después de tener lo que deseaba, el precio de poseer a aquella rusa fue muy alto. Yo - jong previo a su ingreso fortuito a media noche dio orden expresa a sus hombres, nadie podía ingresar a ese cuarto sin su autorización, y ahora se encontraba con una enorme puerta de roble muy difícil de derrumbar.

Su ira solo era apaciguada por la jaqueca. El dolor en su pelvis no le dejaba con mucha fuerza de voluntad, sin duda notarían su ausencia y el guardia de primer piso indicaría su locación, era cuestión de horas para que alguien tocara la puerta, pero esto no ocurrió, en 72 horas, 72 largas horas nadie se acercó, le dieron más motivos para odiar que para amar.

La habitación 99 era conocida como el cuarto de la traición, allí Megumi Yokota la madre de Kim Eun-kyung fue violada, torturada y embarazada por el fusilado Kim Young-nam, cuando el abuelo de Yo – jong supo de la existencia de una bastarda mestiza quiso jugar una carta contra Japón. Dejo que Megumi dispara a nam y convirtió a su hija en una princesa que crecería con todos los beneficios que su nieta Yo – jong. Fue la habitación 99 el lugar donde por primera vez Eun y Yo – jong mantuvieron relaciones, el lugar donde por primera vez asesinaron a alguien, fue el lugar donde juntas planearon conquistar el mundo.

Era apenas entendible el enojo de Eun al sentir que su lugar favorito fue invadido por la rusa, justo en ese devenir de recuerdos la puerta se abre, por un momento Yo – jong deseo que Natalia ingresara, pero, Eun quien tenía la otra llave es quien abre la puerta.

- Unnie, días sin verte.

- Cállate ¡Dime que la capturaste!

- ¿Capturarla? No, pero se presume que Han – Sol le está ayudando en el escape

- ¡LOS QUIERO AQUÍ HOY!

- Pues, creo que no podrá ser así

- ¿Qué dices?

- Kim Pyong-il ha aprovechado tu ausencia unnie, y ahora tiene el apoyo del partido del trabajo, el culto de la personalidad le brinda su total respaldo y con ellos el ejercito, unnie creo que lo mejor es que tú y Sul song unnie lo acepten.

- ¡NO! Ya mismo iré a recuperar lo que me pertenece.

Eun toma la botella de vodka del piso, con ella golpea a Yo – jong quien se encontraba de espaldas.

.....

....

..

- Kim Yo – jong ¿Qué se siente estar del lado de los prisioneros?

Al abrir los ojos Yo – jong se encuentra atada en la habitación 99, su cuidadora no es otra que J. Lynch que con traje de enfermera y un parche en el ojo le observa mientras divaga con un cuchillo en sus manos.

- ¿Ahora eres Elle driver?

- No sabia que en corea del norte podían ver Kill Bill

- ¿Qué mierda haces aquí?

- Vigilo la basura... ¿Quieres que te cuente un secreto?

"Vine aquí a matarte por órdenes de mi país, en busca de una alianza con Pyong-il, si esa rusa no se hubiese entrometido, yo tendría mi ojo y tu querida, tú no tendrías que vivir los próximos días deseando que te mate"

- ¿En todo caso tú o la rusa, ambas querían matarme?

- Bueno... ambas no, los rusos venían a joder más tu mierda de dictadura, bueno, algunos de ellos, uno de esos rusos de mierda hizo un trato con nosotros, cambio el documento que se le dio a la perra, en caso de fracasar nosotros ella lo lograría sin saberlo, pero algo salió mal, así que dime ¿Cómo sabias que ambos mandos querían matarte?

- No me interesa seguir hablando contigo.

- ¿Hablar? Si, estoy siendo muy civilizada, es hora de que te muestre quien le enseño a quien sobre tortura.

En ese momento Lynch saca del botiquín un equipo de tortura, inyecta en Yo – jong una sustancia desconocida, pone en ella un collar eléctrico y comienza un vejamen contra la arpía.

Mientras su conciencia trata de no caer en la locura, sus ideas contra Natalia disminuyen, una sonrisa se dibuja en su rostro, la rusa no venia a matarla, y pensar en ello le hace feliz. Pero la vida quiso que ambas terminen en una guerra donde ellas querían ser fichas claves y ahora solo son peones en un juego de vergas gordas adictas al poder. 





Poklónjong War of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora