Δύο

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-Agh, verga. Sabía que el sofá era incómodo, pero tampoco tanto. 0/10, terrible experiencia.

Sam se sentó en el sofá-cama con la espalda adolorida. Parecía como si en vez de haber dormido sobre un colchón, hubiera dormido sobre piedras. Se lo atribuyó a la edad y baja calidad del mismo, ya que había sido comprado por sus abuelos en una época en la que el dinero les escaseaba.

-No entiendo porqué aún no lo desechamos o reemplazamos, debe ser apego emocional, porque sino no se entiende...

Luego de quejarse por unos segundo más, Sam se levantó para agarrar ropa limpia para luego de bañarse y, de paso, chequear que Lincoln estuviera bien.
Se dirigió hacia su habitación, aún medio dormida. Abrió la puerta un poco y vió a la silueta del albino, aún durmiendo, deducción fácil considerando que estaba roncando desvergonzadamente. Agarró todas las prendas necesarias y se dirigió al baño, aunque sintiese que se estaba olvidando de algo.
Se dió una larga y cálida ducha al ritmo de bandas como The Who y Led Zeppelin, reproducidas desde su celular. Buena música.
Le encantaba ducharse, servía para despertarse bien y relajarse, no entendía cómo personas como Lana Loud o los otakus odiasen hacerlo, pero bueno, ellos se lo pierden.
Salió de la ducha cuando el agua se comenzó a tornar más fría, e inmediatamente notó que era lo que se había olvidado.

-La toalla, maldita sea.

Sin embargo, Sam Sharp era una persona práctica, así que tomó su remera usada y comenzó a secarse con ella, total no le importaba quedar desarreglada o lo que sea, no tenía planeado ir a ningún lado.
Salió, ya vestida y relativamente seca, puso su ropa usada en el canasto de ropa sucia y volvió sobre sus pasos para chequear a Lincoln otra vez, por las dudas. Esta vez, lo encontró despierto, sentado.

-Eh... ¿Todo bien? Antes de que preguntes, te encontramos y trajimos a mi casa con mi madre. Um... si quieres, te puedes pegar un baño entre lo que te preparo el desayuno.  -mientras, Lincoln olió su propia remera, quedando asqueado.- Te prestaré una remera y un pantalón holgado mío para que te pongas. Puede... puede ser que te queden algo chicos. -dijo mientras buscaba en sus cajones.- Aquí están, ten. Y... aquí hay una toalla. Lo que sí, tendrás que lavar tu ropa interior y secarla con el secador de pelo... lo que no es ideal, pero es mejor que nada. -concluyó Sam.

Lincoln solo asintió y se paró, comenzando a caminar con dificultad gracias a haber estado más de una semana en la misma posición. Enfrente de la puerta se volteó.

-Hay algún shampoo en específico que deba usar o...?

Sam medio que se sorprendió ante lo bajo que se había oído su voz, pero probablemente le había quedado medio tomada gracias a gritar tanto el día anterior.

-El azul, el verde es de mi vieja... ah, y después nos debes una explicación a ambas.

Lincoln se limitó a asentir lentamente varias veces antes de entrar al baño. Ella fue directo a la cocina, donde preparó y calentó doz tazas de leche, la suya con azúcar, la de él sin, para que se pueda poner a gusto. También puso dos rodajas de pan en un plato y un tarro de mermelada al lado. Se sentó y sacó su celular. Vió que Luna le había mandado un mensaje. Estuvo muy tentada a mandarle un mensaje preguntándole por su hermano. Y lo hizo.

-Luneees, ¿Cómo anda tu bro? No lo ví cuando fui por allá.

Ella le clavó el visto. Nunca lo hacía. Escuchó la puerta del baño abrirse, e inmediatamente levantó la mirada. Las prendas le quedaban bastante chicas, si, pero le seguían quedando bastante holgadas por lo flaco que estaba. Se tenía que ir sosteniendo el pantalón para que no se le caiga. Le señaló la silla enfrente de ella para que se siente.

Where the sun don't ever shineWhere stories live. Discover now