1. El inicio de todo

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Me despierto y veo a mi alrededor, pieza de hotel... suite esta vez, pero al fin y al cabo, lo mismo de siempre.
Veo en la cama y veo a un hombre rubio, bueno decir rubio es una exageración porque se parece más a blanco, algo viejo y bajo, 160 creo. Si bien su físico no era del todo mal, no puedo afirmar que se mantenía en forma.
Me paro, me visto, dejo la tarjeta de la empresa y salgo lo más rápido de ahí. Lo que menos quería era que el se levantara y entablara un conversación incomoda.
Me voy del hotel y llego a casa en tiempo record, por primera vez no me costo encontrar un taxi.

Me ducho, lavándome todo extremadamente bien, hasta el último centímetro de piel. por muy tedioso que suene ya estaba acostumbrada, es parte del oficio.

Un oficio que si bien muchos despreciaban, a mi no me importaba ni me molestaba en absoluto. Se preguntaran en que consiste este. Bueno soy una dama de compañía, que al final es una forma elegante de decir striper y más. 

Al salir del baño vi la hora 13:40 pm, a las 15:00 tenía otra cita y a las 17:00 quede con las chicas. Me daba tiempo de una muy necesitada siesta.
Me desperté con 20 minutos de sobra. Me puse la ropa que acostumbraba usar para estos encuentros. Lo que consistía en una polera bastante apretada y una falda excesivamente corta. Además de mis ligueros y la distintiva lencería negra. Para unirlo todo me puse unos tacones de aguja rojos. Esa era mi firma, no me había ganado el apodo de "Black Ruby" por algo.

Llegue al hotel a un cliente bronce, a mi gusto los peores. Algunos te lo pueden debatir y decirte que son los madera, pero en mi experiencia, que ya tengo harta, los bronce se levan el primer lugar.

Verán a los clientes los separamos por categorías, es un pequeño juego que tenemos con las chicas. En total tenemos 6 categorías 
El madera, es el inexperto que solo quiere perder la virginidad
Luego le sigue el cobre que son aquellos que son feos, y solos que no pueden conseguir lo que quieren.
A estos le siguen los bronces, que son los viejos que solo quieren pasar un buen rato.
Después tenemos a los plata, que son aquellos que están buenos físicamente, pero apestan en la cama, para eso nos llaman quieren mejorar.
Como es obvio tenemos los oro, estos son muy raros, son los buenos físicamente y en la cama.
Pero los más raros son los diamantes, estos son los que pagan bastante bien por cosas básicas. Normalmente son los que no quieren revelar la identidad y quieren pasar desapercibidos y nunca se meten en cosas extrañas.

En fin, este cliente bronce era un regular. Nunca me aprendí su nombre, porque la verdad no me importaba. Fue lo de siempre, llegar desnudarse, moverse un poco, coqueteos que sinceramente son malos pero hay que fingir que no lo son, para luego acabar follando en misionero, el misero misionero. Con esto ellos acababan y decían tener el mejor sexo de su vida, a lo cual yo tenia que darle la razón, y decirles que era inolvidable, pero la verdad yo ni lo sentía.

Eso es lo que menos me gustaba de los bronces, eran tan básicos que para mí era imposible llegar al orgasmo o siquiera disfrutar algo.

Terminamos y el se fue a la ducha, aproveche para irme y arrancar. esta vez no deje mi tarjeta como siempre, porque sabia que él ya tenía mi contacto.

Terminamos a las 16:20 tiempo con las chicas . Alcanzaba perfectamente a ducharme y de esta forma llegar con ellas. 

Estas eran compañeras de trabajo, no necesariamente amigas pero se puede hablar con ellas del trabajo sin ser juzgadas. 

Pero recibí una llamada de León, mi jefe. Algo que me sorprendió, no acostumbraba llamar a menos que fuera necesario. 
Ese hombre sí que estaba bueno, latino, 1.80, tez morena y ojos de un color verde esmeralda. Además de tener buen físico, voz potente, buen porte, ósea ideal, pero está casado.... y con los ellos no me meto. Esa regla nació luego de estar con un cliente y que llegara su mujer. Luego de que me grito y me dijo todo tipo de obscenidades e incluso uno que otro golpe le di inicio a esta. 

- ¿Alo? -digo
-Hola Ruby, te tengo que decir algo.
-Si dime- este hombre siempre al grano
-Te necesito en el club a las 18:00 en punto, es importante
-Ok allí estaré.

Se que con él no se discute y solo se hace.
Veo la hora y voy perfecto para juntarme con las chicas.
Al llegar veo que ya están todas. Me pido un café y hablamos de lo de siempre, o sea clientes, compañeros y de lo bueno que esta León.
Cuando son las 17:45 me despido y me pongo en camino para el club, por suerte no quedaba lejos o sino habría sido difícil de llegar a tiempo.

Llego y saludó a Tony que está en la puerta y a Toby que está en la barra. Estos son los mellizos que son sobrinos del dueño y los está preparando para el negocio familiar y con esto no me refiero al club, si se entiende a  lo que me refiero.

Aclaremos que acá en Amsterdam las cosas a las que se dedican son mayormente legales, pero de la misma manera hay momentos en los cuales las cosas se salen un poco de control.  

Me dirijo directamente a la oficina de León. Veo la hora y son las 18 :00 exacto. Toco la puerta y oigo un pase.

Entro y el jefe me dice, que a las 19:00 tengo un cliente, que es para toda la noche y el tiempo que el quiera. Además de aclararme que tiene que recibir el mejor tratado.
Yo sé lo que significa esto... será? Son tan raros, es un... diamante. La palabra se me escapa de la boca sin poder contenerme ni pensar antes de decirlo.

León me pega una mirada fría, antes de contestar, todas tenemos claro que él odiaba la manera en la que clasificábamos a los clientes.

 
-Que dijiste?- Me pregunta con cara de pocos amigos

-Nada, nada... algo en especifico que tenga que llevar o hacer?

-Por el minuto no han dicho nada, si necesitan algo te lo dirán ellos. Acuérdate que en ese momento estarás representando al club, por lo que requiero el mejor de los comportamientos. Ahora vete, luego te envío la dirección. Acuérdate de la puntualidad. 

Wow con esto sí que llego a fin de mes, un solo cliente diamante equivale a 10 bronces.

Como ya era tarde corro a mi casa, me pongo mi mejor conjunto y voy en camino a la dirección que me acaba de llegar, claramente está en uno de los barrios más caros

Al llegar veo el edificio y logró distinguir un nombre, Red Fire, me gusta, me parece... caliente.
Entro y me paran en el lobby mirándome con desprecio, antes de que pueda si quiera decir una palabra un hombre interviene y dice que está todo bien, me separa a un lado y me pregunta por mi nombre. En medio de todo lo que acababa de suceder me tomo un minuto recomponerme. Le dije quién era y me guío a la parte de atrás. 

Este llegaba a un ascensor privado al final del pasillo. Puso una clave y las puertas se abrieron.
-Después de usted- me dijo
Entre y lo vi marcar el último piso, el penthouse tenia que ser.

Al abrirse las puertas me recibió algo que me llamo extremadamente la atención y que no me esperaba. 


Hola! No se si alguien sigue o lee esta historia, pero aclaro que la estoy editando y tengo pensado finalmente terminarla. 

Comenten que opinan y los leo 

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