(OO6); Unas últimas palabras.

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Esclarecimiento: Los personajes de esta historia son en su mayoría propiedad del reconocido mangaka Kōhei Horikoshi, siendo este un fanfic de su manga Boku No Hero Academia. No obstante, la trama y el cariño que le tengo a estas personalidades me pertenecen al completo. Queda prohibida su copia o adaptación.

 Queda prohibida su copia o adaptación

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Unas últimas palabras.

Varias semanas después, Hitoshi no podía estar más alterado; el estado de salud de Neito había decaído exponencialmente. El chico había perdido peso y su cabello antes dorado iba perdiendo su brillo poco a poco, resultando cada vez más opaco. Si bien hacía mucho tiempo que nadie había ido en busca de él, con el ángel sin siquiera poder levantarse aquello no era del todo consolador.

Fuera de aquel lugar, el padre de Shinsou, su mejor amigo y los demás aldeanos todavía buscaban de forma obstinada al chico. Varios meses atrás, la hija menor de los Kaminari había vuelto sola del páramo, llorando histéricamente mientras gritaba que habían secuestrado a Shinsou y a un chico del cual nadie logró identificar su nombre. La niña les había guiado hasta el lugar de los hechos y les había explicado con detalle toda la historia, desde el cómo el chico con alas que su hermano había asegurado haber visto varios años atrás la había salvado de aquellas mujeres, hasta el momento en que había sido dejada inconsciente por un fuerte golpe en la nuca, siendo lo último que veía el cómo sometían a sus cuidadores.

En aquel momento, se encontraban de camino al lugar donde creían podrían haber llevado a ambos, el dar con la ubicación había requerido de meses enteros de intentos fallidos. Aquella era su última esperanza, un último intento antes de asumir lo peor.

Por otra parte, dentro del lugar, un ruido vagamente familiar se hizo escuchar, alertando a Shinsou de que la puerta había sido abierta nuevamente, revelando a cinco hombres que observaban enteramente decepcionados al chico alado derrumbado en su celda.

—Es una verdadera lástima, ese chico era una mina de oro. —Murmuró uno, acercándose a los barrotes.

—Lo era, pero no queda de otra. Necesitamos esta habitación para sus nuevos ocupantes. —Puntualizó otro. —Saquenlos de ahí, ya no nos sirven de nada. — Demandó, desenvainando una larga e imponente espada plateada.

Shinsou había estado temiendo aquello por mucho tiempo, sin embargo, escucharlo de la boca de alguien lo hacía terriblemente real. El hecho de que iban a morir ya no era tan solo una verdad que nadie se atrevía a decir en voz alta.

Sujetados por dos hombres cada uno, ambos chicos no tuvieron las fuerzas necesarias para hacer algo más allá de forcejear con la escasa energía que les quedaba.

—Todo listo, jefe. —Anunció uno de los hombres, mirando directamente al que portaba la espada; el recién nombrado le dedicó un leve asentimiento a su subordinado antes de comenzar a dirigirse a pasos lentos en dirección a Neito. Su mirada era la de un depredador que había acumulado demasiado rencor por una presa.

O en su caso, demasiada decepción al no darle los resultados que esperaba.

—No has sido lo suficientemente fuerte como para soportar las pruebas. Tan sólo eres otro intento fallido. —Escupió en un tono de repugnancia. Hitoshi habría dado lo que fuera por darle un puñetazo. —¿Un ángel guardián, dices? No mereces ese título, y aún menos siendo de sangre impura, mestizo. Te has ganado una reprimenda. — Una vez dicho esto, para sorpresa de todos, retrocedió sobre sus pasos, parando sola una vez que estuvo frente a frente con Shinsou. —Te demostraré que no eres capaz de nada más que traer desgracia a tus seres queridos. —Gruñó.

Los ojos de Monoma se desorbitaron a la par que sus labios se trasnformaron en una mueca de completo terror, totalmente opuesta a la resignación de cuando creía que la espada se clavaría primero en su pecho.

No podía ver eso.

Shinsou no era el único culpandose de la miseria del otro. Él deseaba diariamente que nunca se le hubiese concedido una segunda oportunidad de ser ángel guardián. Anhelaba profundamente que tan solo le hubieran cortado las alas; de esa manera, él jamás habría puesto ni a Hitoshi ni a Hannah en peligro.

—¡No, mátame a mí! —Exclamó, tirando bruscamente de sus brazos, que todavía eran sostenidos con brusquedad por dos de aquellos hombres. Shinsou observó anonadado el cómo Neito parecía haber recuperado repentinamente todas sus fuerzas. —¡Atraviesame el pecho, cortame la manos o arráncame las alas si hacerme sufrir es lo que quieres! —Insistió, removiendose con brusquedad. —¡Pero no te atrevas a tocar a Hitoshi! —Su voz se quebró, impidiéndole seguir. Shinsou observó con dolor el cómo finalmente la sonrisa permanente del ángel había sido destrozada.

Su corazón latía cada vez más acelerado a medida que el filo de la espada se acercaba a su pecho, sin embargo, hacía mucho que había aceptado la idea de morir. Su mirada se conectó con la de Neito, justo antes de sonreírle ampliamente en un intento de consolarlo, tal y como él siempre hacía.

—Nunca, ni por un solo segundo, me he arrepentido de haberte conocido. —Fueron las últimas palabras que Shinsou fue capaz de dirigirle al ángel, sabiendo de alguna forma que aquellas eran las palabras adecuadas.

Para cuando Aizawa y los demás llegaron, azotando la puerta, ya era demasiado tarde. Una espada atravesaba el tórax del chico frente a sus ojos, justo antes de que su cuerpo cayera desplomado en lo que pareció un segundo eterno.

Él lo amó hasta su último aliento.

𓂃 ✦   𝙇𝙖 𝙎𝙤𝙣𝙖𝙩𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙖𝙧𝙖𝙢𝙤  𐀔 ⊹ ִֶָ  (Shinmono)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora