2

3.8K 413 124
                                    

Sin mayores contratiempos, los involucrados emprendieron el viaje en una aeronave, acompañados de Steve y Natasha.

En medida de lo posible, mientras pueden, cada uno guarda su distancia. Afortunadamente la aeronave es lo bastante espaciosa para permitirles aquello. 

Stark, sentado, mantiene su atención en una pantalla holográfica. Dicha actividad ayuda a no caer en pensamientos innecesarios que abrumen su mente. El doctor, por su parte, está de pie con los brazos cruzados, meditando. Su tranquilidad prontamente se vio rota por la mujer oriunda de Rusia. 

—Se le echaba de menos en el complejo, doctor.

—No creo que nadie haya notado mi ausencia, agente Romanoff.

—¡Huy! ¿Me creería si le digo que alguien si noto su ausencia?—inquirió sugerente, invadiendo demasiado su espacio personal.  

—Uhm, sí. Claramente, usted. 

—Que ocurrente, doctor. No... Un hombre en particular, de vello facial, ojos cafés y egocéntrico comportar...

—Ah, y siguen con sus insinuaciones—resopló con cansancio.

—...Su ausencia explicaría su mal humor en él—añadió, ignorando por completo el comentario previo—, lo extraño mucho.

Su mente no demoro en recordar las palabras que Wong le había dicho días atrás, asegurando que estaba bastante malhumorado desde que no iba a la base de los Vengadores, dejando entrever que la causa se debía al hombre que la pelirroja precisamente insinúa. 

—Vaya, alguien también esta muy ocurrente—evadió, esbozando una sonrisa llena de arrogancia.

—¿Por qué tan repentinamente dejo de visitar la base?—espetó inquisitiva.

—Tengo otras responsabilidades. Creí haber sido claro cuando lo advertí al unirme a su organización. 

—Ya veo.

El ceño de Tony se frunció al contemplar como la agente se acercó al hechicero, en especial cuando la susodicha se atrevió a invadir su espacio personal, llegando a rozar su cuerpo. Intentaba ser disimulado, pero en medida que la conversación de aquellos dos se hacía más duradera, las miradas del castaño se volvieron más obvias e intensas. Si las miradas mataran, la agente ya estaría tres metros bajo tierra. Tal vez no le importaría si no conociera lo coqueta que es la dama de cabellos rojizos. Sin imaginar que el tema eje de la conversación es justamente él y que no había malas intenciones de por medio, no pudo soportar más la escena, con el espíritu impulsivo que lo caracteriza se levanto, camino hacia ellos y se interpuso en medio del par, empujándolos en el proceso, alegando que esta buscando algo. Logro su cometido, pues el duo al instante se disperso. 

—Que impaciente, pronto lo tendrás para ti solito—le susurró en el oído antes de alejarse, provocando que las mejillas del mecánico se mancharán, inevitablemente, de una tonalidad carmín.             

Una vez que aterrizaron, los abandonaron en un sitio boscoso, únicamente con una mochila y se retiraron de regreso al complejo. 

—Esos dos van a caer más rápido de lo que pensé—opinó Romanoff entusiasta. 

—¿De qué hablas?—preguntó el rubio ajeno a la situación que la dama hace alusión.  

—¡Ay, Steve! Andas en la luna. Increíble que no lo hayas notado.

—¿Notar qué?—repuso inocente. 

Finalmente el par quedo a solas y ahí fue cuando las cosas se pusieron verdaderamente incómodas y tensas. Mas el hechicero no puede permitirse descomponerse y echarse a correr, aunque la idea suena muy tentadora en su mente, tiene que cumplir con su deber. Empezó su andar en silencio, con un aspecto estoico. No pudo dar más de tres pasos, en breve su camino fue bruscamente interceptado por el hombre de gafas oscuras.

—¿Qué haces?—preguntó un tanto confundido por las acciones de su contrario.

—Strange—se retiró los lentes para poder mirarlo a los ojos—. Vamos a ser sinceros. No tenemos que hacer esto—dijo francamente, indispuesto a realizar la misión con él, a pesar que su interior pide a gritos estar con él y permanecer a su lado cada maldito segundo.

—¿A qué te refieres?—interrogó seriamente, regresándole la mirada, firme y decidido.

—Que yo puedo solo con esto. ¡Vete! No te necesito—aseguró orgulloso.

—Stark, la situación no es mejor para mi, es igual de desagradable, así que... No la hagas más difícil.

—¡Por eso mismo quiero evitarte vivir esta desagradable experiencia! Seamos razonables, doc, la misión es tan patética y sencilla que hasta un niño de diez años podría realizarla con los ojos vendados. No es necesario que estemos juntos. Tú escuchaste a Rogers, es claro que esto tiene la finalidad de molestarnos con esa mierda de "llevarnos mejor y trabajar en equipo"—remedó el tono del Capitán.

—Escucha, sé que hubieras preferido venir con cualquiera menos conmigo y lo entiendo, yo también lo hubiera querido, pero supongo que por alguna razón nos consideraron los más calificados para esta misión, la cual sino cierras tu boquita y dejas de hacer dramas innecesarios, nos llevará más tiempo. Por el bien de ambos, lo más adecuado será dejar de pelear y apurarnos, entre más rápido acabemos, mejor.

—No llevamos ni media hora y ya no te soporto, mago de circo. ¿Y pretendes que pasemos tanto tiempo juntos?—repuso con exagerado asombro, cruzando los brazos.

—¡Ok! Si tanto le molesta a su alteza, haré yo solo la misión y permitiré que te marches. ¿Eso funciona para ti?—propuso ya impaciente. 

—Ajá, sí claro, para que te lleves toda la gloria, la diversión y yo los regaños de Rogers y compañía. Creo que no has entendido, yo no sigo órdenes—pronunció, haciendo un marcado ademán con sus manos—, las cosas se hacen como yo digo, así que tienes dos opciones: a) retirarte a tu museo y no soportar los sonidos de mi boquita o b) soportarme todo el camino.

—A diferencia de todos en tu vida, yo no trabajo para ti. No te daré el gusto.

—Pues entonces, me empeñaré por ser un dolor de cabeza—declaró, sin ninguna intención de ceder. 

Le obsequió una sonrisa entre altanera y ladina, dio unos cuantos pasos con enorme garbo en su andar, dejando atrás al hechicero, quien solo se limito a rodar los ojos y seguirlo.

Una misión de dos (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora