Capítulo 11.

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-Regina, ¿puedo hablar contigo un momento? – preguntó avergonzada, adentrándose en el despacho donde su jefa estaba trabajando.

-Por supuesto, siéntate – dijo, dejando de lado sus papeles y sacándose sus gafas montura gruesa.

-Es por el tema de la sesión, ya han elegido quien estará la revista. – dijo despacio.

-¿Entonces? – preguntó impaciente

-Mi trabajo resultó ganador – dijo con una tímida sonrisa.

-¡Emma! Eso es fantástico – dijo alegre levantándose de su asiento y se dirigió hacia la rubia para abrazarla.

Al sentir los brazos de la mujer, Emma se tensó y la rodeó con sus brazos susurrando un agradecimiento. Al separarse, la rubia se encontraba sonrojada lo que le pareció bastante tierno a la morena y le regaló una hermosa sonrisa.

-Gracias otra vez, pero hay un problema – dijo bajando la mirada.

-¿Cuál? – preguntó confundida, Regina.

-Tendremos que ir a Nueva York por una entrevista y otros asuntos que no me han explicado muy bien.

-¿Tendremos? – preguntó con escepticismo en su voz, lo que preocupó a la rubia.

-Sí, por la escasa información que me dieron, tú también tienes que ir.

-¿Para cuándo está programado?

-Para el próximo fin de semana, el viernes nos reuniremos con las propietarias de la revista y el sábado por la tarde es la entrevista. – explicó apresurada.

-Está bien, tengo tiempo de arreglarme con Henry – señaló soltando un suspiro y volviendo a su asiento.

-Está bien, Regina. Si no puede ir lo comprendo, les explicaré que no pudiste ir por Henry. – dijo decepcionada.

-Emma, iré contigo. Solo tengo que preguntarle a mi madre si puede quedarse con Henry – expresó sonriéndole para tranquilizarla.

-Bien, los gastos del hotel y demás corren por cuenta de las dueñas de la revista.

-Perfecto.

-Bien, otra vez muchas gracias – dijo acercándose a la salida – Ahora te dejo trabajar tranquila – salió por la puerta y se encontró con Granny que estaba por entrar con café para su jefa.

-Emma, luego quiero habla contigo. Espérame en la cocina – le dijo ya entrando por la puerta.

La rubia estaba en la cocina pensando por qué quería charlar con ella, cuando sintió que golpeaban la puerta de la mansión y se levantó de su asiento para dirigirse a la entrada. Cuando abrió la puerta se sorprendió un poco al ver a su padre ahí, no le había avisado que pasaría.

-Papá ¿todo bien? – preguntó todavía parada en la puerta.

-¿Puedo pasar? – interrogó.

-Eh, sí pasa – dijo y se movió para que su padre entrara.

-Entonces ¿qué te trae por aquí?

-Solo vine a verte, quería saber cómo estabas con todo lo que está sucediendo y como llevas el curso.

-Estoy bien, lo llevo bien. Regina ha sido de mucha ayuda, si no fuera por ella no sé que habría hecho – dijo con una pequeña sonrisa.

-Me alegro de que confíes en ella – también sonriendo a su hija.

David ya había notado los cambios de su hija al hablar de la morena y cuando estaban cerca sus ojos tenían un brillo especial. Desde que comenzó a trabajar ahí la notaba más sonriente y se arreglaba más de lo acostumbrado.

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