Capítulo IV - En alma y cuerpo

531 71 50
                                    

De qué nos sirve otra oportunidad

si el intento deja heridas

de dos almas que se alejan cada día un poco más.

- Mireya Bravo



21. Septiembre. 2015


— ¡Has traído cervezas! — Raoul sale al encuentro de Agoney.

— No pensarías que iba a venir con las manos vacías.

— No, no, no, no.

Ambos se abrazan, y el canario no puede evitar sonreír ante aquello.

— ¿Ya han llegado todos? — Pregunta separándose de su mejor amigo.

— Sí, tardón.

Agoney le propina un codazo mientras caminan por el pasillo del hogar que comparten Ricky y Kibo.

— Fue a hablar...

Una vez salen al jardín, donde todos están reunidos, Agoney abre la boca y aguanta la respiración.

El matrimonio se encuentra sentado a la mesa, cada uno con una niña rubia en su regazo, y sus sonrisas ocupan todo su rostro.

— ¿Son...?

— Sí. — Raoul asiente, sonriendo de la misma forma. — Nos querían dar una sorpresa.

— Joder... — El moreno se muerde el labio inferior mientras una lágrima se desliza por su mejilla, provocando que Raoul le abrace con dulzura.

— ¿No te vas a acercar a conocerlas?

Cuando llegan a la mesa y se sientan en sus sitios correspondientes, Ricky alza la mirada hacia el recién llegado y, con los ojos brillantes, la devuelve a la niña que juguetea con sus llaves.

— Ago, estas son Nerea y Aitana.

— Oye, ¿tú no ibas a venir acompañado? — Kibo se gira hacia Raoul mientras Agoney se acerca a las gemelas.

— ¿Yo? — Trata de escurrir el bulto haciéndose el loco, pero no funciona.

— Sí, habías dicho que cuando llevases seis meses con el hombre misterioso, nos lo presentarías.

— Ah, sí, eso... Bueno, es que no hemos llegado a hacer seis meses...

— ¿Qué? — Agoney se gira como un resorte, clavando la mirada en su mejor amigo.

— Sí, bueno, no tiene importancia... — Sonríe, aunque todos pueden ver a falsedad del gesto.

— ¿Qué ha pasado? — Glenda se levanta de su silla y se sienta junto a él, pasando el brazo tras su espalda.

— Se ve que su R era de Roi, no de Raoul.

— Él se lo pierde. — Interviene Miriam, que a la vez le entrega una copa de vino. — Por nosotros. — Sentencia alzando la suya propia.

— Por Aitana y Nerea. — Añade Agoney, quien ya se ha hecho con una de las niñas y la sujeta sobre su regazo.

— Por Aitana y Nerea. — Coinciden todos, haciendo chocar sus copas entre risas.

— ¿Y vosotras qué? — Pregunta Ricky con picardía, dándole un codazo a Miriam.

— Nosotras muy bien, muchas gracias por tu preocupación. — La gallega se pone roja como un tomate, ganándose una palmadita en la mano por parte de su novia.

Bajo la piel | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora