Capítulo III - Arcobaleni (Arcoíris)

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Perché scendi fino, infondo all'anima,

perché trasformi ogni mio dolore.

(Para que bajes hasta lo más profundo del alma,

para que transformes todo mi dolor. )

- Francesca Michielin


25. Marzo. 2015


— ¡Voy yo! — Glenda corre por el pasillo, llegando a la puerta de la entrada antes de que su hermano pueda hacerlo y se retoca el pelo frente al espejo antes de abrir. — Hola.

Miriam se muerde el labio inferior al verla y ríe ligeramente.

— Hola. Estás muy guapa. — Dice mientras entra en la casa.

— Pues anda que tú... — La canaria le da un repaso para nada disimulado y carraspea con una sonrisa. — Si me das cinco minutos, estoy lista.

La rizosa asiente y sonríe mientras la castaña desaparece por el pasillo justo cuando Raoul y Agoney salen de la cocina con dos sonrisas pícaras.

— Hola, Miri. — Le dice el rubio alzando repetidamente las cejas.

— Hola, pelmas. — Responde ella rodando los ojos, esperándose la retahíla de preguntas que venían a continuación.

— ¿A dónde vais a ir?

— No me la traigas muy tarde.

— A las nueve en casa.

— Raoul, son las ocho y media.

— Bueno, pues a las nueve y media.

En ese momento vuelve Glenda y les da una colleja a cada uno, aunque es incapaz de aguantarse la risa.

— ¿Lista? —Miriam decide ignorar los gritos y silbidos cuando le coge la mano, y se centra únicamente en su cita de esa noche.

— Listísima. — Le responde la canaria con un beso en la mejilla.

Ambas salen de la casa y se dirigen al coche de la gallega. Una vez dentro del mismo, hacen lo que se negaban a hacer delante de los cotillas de sus amigos: se besan con la curiosidad y dulzura de las primeras veces.

— ¿A dónde me vas a llevar?

— En esta familia no lleváis bien lo de las sorpresas, eh. — Le da un nuevo beso y arranca, poniendo rumbo al autocine.

Glenda no tarda en reconocer el camino, pues son muchas las veces que fue con Raoul y Agoney, pero no dice nada.

Cantan al compás de la radio y se ríen con complicidad cuando una de las dos falla. Comparten cómo ha ido su día y, de vez en cuando, Miriam cuela su mano en el muslo ajeno.

Una vez llegan y les indican dónde aparcar, sintonizan la emisora que les permitirá escuchar la película desde la radio del coche y se acomodan.

— ¿Cuál es? — Pregunta Glenda señalando la pantalla.

— Todos los miércoles ponen una película de otra década. La de hoy es Dirty Dancing.

— Es mi película favorita.

— Lo sé.

La morena demuestra sus palabras vocalizando en un susurro alguno de los diálogos y cantando a voz en grito todas y cada una de las canciones.


Bajo la piel | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora