Capítulo VI - Más que suerte

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Y despierta. Mi alma despierta.

Se ha dado cuenta que tenerte

es mucho más que tener suerte.

- Beatriz Luengo


1. Octubre. 2015


— Estamos fuera.

— Salgo. — Raoul finaliza la llamada y sale al encuentro de Ricky y Kibo, quienes le esperan en el coche.

— Puedes dejar el ramo en el asiento si quieres. — Le indica Kibo girándose hacia él. — ¿Qué tal has dormido?

Raoul se encoge de hombros, sin contestar.

— ¿Y Ago? — Insiste el rapado.

— No lo sé. Cuando me desperté ya no estaba.

La noche anterior el rubio había recibido una llamada de su mejor amigo pidiéndole un hueco en su casa para poder dejarle a Néstor el espacio que necesitaba. Sin embargo, bajo ningún concepto le dejaría solo en el tanatorio, por lo que había desaparecido del hogar de los Vázquez muy temprano.

— Me llamó esta mañana. — Ricky rompe el silencio y provoca que sus dos acompañantes se giren hacia él. — Néstor y él lo han dejado.

— ¡¿Cómo?! — Exclaman los catalanes al unísono.

— No lo sé, están siendo unas veinticuatro horas muy intensas.

Llegan al tanatorio en silencio y Raoul coge el ramo de flores que compraron entre los tres.

Kibo consulta en su conversación con Agoney cuál es la sala donde se encuentra Rocío y les guía hasta ella.

— Hey. — Una voz llama la atención a sus espaldas y se giran para encontrarse a Néstor, con los ojos rojos e hinchados, apoyado contra una de las paredes. Cuando los tres hombres se acercan a él, les dedica una débil sonrisa y señala las flores. — Muchas gracias. — Susurra mirando a Raoul a los ojos.

— No tienes que darlas, Néstor. — Responde el rubio.

— ¿Podemos...? — Carraspea ligeramente y mira de reojo a Ricky y Kibo. — ¿Podemos hablar un momento?

— Vamos a buscar a Ago. — Comenta el mallorquín poniendo una mano en el hombro de Néstor. — Nos vemos ahora.

— ¿Pasa algo? — El rubio frunce el ceño, ligeramente preocupado.

— Cuídale mucho. — Susurra con lágrimas en los ojos.

— ¿Qué?

— No sé si soy quién para hacer esto, pero... — Saca de su bolsillo la última carta que le escribió su madre y se la entrega a Raoul.

Este la lee, con los ojos anegados en lágrimas, y se la devuelve una vez acaba.

— No sé qué me quieres decir con esto, Néstor.

— Ayer durmió contigo, ¿verdad? — Sonríe débilmente.

Asiente con suavidad.

— Después de leer esta carta fue a ti, Raoul. Siempre va a ti.

— Pero no...

— No te quiero agobiar. Lo siento. Solamente quiero lo mejor para él.

Néstor avanza por el pasillo y vuelve a introducirse en la habitación donde descansa su madre. Unos minutos más tarde, Agoney sale en busca de Raoul.

Bajo la piel | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora