Capítulo 2.

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-Henry, arriba. Hay que ir a escuela — dijo suavemente Regina mientras se sentaba en la cama, al lado de su hijo.

-Cinco minutos más mamá — murmuró Henry, cerrando otra vez sus ojos.

-No mi pequeño príncipe, no puedes quedarte más, es tu primer día de clases ¿recuerdas? — lo incentivó la morena.

-¡Cierto! — exclamó — volveré a ver a mis compañeros.

-Sí, pero que no se te olvide que también tienes que estudiar — indicó en un tono divertido.

-Claro, si quiero ser como tú tendré que esforzarme — dijo abrazando a su madre, a la cual admiraba mucho.

-Bien, vístete y baja a desayunar que se hace tarde.

En casa de los Swan...

-Emma, me tengo que ir a la comisaría. Dentro de un rato termina el turno de tu madre, levántate por favor — le ordenó a su hija.

-Si papá, en un momento — respondió.

-Suerte en tu primer día con los Mills — dijo besando la cabeza de Emma.

-Espera, ¿los conoces? — preguntó exaltada.

-Si Emma, la madre del pequeño que cuidarás es la mejor abogada del pueblo, trabajé en algunos casos con ella — comentó apresuradamente — me tengo que ir, adiós.

-Bueno, espero no sea una amargada — hablando para ella misma.

La mañana pasó tranquila para las dos mujeres. Emma preparándose para no hundirse en su entrevista y dar un aspecto de adulto responsable, preparando la mejor ropa que tenía, no había que dar una mala impresión el primer día. En cuanto a Regina había ido a su estudio y sus colegas le dieron la bienvenida contentos, había algunas miradas que le dirigían mostrando compasión y clemencia, ya que no la habían vuelto a ver en el lugar de trabajo.

Luego de recoger a Henry de la escuela cerca del mediodía, este le contaba a su madre las actividades que la maestra les dio, y que había ingresado una niña nueva llamada Grace. Cuando estaban llegando a la mansión, pasó el sheriff del pueblo parándose a su lado.

-Buenos días señora Mills, hola Henry — saludó el rubio a la vez que el niño le dirigía un saludo con a mano.

-Buenos días David, ¿Cómo va todo? — devolvió el saludo al hombre con que el que había tenido el placer de trabajar y el primero que no había intentado pasarse de listo con ella.

-Muy bien, haciendo la ronda. En una hora me toca el papeleo — comentó — más tarde conocerá a mi niña, Emma.

-Oh, ¿la joven para el puesto de niñera?, no sabía que tenía una hija — expuso un poco sorprendida.

-Sí, es la única hija que tengo con mi esposa Mary Margaret, una de las enfermeras del hospital — dijo orgulloso de su familia.

-Vaya, entonces si es su hija no tendré problemas con ella. Seguro es una muchacha responsable — dijo Regina sonriendo amigable.

-No debe preocuparse por nada, está bien educada y tiene buenos valores. Debo decirle que está vehemente por comenzar e independizarse —  comentó — bueno, tengo que seguir con la ronda. Hasta luego.

-Adiós — se despidió la morena.

Al atravesar la puerta principal, Regina notó a Henry tensionado y al dejar sus pertenencias a un costado habló.

-Hey, ¿qué pasa? — preguntó agachándose a la altura de su hijo.

-Va a venir una niñera y no quiero que alguien desconocido me cuide — dijo el niño con los ojos brillantes de las lágrimas que amenazaban con escapar. Hacía más de un año que había perdido a su padre y el vínculo con su madre se había fortalecido.

-Cariño — habló, mientras pasaba una mano por el pequeño rostro del niño lleno de preocupación — tú mismo escuchaste que es la hija de David, él te cae bien, seguro que ella también será de tu agrado. Y esta tarde me quedaré contigo y no te dejaré solo con ella, además siempre estará Granny, pero ella no tiene tanta energía como antes para cuidar de ti cuando yo no esté. — le aclaró sonriendo ganando confianza en el pequeño — Ahora ve a lavarte las manos que nos debe estar esperando para almorzar.

Tras decir eso el niño salió corriendo hacia el baño de su habitación en la planta alta y ella hacia la cocina al encuentro con la cocinera.

-Hola Granny — saludó Regina.

-Hola mi niña, ¿Cómo fue su mañana? —  preguntó mientras sacaba la comida del horno.

-Muy bien, ya puse todo el orden para comenzar al llegar y no perder más tiempo — comentó con una sonrisa que reflejaba ansiedad.

-Seguro irá de maravilla — alentó la anciana.

Cuando Henry se le unió, almorzaron en un ambiente tranquilo mientras el niño seguía contando entusiasmado su primer día de clases, ante la mirada enternecida de Regina y de Granny que lo quería como su propio nieto. Ella había estado ahí en sus primeros pasos, había escuchado sus primeras palabras y ayudado a Regina a bajar sus fiebres.

Mientras tanto, Emma almorzaba con su madre en el departamento y escuchaba a su madre hablar de la mañana agitada del hospital. Al parecer hubo un accidente de coche en la cuidad y varias personas resultaron heridas.

-Entonces, ¿a qué hora irás? — preguntó a su hija.

-Dentro de un rato, no fue muy específica con la hora — respondió levantando los platos de la mesa.

-Mucha suerte, Emma — al decir eso salió a rumbo a su habitación a descansar.

Emma se encerró en su cuarto para prepararse, se dio una larga ducha y se vistió con unos pantalones ceñidos, una camiseta blanca y su chaqueta roja de la suerte. Peinó su largo cabello dejándolo suelto y salió en busca de las llaves de su escarabajo amarillo.

En la mansión Mills, Regina estaba en su despacho ultimando detalles para volver a su trabajo al día siguiente, mientras que Henry estaba sentado frente a su madre leyendo un libro de cuentos.

Al mismo tiempo fuera de la mansión estacionaba la rubia un poco sorprendida por la increíble casa que tenía frente a sus ojos. Si bien la zona era de casas impresionantes debido a la buena condición socioeconómica de sus dueños, pero esa mansión era el doble de tamaño de las de su alrededor.

Al llegar frente a la puerta presiono el botón del timbre, aguardó unos segundos y esta se abrió.

-Hola Emma, que bueno verte — saludó dándole un abrazo que fue correspondido por la joven.

-Buenas tardes, yo también estoy contenta de verte. No sabía que era aquí donde trabajabas hasta que mamá me comentó sobre el llamado — comentó sonriendo.

-Sí, bueno. Más tarde si quieres nos ponemos al día, ahora te llevaré con la jefa —salió dirigiéndose al despacho de la morena seguida por Emma que estaba algo nerviosa y miraba todos los detalles de la decoración del interior de la mansión y era sumamente refinada y ostentosa, pensó en la dueña de la casa y la imaginó como una vieja altanera y soberbia. Granny entró y le dijo a Emma que esperara un momento para anunciarla.



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