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Advertencia: Contenido adulto.



En la penumbra de la noche, lo único que se escucha es el sonido que el choque de sus labios genera.   

Prontamente el de mirada bicolor tomo la iniciativa, colocándose encima del hombre de ojos coquetos. Con exasperación, lo despojo de la prenda superior que lo cubría. Arrojo sus labios sobre la piel acanelada, recorriendo cada centímetro y haciendo pequeñas succiones, mismos que hacen delirar al varón debajo suyo y que definitivamente dejarían un lindo recuerdo de ese encuentro en su esbelto cuerpo. 

En determinado momento, llevo sus manos a las afiladas mejillas de su amante, las estrechó y en un movimiento brusco lo obligo a que sus miradas se encontrarán. Con la escasa luz que traspasaba, pudieron apreciar sus desconcertados rostros. Se quedaron viendo a los ojos. Sus labios entreabiertos permite la mezcla de su cálido aliento con el de su contrario. Reparan en lo surrealista de la situación, dudando de lo real de aquello y los lleva a plantearse si estarán soñando. Sea una fantasía, sueño o alucinación, lo único cierto es que desean experimentar todo el placer que pueda devenir... el placer que el otro puede ofrecer.   

Abandonaron todo pensamiento cuerdo, simplemente dejaron que sus más bajos instintos y sus más profundos deseos condujeran sus acciones. 

Tony mordió el labio inferior del azabache y aprovecho el espacio para hundir su lengua en la cavidad bucal del atractivo hombre que lo acompaña, saboreando cada rincón. Stephen también hace lo mismo, mientras una de sus inquietas manos acaricia el muslo de su contrario. En acciones desesperadas proveen al otro de mimos y caricias no solo llenas de deseo, sino de mucho amor. En los movimientos de ambos carece la calma; existe cierto temor a que el otro en el último instante se arrepienta y ponga fin al sueño. Por consecuencia, sus respiraciones son agitadas, sus movimientos temblorosos y todas sus acciones presurosas, arrebatadas, apasionadas, como si no existiera un mañana o una próxima vez. Aquellos errados pensamientos no concuerdan con sus deseos, tanto uno como otro están sumamente sumergidos en el placer y la lujuria, ansiosos por probar, acariciar y besar la piel ajena. El deseo es tan grande que sus cuerpos tiemblan de la emoción. 

El ingeniero detuvo los besos y mimos que se daban, siente el intenso anhelo de quitarle las estorbosas y extrañas prendas que aun tiene cubriendo el cuerpo del hechicero. Siempre considero que luce muy "cubierto" y que su peculiar vestimenta deja mucho a la imaginación. Muere de curiosidad por descubrir que hay debajo de esa túnica azul. Se reincorporo un poco quedando sentado, Strange, por su parte, quedo hincado. Empezó su labor por desnudar al hombre, está realmente exasperado por verlo. Sus torpes y nerviosos movimientos le impidieron realizar la actividad con eficacia, por lo cual tuvo que recibir un poco de ayuda por parte de su amante. Cuando al fin quedo libre de cualquier atadura, sus labios se dejaron caer. A pesar que la oscuridad dificulta apreciar aquel escultural cuerpo, le permite ver lo suficiente. Encontró un hermoso cuerpo, tan armonioso y perfecto, lampiño y de extrema blancura que parece una autentica escultura griega... Un cuerpo tallado por el mismo Miguel Ángel. No queda duda que esta embelesado por ese cuerpo de hermosas proporciones. Inconscientemente, se relame y muerde los labios, algo que elevó, no solo la temperatura del mago, también su ego. Resulta un poco frustrante que la oscuridad no le permita apreciarlo en todo su esplendor. No obstante, el ambiente oscuro estimula otros de sus sentidos, como el olfato y el tacto.

Ahora es Tony el que esta arriba suyo, acariciándolo y llenándolo de besos y mordidas. Une sus cuerpos lo más que puede, consiguiendo sentir el bulto de su entrepierna. Mueve las caderas, consiguiendo una fricción placentera para los dos, lo que constata en los gruñidos y jadeos que inútilmente intenta silenciar el pelinegro. El roce estimula la virilidad de ambos. Stephen puede sentir la cálida respiración y la rasposa barba del ingeniero rozar la piel de su cuello y pecho. Corresponde y sigue el acelerado ritmo de los besos, mientras sus manos acarician y aprietan los glúteos de aquel. Este último desabrocho y bajo de la cremallera de su pantalón para que el mago pudiera meter las manos más allá, algo que no dudo hacer ni por un segundo.   

Una misión de dos (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora