-Emma - suspiró - esto no está bien - dijo todavía en sus brazos y con sus frentes pegadas y con su respiración agitada.
-Por favor, cállate y no digas nada - susurró - No por ahora - dijo sacando la valentía que tenía guardada. No podía creer lo que había sucedido, había soñado tanto con ese momento que no iba a dejar pasar la oportunidad de probar esos labios que creía imposibles de probar.
Lentamente se acercó más, presionando su cuerpo contra el de Regina y posicionó sus manos sobre las caderas. Regina dejó que Emma tomara el control, no podía separarse por más quisiera, su cuerpo reaccionaba positivamente ante los estímulos que causaba tener a la hermosa rubia presionando su cuerpo y la cercanía de sus labios.
Emma dejó de pensar y de perder tiempo, unió nuevamente sus labios con los de la morena que devolvió el beso, lentamente haciendo que sus bocas se movieran juntas. La pasión les ganó y el beso se hizo más intenso. Los brazos de Regina se envolvieron alrededor de los hombros de la rubia para abrazarla y si era posible, para acercarla más.
Ninguna podía creer que lo que tanto anhelaban se estaba volviendo real.
Al separarse del beso por falta de aire, Emma sintió los cálidos labios de la mujer descansando sobre su mandíbula.
-Ya se me fue el sueño - dijo Emma con una pequeña sonrisa haciendo que la mujer pegada a su cuerpo se alejara y la mirara avergonzada cruzándose de brazos.
-Emma... - murmuró pasándose sus manos sobre su rostro. Su cabeza estaba hecha un desastre con muchas emociones desordenadas, se sentía en las nubes y también con la sensación que había cometido un grave error.
-Escucha, Regina - se acercó a ella y la tomó del rostro con los ojos llenos de lágrimas por la emoción del momento - Estoy enamorada de ti y no puedo ocultarlo, desde el día uno me gustas, al principio sentí cariño y admiración, pero luego me di cuenta que te quería y ese sentimiento se ha mantenido y hecho más fuerte. Nunca sentí algo parecido, Regina - tras terminar de hablar ya con lágrimas bañando su rostro, la morena la miraba con sus ojos brillando y una expresión que la rubia no supo descifrar se alejó y fue a sentarse a una orilla de la cama.
-Emma, escucha - dijo tratando de poner en orden su mente - Esto es complicado para mí, no sé cómo reaccionar ante tu confesión y si te soy sincera, tengo miedo, por ambas.
-¿Por qué? - preguntó impaciente sentándose a su lado.
-Porque no quiero que salgas lastimada por mis problemas, mi vida es complicada, tengo un hijo, soy catorce años mayor y ya eso es motivo suficiente para que pienses bien en lo que estás haciendo - explicó con voz neutra, no quería que sus emociones tomaran partido y darle falsas esperanzas a la joven.
-Regina, eso no es ningún problema - dijo desesperada, haciendo que nuevamente sus lágrimas de amontonaran en sus ojos - Amo a Henry y sabes que la edad es solo un número.
-Eso no es todo lo que importa - la miró impasible - eres una mujer joven, tus padres me odiarían, debes conocer a personas de tu edad y como si fuera poco trabajas para mí, también llevo tu caso.
-Basta de poner excusas estúpidas - expresó enojada, levantándose de la cama y parándose frente a la otra - Se lo que sentiste, y si no hubieras deseado el momento tanto como yo no habrías comenzado el beso tu misma.
-¡Basta! - levantó la voz mientras caminaba a encerrarse en el baño - deja de hacer esto más complicado - soltó golpeando la puerta.
Al encerrarse en pequeño cuarto, Regina se miró en el espejo y dejó sus lágrimas caer. No pensó que la situación se le iría tan rápido de las manos, debía haber parado ese beso y no dejar que su deseo tomara el control en el momento. No estaba arrepentida, pero no tendría que haber sucedido.
ESTÁS LEYENDO
Munay
FanfictionRegina Mills decide retomar su trabajo después de la muerte de su marido, para eso debe contratar una niñera para su hijo, ninguna parece apta para el puesto, hasta que le recomiendan a Emma Swan. Una joven de veintidós años, desempleada y estudiant...