Presagio

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Viví hasta que te conocí.

Viví hasta que me enamoré de ti.

No busco hacer esto tratarse de mi. Sin embargo, la duda que carcome mi mente sobre que será de mi cuando ya no estés aquí me hace querer gritar hasta que mis cuerdas vocales renuncien a ejercer que sonido cualquiera salga de mi boca.

Ha pasado un año y el final nos acecha como un león voraz esperando hincar punzantes colmillos en su presa. Así es como me siento, como una pobre gacela que guarda la esperanza de ser tan sólo un instante más rápida y afortunada de sobrevivir a otro día para considerarse victoriosa.

No quiero ocuparme en cuánto nos queda por sobrevivir ya que eso de una u otra forma nos condenaría a perder el tiempo en un punto que tarde o temprano llegará, más aún así me parece inevitable debido al presagio que se difunde en todo mi cuerpo sin oportunidad de evitar o detener.

El presagio de faltar a la promesa que he jurado ante tus ojos de seguir con una vida que ya no sería vida si no te tengo junto a mí.

No entiendo por qué tú o por qué ahora o por qué nuestros caminos decidieron cruzarse demasiado tarde pero de algo estoy segura y es mi incapacidad para decirte adiós hoy y en mil años.


Esencia VainillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora