Capítulo Uno: El mal que hacen los hombres

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Hombres y mujeres jóvenes; pequeños adultos universitarios, y una casa club alumbrada con un gran cartel, que lleva de insignia: QKT. La típica fiesta estadounidense de fraternidad. ¿Qué es lo peor qué podría pasar?; ¿más aún empezada la noche? 

—Me siento hinchada —decía una mujer vestida de negro, combinando así con su cabello. De ojos azul claro y una sonrisa del todo encantadora. Una mujer del todo hipnotizante. 

Ella hablaba a mitad de la escandalosa fiesta, con una chica de piel marrón y cabello quebrado; sosteniendo un vaso rojo de plástico en sus manos

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Ella hablaba a mitad de la escandalosa fiesta, con una chica de piel marrón y cabello quebrado; sosteniendo un vaso rojo de plástico en sus manos. 

—¡¿Estás loca?! —le preguntó su amiga—. ¡Tienes un cuerpo increíble! ¡Mírate! ¡Cualquier chico mataría por tener una noche contigo! 

—¡No si sigo bebiendo cerveza! ¡¿Sabes cuantas calorías tienen estas cosas?! —preguntó señalando el vaso. 

—¡Te preocupas demasiado, Felicia! —le contestó su amiga tomándola del los hombros mientras agitaba la cabeza—. ¡Solo diviértete! ¡Relájate! ¡Hay muchos chicos! 

—¡Eres una desquiciada! 

—¡Si no te gusta el sexo, dicen que están dando heroína en el cuarto de arriba! —le respondió su compañera alzando los hombros, en medio de una sonrisa burlona. 

—¡Ja-ja. Que graciosa! ¡Toma mi vaso ¿quieres?! ¡Tengo que ir al baño! 

—¡¿Otra vez?! —le preguntó su amiga recibiendo el mismo, y así viéndola ir hacia las escaleras—. ¡Tienes vejiga de niño! 

—¡Sí, sí. Lo que digas amiga! —le respondió indiferente mientras subía los escalones. 

Poco después, Felicia salía del baño, quedando congelada al ver frente a ella: al chico más popular de la escuela. Era algo castaño, delgado, vestido con una playera de manga larga y unos pantalones marrones. Y a los ojos de las chicas: muy atractivo.

—Ry-Ryan, hola —tartamudeó la chica, apretando el frente de su falda con las manos. 

—Hola —le dijo el chico acercándose a ella, completamente confiado de sí mismo—. ¿Felicia, cierto? —le preguntó señalándola con el dedo; en medio de una sonrisa nerviosa. 

—Yo, eh-eh... Sí. Supongo que esa soy yo —respondió Felicia llevándose la mano a la nuca; en medio de risas nerviosas. 

—Supones, ¿eh? —exclamó el chico riendo también. 

—No, bueno sí. Bueno, tú ya sabes —decía Felicia moviéndose de un lado a otro. 

—Oye, ¿quieres ver algo? —preguntó abrupto.

Momentos después, Felicia entraba a un cuarto vacío; lleno de pinturas. Era un cuarto bastante arreglado, también logrando ver discos de acetato. 

Spider-Man 4  [CLASIFICACIÓN R]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora