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Durante el camino no pronunciaron palabra alguna, un tenso silencio los acompaño en todo momento, haciendo del viaje algo tortuoso para Tony, quien, a diferencia del otro, no esta acostumbrado a intervalos tan sigilosos.   

El sol empieza a ocultarse, anunciando la llegada de la noche. Pronto el cielo se tinto de un manto oscuro decorado con pequeños y resplandecientes astros. Ahora la luz de la luna es la fuente que ilumina sus pasos. Si no estuvieran tan estresados, se darían cuenta del bello paisaje que los cobija.

El agotamiento y la falta de luz no les permite continuar. No tuvieron más opción que detenerse a estudiar sus opciones y descansar. 

El de ojos aguamarina tomo asiento en una piedra, mientras el de ojos whisky se quedo de pie,  evitando en lo posible el contacto visual con su compañero. En la penumbra de sus pensamientos, Stephen comenzó analizar lo vano que ha resultado su viaje, cuestionándose el motivo. Sus ojos engrandecieron, pues no tardo en hallar la respuesta. Y ahora una nueva interrogante se abrió paso en su mente: ¿Cómo pude ser tan estúpido? 

Se levanto de golpe, colérico y alterado, caminando de un lado a otro. Lo súbito de su acción provoco que, inevitablemente, se ganará una mirada confundida del castaño. 

—¿Qué te pasa?

—¿No te das cuenta? ¡Esos bastardos nos engañaron!

—¿De qué hablas?

—¡No hay ninguna misión! ¡Todo fue un invento para... Ahhh... Tú sabes!

—Ahh—fue lo único capaz de pronunciar captando de inmediato lo que el doctor no se atreve a decir, sin poder sostener esa conversación debido a la incomodidad que el tema le genera. 

Tan rápido como pudo, huyo de la mirada de Strange. Al igual que su colega, se da cuenta del objetivo real de la misión que "casualmente" los involucra a ellos dos. Pensar en eso le pone los nervios de punta. Para ser honesto, la sola presencia de aquel imponente hombre lo pone muy nervioso, aunque, claro, su obstinado y orgulloso ser no lo demostrará.     

—Bueno—trató de hablar lo más seguro que le es posible—, haz uno de tus circulitos y sácanos de aquí, Strange—propuso velozmente. 

Acato la petición, dirigiendo tranquilamente su titubeante mano al curioso cinturón que adorna su cintura para tomar su anillo de honda, pero su sorpresa fue grande al descubrir que no esta. Con enorme susto y desesperación, busco aquel objeto y por más que busca, simplemente el anillo esta ausente. 

—¿Qué sucede?—cuestionó Tony al notar el semblante pálido y mortificado de su compañero.

—No traigo mi anillo de honda—confesó.

—¿Qué? ¿Cómo se te ocurre olvidarlo, tarado?—reprochó sobresaltado.  

Entre sus posibilidades por encontrar una explicación a la ausencia de dicha pieza, no estaba la opción de que lo haya olvidado, no, él es muy ordenado y responsable. De repente se acordó cuando la agente rusa se acercó a conversar. Sí, no había duda alguna que en esa invasión a su espacio personal la pelirroja aprovecho, haciendo uso de sus habilidades como espía, para privarlo de particular objeto. Todo es parte de su mañoso plan.

—Yo no lo olvide—negó molesto—. La agente Romanoff me lo quito. 

—Eso no te pasaría si pusieras más atención en tus deberes y no en las mujeres.

—¿Qué?—repuso incrédulo e indignado—. ¿Acaso me crees tú? No estaba coqueteando con la agente... 

—¡Da igual! Haré una llamada y problema resuelto—sacó su teléfono e intento hacer la llamada, sin obtener el éxito esperado—. No hay señal—comentó, empezando a sudar frío.     

Una misión de dos (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora