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Mi cuerpo temblaba de miedo mientras el nerviosismo recorre mi espina dorsal. Cuando me sobresalte, el vaso cayó de mis manos. Rompiéndose en mil pedazos en el suelo. Me agacho disculpándome mil veces, no entiendo porque siempre tengo que ser tan torpe.

—Y-yo voy a lim-limpiarlo.

—Déjalo, vas a cortarte.

La vergüenza y pena no me dejaba oír sus palabras con claridad, así que simplemente traté de recoger los vidrios rotos en el suelo, pero uno cortó un poco mi dedo.

Chillé bajo en ése momento.

Oí como la madre de Cristina gruñía, probablemente estaba enojada. Me toma del brazo con fuerza y me levanta del suelo bruscamente, me llevó hasta la sala de estar.

Sentía mi cuerpo temblar. Llevo años tratando de entender porque me pongo así en cuanto estoy con ella, porque no le tengo miedo... Ella siempre me ha protegido, creo que siento miedo porque siempre hago tonterías enfrente de ella.

El alcohol y las drogas aún no se habían ido por completo de mí sistema.

Desearía no recordar esto.

Estaba esperándola mientras me encontraba sentada en el sofá, no tardó en volver.

Se sentó a mi lado y comenzó a limpiar la pequeña herida. No pude evitar quedarme atenta admirando sus facciones, su expresión fruncida.

Termina de limpiar para colocarme un bandita color rosa en mi dedo. Sonreí inconscientemente, ella sabe que es mi color favorito.

—¿A qué hora llegaron?

—Hace una o dos horas...—Murmuré sin mirarla directamente a los ojos.

Mi corazón se altera en cuanto la siento de nuevo cerca de mi. Se acercó tanto que su rostro se encuentra literalmente a pocos centímetros del mío.

No creo que sea tan malo cumplir mi fantasía de besarla, ¿Cierto?

Solo un poco más. 

De nuevo dejé que mi cuerpo siguiera su rumbo por si solo, me acerco lentamente a sus labios, sintiendo el exquisito roce de sus labios contra los míos. Ella está inmóvil, no hace absolutamente nada.

—Por favor, bésame...—Susurré.

Siento sus toscas manos sujetarme con tanta fuerza mis costados. Suelto un pequeño gemido sobre sus labios.

—Bésame.—Repetí.—Yo, siempre lo he deseado. Te deseo desde que tengo memoria, por favor bésame.

Simplemente la oigo gruñir y separarse de mi con rabia.

—Estás ebria.—Bufó.—¿Qué demonios estás pensando?

—No, no...—Murmuré.—No estoy ebria.

Solté una pequeña risa nerviosa.

—Claro que lo estás, Camila. Apestas a alcohol.

Mis sentidos siguen perdidos, no sé lo que estoy haciendo pero ya ni siquiera puedo detenerme. Me levanto del sillón cuando ella me sigue con la mirada, me pongo de rodillas enfrente de ella, entre sus piernas.

Sonreí mordiendo mi labio inferior.

Esto es lo que quiero.

—No estoy ebria. —Murmuré.—Quizás bebí un poco, pero no es para tanto.

Ella no decía nada.

Dime que también quieres sentirme, Lauren.

Necesito tocarlo, necesito sentirlo ya. Colé una de mis manos hasta su entrepierna y toqué su miembro, para mi sorpresa estaba duro. Se me hace agua la boca, de verdad necesito sentirlo más, esto no es suficiente.

Estaba apunto de bajar su bóxer, pero ella fue más rápida y quitó mis manos de su notable erección.

—Por favor, nadie tiene porque saberlo. Será un secreto.—Susurré. 

—Por supuesto que no, Camila.—Dijo.— No puedo dejar que esto pase, eres casi como otra hija para mi. 

—Pero no lo soy.—Chillé.—Por favor déjame sentirte.

—Camila, estás tan ebria que no sabes lo que estás diciendo.—Se quejó.

—Sé muy bien lo que estoy diciendo. Quiero sentirte, quiero sentirte dentro de mi.

—¡Cállate, no hables así!—Siento sus manos tomar mi rostro, apretando mis mejillas con fuerza.

De mis ojos caían pequeñas lágrimas, a esto me refiero cuando digo que estoy confundida. No entiendo porque siempre quiero que ella me trate mal, siempre quiero portarme mal enfrente de ella y que me castigue.

Luego de un par de segundos, soltó mi rostro.

—Hay algo que debo decirte.—Murmuré.—Te deseo desde que tengo uso de memoria, comencé a masturbarme por ti, y ya no puedo dejar de pensar en como se sentiría tener tu polla dentro de mi.

—¡Que te calles, carajo!

Me levantó del suelo bruscamente. Y me subió hasta una habitación del segundo piso, me tiró sobre la cama.

Ella se encuentra parada enfrente de mi, con sus ojos expectantes sobre mi cuerpo. Me siento como en un sueño, esto no puede estar pasando en realidad.

Su mirada tan fría sobre mi estaba logrando que mi cuerpo se sintiera caliente, tanto que me estaba quemando por dentro. No pude contenerme más y metí mi mano dentro de mis bragas, comienzo a tocar lentamente mi botón sensible pero no es suficiente, necesito un poco más. Ella no deja de mirarme, mientras me toco, estaba haciendo lo que mi cuerpo pedía y en éste punto ya no puedo retroceder el tiempo o escaparme.

Metí un dedo en mi entrada.

Justo cuando solté un fuerte gemido, ella se acerca a mi y me saca la mano.

—Por lo menos déjame tocarme para ti.—Dije en voz baja.

Ahora estaba boca abajo, Lauren estaba sosteniendo mis muñecas sobre mi espalda. Pero ella se encontraba sobre mi pequeño cuerpo.

—Por favor, follame.—Supliqué.—Es lo único que te pido, por favor. 

Como se encontraba sobre mi, podía sentir su polla rozando contra mi culo. Necesito más contacto, comencé a removerme para sentir un poco más, mis bragas están tan empapadas que estoy segura de que ella también puede sentirlo. Puede sentir lo caliente que está mi coño por ella.

—No puedo creer lo puta que eres.—Habló en voz baja.

Eso simplemente logró incrementar la dulce sensación que se encontraba en mi centro.

—Por favor, quiero sentirte un poco más.—Supliqué.

Siento como levanta mi playera, hasta mis hombros, se quedó observando mi espalda desnuda. Luego de eso, siento como baja mis bragas bruscamente. Por fin puedo sentir su miembro caliente y duro rozando contra mi centro, rozaba con mi entrada. La quiero adentro, necesito sentirla dentro de mi.

—¡Necesito sentirte!

Ella puso algo dentro de mi boca para poder evitar que yo pudiese hablar.

Creo que eso es todo lo que recuerdo de ésa noche. 

lover surrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora